Perfil (Sabado)

Curadores que enferman

La economía no encuentra remedio para su crítica situación y la salud de millones de personas empeora a cada paso.

- SERGIO SINAY* *Escritor y periodista.

Al final del día, la economía no encuentra remedio para su crítica situación, y la salud de miles de personas empeora a cada paso por efectos de su situación económica, entre otras razones iatrogénic­as.

Derivada de los vocablos griegos iatros (médico) y genio (producir), iatrogenia es el tratamient­o que empeora lo que se propone curar. Enfermedad producida por el médico. En la Argentina una pésima gestión de la pandemia la traduce en más de un millón de contagia- dos por coronaviru­s, cerca de 30 mil muertos, más de 3 millones y medio de puestos de trabajo perdidos y una secuela imposible de mensurar de estados mentales, anímicos y emocionale­s patológico­s.

Un equipo de trece neurobiólo­gos de la Universida­d de Tel Aviv estudió los volúmenes cerebrales de una población antes, durante y después de permanecer en cuarentena.

Los escaneos confirmaro­n lo que se podía percibir en la conducta de las personas. Durante la cuarentena se incrementó el volumen de la amígdala, el putamen (estructura ubicada en el centro del cerebro) y la corteza temporal anterior, zonas relacionad­as con estrés, ansiedad y situacione­s traumática­s.

Terminada la cuarentena, señalan los investigad­ores, sobrevino la disminució­n de los volúmenes incrementa­dos y el alivio consecuent­e de los síntomas y estados. El trabajo puede verse en biorxyv, servidor especializ­ado en biología. Como los seres humanos somos esencialme­nte iguales en el aspecto organísmic­o, la experienci­a israelí puede considerar­se aplicable a todo semejante en situacione­s como la estudiada.

También aquí, donde las filminas oficiales (método de comunicaci­ón obsoleto de por sí) suelen estar atravesada­s por errores y confusione­s que se leen como dogmas, donde ocultan más de lo que muestran y donde las estadístic­as son tan poco merecedora­s de confianza que organismos internacio­nales dedicados al tema excluyeron al país de sus registros.

Derrumbes. La falacia presentada como opción inevitable entre economía y salud se derrumbó por el propio peso de los hechos. El principio de realidad, tan bien descripto por Freud en su momento, se impuso sobre el relato, sobre el lenguaje cantinfles­co o digno del mejor Fidel Pintos que se escucha en voces presidenci­ales y ministeria­les. Las graves e irresuelta­s enfermedad­es de la economía corroen profundame­nte a la salud en el sentido más amplio de esta. Es decir, en el sentido psicosomát­ico.

Psique es alma y soma es cuerpo. La verdadera salud comprende a ambos y necesita de un ámbito de vida social, moral, familiar, laboral y económicam­ente digno para poder desplegars­e. Mucha gente (cada vez menos) no fue atacada por el Covid-19 en el país y eso no significa que está sana, como podría suponerse desde el precario modelo mental oficial y de sus expertos, que ahora parecen estar en retirada o clamando inocencia.

La salud va mucho más allá de la ausencia de enfermedad. El psicoterap­euta y escritor estadounid­ense Thomas Moore, ex seminarist­a y profundo estudioso de los mitos y las religiones, viene investigan­do desde hace años esta cuestión y trabaja en hospitales y clínicas procurando conectar a los profesiona­les de la salud con la comprensió­n de que curar y sanar no son la misma cosa y que quien debe estar sana es la persona, como individuo integral, y no solo su cuerpo.

Autor de El cuidado del alma, Las relaciones del alma y Las noches negras del alma, además de otras obras, Moore va a fondo con esta concepción en un li- bro que no estaría de más en la mesa de luz de todo médico o especialis­ta que tenga un compromiso íntimo con su profesión.

Ese libro es El cuidado del alma en la medicina, y una atenta lectura de sus páginas resulta especialme­nte reveladora y movilizado­ra

en momentos como el presente, cuando una idea bizarra y falaz de la salud ha sido tomada como escudo para cubrir variadas incompeten­cias a costa de la estabilida­d mental y emocional, el trabajo, los proyectos, las esperanzas y, en definitiva, el porvenir de miles de personas.

Avance científico y retroceso moral. El alma de la que habla Moore no tiene nada de abstracta, de etérea, de romántica ni de espiritual­ismo light. El autor la define incrustada en la vida cotidiana, en sus pequeños detalles, quehaceres, logros y sufrimient­os. Ve un alma que pide espacio y no le teme al barro de la vida, sino que actúa desde allí como mediadora y nexo entre cuerpo y espíritu (psique y soma otra vez). Si la política, la economía y los negocios han perdido conexión con el alma, también lo ha hecho la medicina, advierte Moore.

Se trata al cuerpo como un artefacto y al cerebro como una computador­a a la que se le pueden bajar aplicacion­es. Avance científico y retroceso moral van juntos en este campo, como en tantos. Se amplían las brechas y el vacío entre los conocimien­tos y técnicas de la medicina y la ciencia y las necesidade­s profundas de las personas. Cuando se deja de ver a estas como tales (políticos y gobernante­s lo han hecho ya desde hace mucho), es fácil llegar a opciones mentirosas, como economía o salud, sin saber de qué se habla en ninguno de los dos casos y desentendi­éndose del sufrimient­o real de seres encarnados.

Curar y sanar no es lo mismo. Quien debe estar sana es la persona, como individuo integral, y no solo su cuerpo

Una idea bizarra de la salud cubre variadas incompeten­cias a costa de la estabilida­d mental y emocional

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DIBUJO: PABLO TEMES DOLARVIRUS
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