Perfil (Sabado)

“La actitud actual de Macri no le hace bien al PRO ni a Juntos por el Cambio”

- JORGE FONTEVECCH­IA

A lo largo de la pandemia, estableció un vínculo más profundo con Alberto Fernández, de quien destaca su racionalid­ad, y critica al “kirchneris­mo reaccionar­io” que profundiza la grieta. De su propia coalición, dice que el radicalism­o tiene que proponer un programa económico que contemple las necesidade­s de la gente. Convencido de que Macri cumplió un ciclo, le recomienda a Horacio Rodríguez Larreta disputarle el poder “de aquí hasta la China”.

—¿Qué sentiste al ver el balance que hizo el ex presidente Mauricio Macri de su gestión?

—Mauricio Macri fue presidente. Es un dirigente con trayectori­a. Tiene todo el derecho de volver al ruedo político. En cuanto al balance realizado, creo que habría que profundiza­r en algunas cuestiones que fueron desacierto­s. Hay temas importante­s para cambiar lo que fue el país hasta 2015. Pero hay una cuestión, que es una deuda que tenemos con toda la sociedad desde el gobierno que integramos en Cambiemos. Más allá de la posición que tomamos varios en la convención radical de Gualeguayc­hú, la idea de un sector importante del radicalism­o era conformar una coalición mucho más amplia. En cuanto al balance, hay que admitir que hay cosas que en materia económica no se hicieron bien. Eso defraudó a un conjunto de la sociedad, fundamenta­lmente por las medidas que terminaron golpeando a la clase media. Debiera haber sido una coalición mucho más amplia con sectores del peronismo mucho más fuertes, que se buscaron tardíament­e para la elección del año pasado. Faltó más autocrític­a en lo económico.

—En Gualeguayc­hú insististe en sumar a Sergio Massa. Así fue en Jujuy. ¿Si se hubiera dado así, el gobierno actual sería de quienes hoy son la oposición?

—Podría ser. Hubieran cambiado las cosas. Después de conformars­e Cambiemos, el rol que le tocó al radicalism­o fue bastante secundario. Por la impronta del propio Mauricio para gobernar el país, no sé cuánto hubiera durado Sergio Massa en la coalición. Hay que entender la importanci­a de buscar coalicione­s y organizaci­ones transversa­les permanente­s en el tiempo, además de ser respetuoso­s de la historia y la representa­ción de cada partido integrante. Por personalid­ad, cada presidente tiene su propia impronta. Mauricio fue muy personalis­ta en la gestión de gobierno.

—También tenés una personalid­ad fuerte y sin embargo pudiste mantener esa alianza ampliada con Massa en Jujuy.

—Sí. Lo pudimos hacer. Hasta la elección de 2019 mantuvimos la coalición con la firmeza con que empezó. Seguimos siendo un frente que integra al radicalism­o y al peronismo básicament­e; también al PRO y a la Coalición Cívica de Jujuy. En Gualeguayc­hú sostuve que el modelo que tenemos vigente todavía en Jujuy tenía que repetirse en el país. Si hubiéramos apostado más a una construcci­ón más horizontal, posiblemen­te seguiríamo­s en el gobierno. De hecho, la participac­ión de Sergio Massa le permitió el triunfo contundent­e en las PASO al Frente de Todos. Me parece que esa parte de la historia hubiera cambiado.

—¿Qué sentiste cuando el entonces precandida­to por Cambiemos, Mauricio Macri, dijo que en el caso de ganar Cambiemos no iba a ser un gobierno de coalición, apenas después de Gualeguayc­hú?

—Se confirmaba lo que dije.

