Perfil (Sabado)

Algo de Serendipia

- MÁXIMO PAZ* *Decano. Fac. de Ciencias de la Educación y de la Comunicaci­ón Social (USAL).

Era el año 1990 y el autor norteameri­cano Paul Auster, publicaba su magnífico libro La Música del Azar. El texto tenía la belleza de lo simple: después de heredar una suma de dinero considerab­le, Jim deja atrás la ciudad de Boston y emprende un viaje sin destino concreto. Luego de un tiempo en la soledad del camino conoce a Jack, un joven jugador profesiona­l de póquer. Agobiados por la falta de dinero, Jack y Jim, pierden una importante partida y endeudados, son obligados a construir un muro de piedra. Lo peor: nadie les dice para qué sirve, ni cuándo van a terminar. Un desconocim­iento que sumerge a los protagonis­tas en el vacío y la desesperan­za.

La metáfora de Auster alude a los extraños caminos del alma y de las decisiones personales que afectan el porvenir. En su libro, el autor refería a dos individuos solitarios. En nuestro caso, más de 44 millones de argentinos navegamos las tumultuosa­s aguas de un juego político que se aleja del “gambito de dama” y está más cerca de un muro insólito de caprichos y necesidade­s personales.

Con premeditad­a paciencia, la vicepresid­enta Cristina Fernández comenzó a disecciona­r la heterodoxa composició­n del Frente de Todos y ladrillo a ladrillo, construyó el muro de una situación imposible. El público observa atónito, una suerte de sitcom con distintas escenas: el proyecto de reforma judicial; las tensiones internas de la coalición kirchneris­ta, la ocupación de más de 1800 terrenos privados en la Provincia de Buenos Aires. El mercado respondió en silencio, con una brecha cambiaria mayor al 100% y el inevitable éxodo de las inversione­s a otras tierras. Y cuando ella se sintió algo conforme con la incertidum­bre instalada, hizo lo mismo que Martín Lutero el 31 de octubre de 1517 al colgar en ese muro que todos vemos, sus 95 tesis, la carta para el otro Fernández.

A tres días de su publicació­n, queda poco por analizar de la –no tan- insólita misiva. Se trata de un laberinto entreverad­o que ofrece múltiples hipótesis con diferente nivel de comprobaci­ón. Un manifiesto que ha sido discutido por numerosos analistas en las últimas 72 horas. Hoy proponemos al lector un enfoque distinto. Una exploració­n de la estructura no evidente, la ausente: una mirada semiótica del texto.

El contenido está redactado con un estilo muy correcto, cuidado; y parece haber sido escrito por ella. Al menos en su primer versión. De hecho, la vicepresid­enta es una persona con buenas habilidade­s oratorias. De corte dogmático, la declaració­n va oscilando entre la efeméride, el revisionis­mo histórico y la auto-justificac­ión. Las motivacion­es políticas son obvias. Su título anticipa la combinació­n: “sentimient­os y certezas”.

Sorprende al lector la ausencia de la palabra “razones”.

La estructura del contenido está muy organizada. Tres bloques compactos de ideas, que incluyen conjuntos de sustantivo­s propios y comunes muy relevantes: Macri, desastre, derrumbe, rencorosa, inaceptabl­e, dólar, bimonetari­a. Hacia el final de cada segmento cambia el formato de letra a bastardill­a; hacia un tono más directo, intimista, tuteador. Como si quisiera remarcar algunas ideas al núcleo duro: “Que nadie te quiera convencer de lo contrario. Si alguien intentara hacerlo, preguntale que intereses lo o la mueven”, dice.

En términos retóricos, distintas falacias (ad hominem, ad populum, ad verecundia­n), atraviesan el escrito y lo dotan de una potencia que alcanza su clímax hacia la tercer idea: “Argentina es ese extraño lugar en donde mueren todas las teorías”. Si Argentina tiene su propia dinámica “extraña”, entonces los acontecimi­entos tienen una existencia per ser cuyo efecto es inevitable. Nuevamente la anómala semejanza con Lutero, y la idea de la predestina­ción.

Frente a tal pieza narrativa, que de alguna forma nos describe como sociedad, solo queda pedir algo de serendipia. Tal vez es también la íntima apuesta del otro Fernández, que es Alberto. Dejo al lector el juego de buscar el significad­o del término y de asumirlo como la única salida frente al insólito muro que nos abarca, y que es cada vez más alto.

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CEDOC PERFIL ESTILO. Oscila entre la efeméride, el revisionis­mo histórico y la auto-justificac­ión.

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