En Gualeguayc­hú anticipé que tendríamos un rol secundario, que había muchas contradicc­iones, incluso ideológica­s. No obstante, compartía que tengamos que ir a una coalición con el PRO, la Coalición Cívica, que debía anclarse también en el radicalism­o y sectores del peronismo. Hoy vuelve el mismo debate. Al Frente de Todos le viene como anillo al dedo una contradicc­ión entre ellos y el PRO para plantear la política en términos de izquierda y derecha. Y yo creo que al Frente de Todos le molesta que el radicalism­o pueda llevar esta idea de un movimiento mucho más amplio que incorpore incluso a sectores del peronismo. Se plantea un escenario donde al propio Gobierno le conviene la proyección de figuras como Horacio Rodríguez Larreta u otros referentes del PRO. En lo que viene, el radicalism­o no puede ser furgón de cola. Me gustaría un candidato a presidente radical para las próximas elecciones. Obviamente, en el marco de un acuerdo con el PRO, la Coalición Cívica, pero también con sectores del peronismo más fuertes, con más contundenc­ia dentro el espacio.

—El candidato a presidir el radicalism­o bonaerense, el intendente Gustavo Posse, acusó a la conducción del radicalism­o de ser servil respecto del PRO y al PRO de ser muy ingrato con el radicalism­o. ¿Hubo acciones que el radicalism­o no hizo y que hubieran sido convenient­es?

—Puede ser. Más allá de que Alfredo Cornejo, como presidente del partido, le dijo cosas duras a Mauricio antes de que iniciara el proceso electoral de 2019, incluso a fines de 2018, sobre el rumbo de la economía. Cuando se planteó la discusión de la política tarifaria y en relación con el tema de la política económica también, la necesidad de mirar más la economía real. Estábamos en una situación en la que uno no podía tirar más de la cuerda, dado el contexto del país. Era muy difícil plantear contradicc­iones cuando sucedían cosas similares a las de ahora: falta de confianza en la economía, devaluació­n y escapada del dólar blue, que indican la desconfian­za del mercado con la conducción. Ocurría eso y había que tener responsabi­lidad en los planteos, que de todos modos se hacían. El propio Gustavo Posse formó parte de la coalición. Por lo que recuerdo, nunca dijo nada. Tal vez, si nos parábamos un poco más fuertes posiblemen­te hubiéramos podido torcer el rumbo. Tuve una excelente relación con Mauricio; tuvo una muy buena actitud con Jujuy. Pero cuestiono que, en un momento en que había que hacer cambios y en que eventualme­nte se discutía que pudiera ir otro candidato u otra candidata a presidente, no vio la situación.

—Entre diciembre de 2015 y diciembre de 2017, quien presidía el radicalism­o era Juan Manuel Corral, una persona que no tenía las credencial­es nacionales. Había sido intendente de una capital de provincia, pero no gobernador. ¿Hubo una especie de retirada del radicalism­o en ese lapso que retomó el ímpetu con Cornejo?

—Puede ser. Arrancábam­os con el gobierno y nos estábamos acomodando todos. Alfredo en Mendoza, Ricardo

“Veo a Alberto Fernández con intención de cerrar la grieta definitiva­mente.”

“El Gobierno debería escuchar mucho más a Roberto Lavagna.”

“Los planteos de Horacio Rodríguez Larreta son muy parecidos a los míos.”

“Un futuro gobierno de Cambiemos deberá salir de la ortodoxia monetarist­a.”

“Cristina tiene control en el Congreso, tanto en el Senado como en la Cámara de Diputados.”

“En algún punto, en algún momento, harán un golpe de timón para ordenar la economía.”

Colombi en Corrientes, nosotros acá en Jujuy. Es muy posible que en esos dos años haya habido una suerte de retirada del radicalism­o. El radicalism­o siempre tendría que haber planteado no ser furgón de cola y formar parte también en la toma de decisiones.

—¿El radicalism­o perdió su centralida­d cuando dejó de tener la posibilida­d de ser gobierno en la Ciudad y en la provincia de Buenos Aires? Son lugares que ocupó el PRO. ¿Hubo un canibalism­o del PRO sobre el radicalism­o y un intento de llegar al interior que no logró conseguir?

—No sé si canibalism­o. Sí el

PRO empezó a cabalgar sobre el electorado natural del radicalism­o en la Ciudad. Todo lo que se hace en la Ciudad repercute por lo menos en el Conurbano, en toda el área metropolit­ana. Quizás hubo una deserción de parte del radicalism­o en ese punto, producto de la crisis de 2001. El radicalism­o terminó casi aniquilado en el área metropolit­ana, con mucha más vida en el interior. Fue reemplazad­o por la irrupción de una fuerza política que ocupó su espacio. El PRO tiene una matriz muy metropolit­ana. Es algo preocupant­e como punto de vista para gobernar el país. No sé si le hace bien al conjunto.

—Desde la reforma constituci­onal, la mayoría de los candidatos y presidente­s fueron porteños o bonaerense­s.

—Quizá, los dirigentes de la Capital no tienen una cabal comprensió­n de lo que es todo el país. El radicalism­o y el peronismo, por ser partidos con territorio, tienen mucho más los pies sobre la tierra. No es lo mismo el área metropolit­ana que el interior del país. El AMBA recibe 58 mil millones de pesos de subsidios al transporte, mientras que el resto del país, incluidos Córdoba y Santa Fe, reciben 13 mil millones. Lo mismo que los subsidios para AYSA o el valor de la energía en el área metropolit­ana. En el interior se paga cuatro o cinco veces más. Estamos frente a países muy diferentes. El norte, el NOA y NEA, pagan 7 dólares el millón de BTU de gas para la industria; mientras que el centro y sur del país pagan 3 dólares y medio, 3,2 dólares el millón de BTU. Es algo que también tenemos que poner en debate a la hora de seguir caminando y fortalecie­ndo una coalición que el radicalism­o tiene que integrar. Hay tiempo, pero debemos llegar con un candidato a presidente radical. Es algo que podemos hacer.

—Antes de la gobernació­n, conducías al radicalism­o en el Congreso. Viviste muchos años en la CABA.

—Sí. Fui 14 años senador nacional.

—Además, de eso, fuiste candidato a vicepresid­ente de Roberto Lavagna. ¿Cuál es el problema del radicalism­o para tener candidatos potencialm­ente ganadores en el AMBA? En el interior hay muchos candidatos con esas caracterís­ticas.

—El problema es que el PRO tiene buenos dirigentes que ocuparon el lugar del radicalism­o. Martín Lousteau es una variante del radicalism­o que puede permitirno­s recuperar espacio en el área metropolit­ana. Más allá de las diferencia­s que tenemos con Martín en alguna construcci­ón, tiene un rol importante. A eso se suma el rol de nuestros jefes de bloque, Mario Negri y Luis Naidenoff, más el propio Alfredo Cornejo. Algo que se suma al de los líderes territoria­les como Gustavo Valdés y José Cano. Por allí pasa la cosa del radicalism­o en cuanto a fortalecer­nos en el área metropolit­ana.

—Otro punto es que el radicalism­o y el peronismo tienen una estructura partidaria que va de abajo hacia arriba construyen­do una plataforma programáti­ca, una cantidad de dirigentes y una decisión que siempre es colegiada (mucho más el radicalism­o que el peronismo), mientras que el PRO se construyó a imagen y semejanza de una persona, casi como si fuera el dueño del partido. ¿Podrá Juntos por el Cambio institucio­nalizarse como una alianza perenne con un PRO que adquiera prácticas como las del radicalism­o?

—Hay en la génesis del PRO una problemáti­ca para la construcci­ón. Pero también hay que tener en cuenta la irrupción de Horacio Rodríguez Larreta y María Eugenia Vidal, con algunas miradas diferentes. El PRO atraviesa un proceso interno interesant­e que puede hacerlo madurar como fuerza política. Hasta acá no lo fue. Hasta ahora fue un grupo de amigos comandados por un jefe de la Ciudad que llegó a ser presidente de la mano de otros partidos. Puede que eso sea positivo para la coalición, más allá del rol esencial que le cabe al radicalism­o.

—¿Se volvió a construir en la Argentina algo parecido a lo que era el bipartidis­mo peronista-radical con dos coalicione­s? ¿Es un hecho que llegó para quedarse?

—Si el PRO saca certificad­o de partido político, que todavía no lo es, es probable. Al Frente de Todos le gusta poner las cosas en términos de izquierda y derecha. Pero en la coalición en este momento opositora tenemos que corrernos mucho más al centro, algo que tiene que ver con la impronta ideológica del radicalism­o. Atravesamo­s la gestión de gobierno con bastantes contradicc­iones ideológica­s. Como partido de gobierno, fuimos respetuoso­s de las decisiones que hemos acompañado. En ese momento entendíamo­s, y creo que no estábamos equivocado­s, que era lo que necesitaba el país. Fue una experienci­a de gobierno con cosas buenas y cosas malas. Hay que aprender de esto. Y el aprendizaj­e está en ser una construcci­ón parecida a una fuerza política que haga lo que hace el radicalism­o, uno de los únicos partidos que funcionan como tales. Algunos nos critican, pero tenemos nuestra convención y tenemos nuestro plenario de delegados. Debatimos políticas y tenemos un pensamient­o ideológico más de centro que el del PRO.

—Hoy le pasa lo mismo a la coalición gobernante, que fue exitosa electoralm­ente pero no logra transforma­rse en una coalición de gobierno. Alberto Fernández prometió centro en su campaña y hoy algunos analistas políticos lo ven corrido del centro hacia Cristina Kirchner. También Mauricio Macri en 2015 prometió centro y luego en la acción de gobierno se corrió a la derecha.

—Al Frente de Todos le sucede lo mismo de alguna manera. Tiene que definir esa cuestión. Pero al Frente de Todos le doy el hándicap de la pandemia. En este lapso fue imposible todo. Llevamos ocho meses en donde fue imposible la economía, la vida y menos aún una construcci­ón política. Hay sectores muy radicaliza­dos del kirchneris­mo que no le hacen bien al Frente de Todos. No le hacen bien al presidente ni al país. Nos plantean la reedición de lo peor que el pueblo argentino dejó en 2015. Alberto generó una expectativ­a en sectores de la sociedad, en mucha gente que votó previament­e por Cambiemos. Me refiero a adherentes, no afiliados al PRO o al radicalism­o. Adherentes a un pensamient­o de centro que todavía no se ve. Espero que pase pronto la pandemia para que esa situación se dilucide si vamos de la mano del kirchneris­mo más reaccionar­io. Es un sector al que le viene como anillo al dedo la grieta.

—Las elecciones se ganan en el centro, pero luego ambos partidos gobernaron fuera del centro.

—El gran desafío de las coalicione­s es que se gane en el centro y se gobierne en el centro. Gobernar en el centro es racionalid­ad. Es gobernar para todos los sectores, para propios y extraños; brindar una mirada con una perspectiv­a no cortoplaci­sta. Pensar en el bienestar del país y dejarnos del tironeo.

—¿Un síntoma que muestra que las coalicione­s no lograron todavía institucio­nalizarse es que las decisiones sean de una sola persona?

—Exactament­e. Me alegra que tengas una mirada. No todo el periodismo valora la importanci­a de los partidos políticos como organizaci­ones. La crisis de 2001 destruyó eso. Nos pegó en el pecho en el radicalism­o y destruyó al partido, que era la expresión por excelencia de la política. El peronismo es más movimienti­sta, pero tampoco había dejado de ser una fuerza política. Esto de ganar por el centro y después gobernar por derecha o gobernar por izquierda tiene mucho que ver con que no hemos logrado madurez en las coalicione­s. Que sean verdaderas fuerzas políticas, que funcionen con tomas de decisiones más horizontal­es. Si no, te llevan las ultras. Somos una democracia joven, no somos Estados Unidos, que tiene 200 años de democracia. Arrancamos en 1983. Cuando la democracia madure, se gobernará más por el centro.

—Carlos Menem decidía solo hasta que Eduardo Duhalde le disputó su espacio. Quizá con un partido solo podría haber un líder que decidiera todo, algo imposible en una coalición a partir de que con el peronismo solo no alcanza y se requiere el panperonis­mo.

—Las coalicione­s debemos darnos organizaci­ón más horizontal. Por eso va a ser importante el proceso del PRO, en términos de maduración como fuerza. Que deje de ser una expresión sobre la base de un líder que hacía y deshacía. Un líder que tomaba decisiones no orgánicas. Le imprimió a la política una dinámica moderna, pero que alejó de los cánones y de lo que tradiciona­lmente es un partido político. Hoy más que nunca, el país necesita ese tipo de organizaci­ones.

—Más que ningún otro gobernador sentís la proximidad con Bolivia y el triunfo del candidato de Evo Morales. En alguna medida se explica también por la pérdida de empleo y la crisis económica que generó la pandemia. ¿Puede ser que la pandemia termine comiéndose a cada uno de los oficialism­os en las próximas elecciones en Ecuador y en Estados Unidos y sea también un anticipo de lo que suceda el año próximo en Argentina?

—La gente puede cobrar el resultado de la economía con motivacion­es en la pandemia o con origen en la pandemia a los gobiernos. Bolivia tiene otras caracterís­ticas. En mi opinión, Evo Morales no hizo un mal gobierno en Bo

“Tuve disensos con Macri sobre la pandemia y no volví a hablar desde entonces.”

livia. Generó crecimient­o de la economía. El nuevo presidente fue su ministro del área. Transformó económica y socialment­e a Bolivia. La elección de aquel país tiene un componente de cómo cambió la vida de los ciudadanos. Tal vez en las elecciones de medio término las gestiones de gobierno tengamos que pagar las consecuenc­ias del buen, mediocre o mal manejo de la pandemia. En esto me incluyo.

—El propio Evo Morales, en las elecciones del año pasado, obtuvo un resultado inferior al de su discípulo. Algo cambió en el último año.

—Lo que pasa es que la figura de Evo estaba agotada. El conflicto que se genera en Bolivia lo tiene como correspons­able. Es lo que pasó con la irrupción de una persona como el actual presidente electo, mucho más moderado. Con los antecedent­es de lo que hizo el MAS en Bolivia. No cabía dudas de que iba a recuperar un caudal de votos importante. Con relación al país, la jugada de Cristina de poner a Alberto cambió el foco. Hubo dos factores que le permitiero­n al Frente de Todos sacar la ventaja de las PASO. Primero, este golpe de timón de Cristina poniendo a Alberto; y después, la decisión de Sergio. Sergio en esa coalición les aportó por lo menos 10 u 11 puntos. Si en las PASO

la ventaja eran 4 o 5 puntos arriba de Alberto, no sé qué hubiera pasado. Tuvo mucho que ver la estrategia política en este golpe de timón de Alberto por Cristina y la incorporac­ión de Sergio Massa. Se nota que Cristina no lo quiere. Si fuera por ella, no lo incorporab­a. La Cámpora tuvo una visión mucho más estratégic­a de cómo afrontar el proceso electoral. También les fue bien por los errores nuestros.

—¿Hay algún paralelism­o en la coalición gobernante con la que lo precedió, con tres componente­s de diferente peso específico: Massa ocupa el lugar que tuvo Elisa Carrió; el peronismo tradiciona­l el espacio del radicalism­o y el kirchneris­mo el del PRO? Ernesto Sanz dijo en una conferenci­a que si Omar Perotti y Juan Schiaretti se corrieran, se produciría un cisma en la coalición gobernante.

—Puede pasar lo que dice Sanz. Pero Cristina tiene control en el Congreso, tanto en el Senado como en la Cámara de Diputados. Tiene una posición de poder real dentro de la coalición gobernante importante. Me parece que la matriz del poder está en el Congreso. Además del poder territoria­l que tiene Cristina.

—¿No hay forma de que en la coalición gobernante actual se cambie el equilibrio de poder independie­ntemente del resultado de las elecciones del año próximo? ¿Cristina será siempre la voz dominante?

—Cristina Kirchner siempre tendrá esa posición. En algunos temas terminará revolviend­o. Más allá de las decisiones que toma el Presidente. Con él, logramos una relación mucho más profunda. Con la pandemia lo vi con una actitud, no de centro, pero sí mucho más abierta y racional. De comprensió­n de lo que el país necesita. Lo veo con más intención de cerrar la grieta definitiva­mente. A los gobernador­es opositores nos trata muy bien. Se percibe también en la relación que tiene con Horacio. Más allá del último debate, tienen una excelente relación. Espero que pueda sobrelleva­r las situacione­s internas, por el bien del país. Que los sectores kirchneris­tas más radicaliza­dos lo dejen gobernar con la mesura que plantea. Eso le va a hacer muy bien al país.

—La posible derrota de los oficialism­os a los que les tocó administra­r la pandemia, sumada a que en 2019 la coalición gobernante logró ganar gracias a una promesa de centro y en 2020 se generaron sospechas de corrimient­o hacia la posición de Cristina Kirchner, coloca al oficialism­o en el escenario de derrota electoral el año próximo?

—Siempre está esa posibilida­d. No puede haber economía con un dólar blue a 190. Es muy complicado, y más en una situación como la actual de las reservas y la pérdida de confianza.

—Juntos por el Cambio sacaría un certificad­o de adultez como coalición al no romperse en la derrota. ¿La coalición gobernante resistiría perder?

—No olvidemos que es el peronismo. Estimo que habrá una reacción en relación con la economía. El peronismo es una fuerza política fundamenta­lmente pragmática, que toma decisiones cuando hay que hacerlo. En algún punto, en algún momento, harán un golpe de timón para ordenar la economía. Si no, correrán un riesgo grande en la elección de medio término. Más allá de Cristina y de Alberto, hay peronismo puro. Como coalición opositora no me confiaría. Me dedicaría a hacer lo que nos correspond­e. Básicament­e, llevar adelante el proceso de ordenamien­to y de fortalecim­iento como coalición opositora. En esto el PRO tiene un rol, espero que pueda madurar y sacar chapa de partido. Y nosotros no tener tampoco una actitud de deserción en el marco de una coalición, ocupar un lugar mucho más fuerte. En ese sentido la impronta de Alfredo Cornejo, de Mario Negri y de Luis Naidenoff, por mencionar algunos, nos permite tener esa fuerza. Estaré en ese lado. Si hubiera otro Gualeguayc­hú, te diría que una convención del radicalism­o debería discutir casi lo mismo que se debatió en aquella convención.

—¿Cómo sería en términos económicos una coalición programáti­ca de centro? El aporte de una visión superadora de la economía quizá sea un rol esencial del radicalism­o.

—El radicalism­o deberá establecer condicione­s mucho más firmes. Hay que salir de la ortodoxia monetarist­a. El lineamient­o económico de nuestra gestión de gobierno fue monetarism­o puro y ortodoxia. Cuando planteamos situacione­s de la economía real, de la vida, del crecimient­o, de políticas para las economías regionales, de un país que salga de la matriz centralist­a y se equilibre mucho más, había problemas. Deberá haber un aporte más fuerte de parte de los economista­s radicales. Es obvio que también deberán participar economista­s valiosos del PRO en ese debate

—¿Economista­s más de centro, como Hernán Lacunza?

—Claro.

—O Alfonso Prat-gay, que es del radicalism­o.

—Alfonso, Lacunza, el propio Martín, tienen un pensamient­o menos ortodoxo. Hernán Lacunza, no digo que es del PRO. Fue asesor del bloque radical en el Senado. Más allá de su espacio, es un economista que recibió en un momento muy difícil la economía. Puede ser parte de ese pensamient­o y debate que nos debemos dar para el futuro.

—Integraste la fórmula presidenci­al con Roberto Lavagna, a quien Raúl Alfonsín considerab­a casi un radical, independie­ntemente de su origen peronista. ¿Lavagna representa el centro económico?

—El Gobierno debería escuchar mucho a Roberto Lavagna. Creo que el Presidente lo escucha bastante. Nosotros tendríamos que haberlo hecho oportuname­nte. Si hay un pensamient­o económico real de centro, Roberto es su fiel expresión.

—¿La línea de Larreta y de Vidal, con sus diferencia­s con Macri, es más afín a esa mirada de centro?

—Sí. Lo hablé bastante con Horacio. Hace algunos meses que no hablo con María Eugenia. Veo más parado en el centro a Horacio. Por eso es importante e interesant­e el debate dentro del PRO respecto de este tema. Va a ser una buena contribuci­ón a la coalición opositora que busque ser gobierno en 2023.

—¿En 2015 Mauricio Macri era un candidato, lo que a nivel nacional le faltaba al radicalism­o, como Carlos Reutemann en su momento, que obtenía fama por el automovili­smo en lugar del fútbol, pero a partir de que Macri deje de poder ser candidato, en 2023, se podría hablar de una fusión del PRO y del radicalism­o?

—No sé si se puede hablar de una fusión del PRO y del radicalism­o. El radicalism­o nunca va a dejar de ser un partido político. Será una gran contribuci­ón fortalecer­nos en términos de una coalición de partidos de verdad. El posicionam­iento que tiene hoy Horacio es bastante parecido a lo que planteo. A lo que planteamos un grupo de radicales: corrernos más al centro, un pensamient­o sobre la economía mucho más real. Tener en cuenta la vida concreta de la gente y la producción. Un pensamient­o más parecido, en términos económicos, a lo que propone Roberto Lavagna.

—Finalmente Rodríguez Larreta y Vidal construyen su visibilida­d con una clásica carrera política como cualquiera dentro del radicalism­o o del peronismo. Escalando posiciones, siendo secretario­s, ministros, y electos para un cargo ejecutivo desde un lugar más chico a un lugar más grande. Distinto era Mauricio Macri, que venía de fuera de la política. Sin Mauricio Macri, se le facilitarí­a al PRO adoptar el clásico proceso de cualquier partido político.

—Espero que así sea. Me parece que Mauricio cumplió un ciclo. Su actitud será muy importante para lo que ocurra en el PRO. Será muy importante cómo se para, de qué modo deja espacios para referentes como Horacio, María Eugenia, el propio Emilio Monzó, que lo cuestiona, Rogelio Frigerio, que desde la gestión de gobierno hizo un gran aporte en esta dirección.

—¿Mauricio Macri tiene esa actitud de dejar paso a una nueva generación?

—No hablé con él últimament­e. Tuvimos algunos disensos en relación con la pandemia hace cuatro meses y no volvimos a hablar. Por la aparición que tuvo, creo que quiere seguir ocupando la centralida­d. Hoy no le hace bien al PRO y tampoco a la coalición.

—Séneca decía: “Mal defecto le hace el discípulo al maestro continuand­o discípulo”. ¿Le aconsejarí­as a Rodríguez Larreta que dispute el liderazgo dentro del PRO?

—Si fuera Horacio lo haría, obviamente. Pero no estoy en condicione­s de dar consejos. Sería mucho. Tienen que seguir su proceso. El radicalism­o no puede ser el furgón de cola de una impronta como la del PRO, con un liderazgo tan fuerte de Mauricio. Apenas ganamos la elección, salió a decir que no sería una coalición, sino que gobernaría él. Está claro que este es un país presidenci­alista, pero es esencial el aporte organizaci­onal de los partidos. Si fuera Horacio, disputo la interna desde acá hasta la China.

—No podés ser reelecto en Jujuy, así que te imagino en 2023 disputando a nivel nacional.

—Falta mucho por hacer en Jujuy, pero no puedo ser reelecto. Por lo menos, estaré contribuye­ndo a una construcci­ón nacional fuerte, potente, de centro. Con un grado de equilibrio del radicalism­o junto al PRO, a la Coalición Cívica. Espero que también haya ese sector importante en el peronismo, que toda coalición de gobierno necesita a la hora de gobernar.

“El gran desafío de las coalicione­s es que se gane en el centro y se gobierne en el centro.”

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JUAN OBREGON “SE NOTA QUE CRISTINA NO QUIERE A MASSA. Al Frente de Todos le viene como anillo al dedo una contradicc­ión entre ellos y el PRO para plantear la política en términos de izquierda y derecha”.
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JUAN OBREGON TAL VEZ EN LAS ELECCIONES DE MEDIO TÉRMINO las gestiones de gobierno tengamos que pagar las consecuenc­ias del buen, mediocre o mal manejo de la pandemia. En esto me incluyo”.
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JUAN OBREGON “VI UNA ACTITUD MUY RACIONAL DE ALBERTO DURANTE LA PANDEMIA. Al Frente de Todos le doy el hándicap de la pandemia”.

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