Perfil (Sabado)

Desde Villa Epecuén al escenario

- JUAN MAKO*

Tengo 36 años, pero hace 35 que se inundó Epecuén, pueblo vecino a Carhué, donde nació y vivió mi abuelo paterno. Desde chico escuché mucho en mi familia hablar sobre estos dos pueblos, pero nunca tan profundame­nte sobre lo que había sucedido en Epecuén. Hasta que en el año 2013 en la UNA de Artes Dramáticas (Universida­d Nacional de las Artes), donde me recibí de director, cursando la materia Dramaturgi­a con Andrea Garrote empecé a escribir sobre el universo de dos mujeres que trabajaban en el crematorio de un cementerio público, y que, en el medio de su tan particular rutina diaria entre mates, recetas de cocina y música, se debatían por ciertos rencores, celos y diferencia­s tanto del presente como del pasado.

Fue en ese preciso momento del proceso de escritura que necesité que estos dos personajes, que parecía que tenían tantas cosas para decir, pudieran nadar dramatúrgi­camente en un contexto con potenciali­dad argumental y estética. Ahí recordé lo poco que sabía de Epecuén, la fuerza de sus imágenes e historias. De lo que había acontecido aquella madrugada del 10 de noviembre de 1985 cuando el terraplén de contención se rompió y este pueblo de la provincia de Buenos Aires en el límite con La Pampa comenzaba lentamente su agonía y su proceso de desaparici­ón física. Hasta ahí sabía, pero me faltaba más.

Necesitaba conocer y adentrarme más seriamente en lo que había sucedido. Sobre lo que fue este pueblo en términos turísticos para la historia de nuestra provincia, antes y aún hoy, después de la inundación; como uno de los principale­s (si no el más importante) centros termales de la Argentina, dadas las enormes propiedade­s curativas del lago Epecuén y la alta salinidad de sus aguas. Y necesitaba conocer el porqué de lo sucedido, si es que hay una única explicació­n, lo cual dudo. Fue entonces cuando viajé al pueblo en 2017 acompañado por mi familia. Sí, varios años después, ya que en el medio me surgieron otros proyectos y sentía que esta obra se merecía no ser contada de una forma banal y ligera. Me instalé en Carhué y recorrí el pueblo de mi abuelo. Recopilé testimonio­s de muchos habitantes de Carhué y ex habitantes de Epecuén. Caminé las ruinas, recorrí El Matadero (obra de Francisco Salamone), saqué fotos, grabé videos, y sobre todo me inmiscuí plenamente en la historia de lo acontecido, con todos sus pliegues, grietas, versiones y controvers­ias.

Fue ahí que ciertas hipótesis comenzaron a transforma­rse en afirmacion­es en pos de lo que quería contar con Las encadenada­s. Quise hablar de la avaricia, de la ambición, del egoísmo, de la corrupción, de la impunidad, de la memoria, de la identidad, de la desprotecc­ión, de los rencores, de las frustracio­nes por las heridas del pasado y de la falta de justicia y protección ante un Estado ausente. Parece ambicioso, pero quería hablar de muchas cosas que conocemos, que están interrelac­ionadas y que nos atraviesan a lo largo de nuestra historia. Y quería hablar de todas estas cosas con mucho respeto y conocimien­to para no herir ninguna susceptibi­lidad, sobre todo de las personas que vivieron allí, aquellas que están y aquellas que ya no están, y que su historia al día de hoy atraviesa y conmueve.

Claro que en teatro no se puede contar un relato como este solo, pero cuando uno como autor y director cuenta con actrices, actores (tengo dos para un mismo rol), asistente y demás equipo técnicoart­ístico que asume con pleno compromiso y sensibilid­ad la labor por hacer, todo es más sencillo. Poder sentir con total placer, agradecimi­ento y respeto el habernos metido ficticiame­nte en las voces de estas personas encadenada­s al pasado, que tienen mucho por contar y decir, para que la memoria siga vigente como un espacio de construcci­ón y reconstruc­ción colectiva. Como un espacio de visibilida­d, como una identidad de país y como un rol que debemos asumir desde el lugar que nos toca.

* Autor y director de Las encadenada­s, obra que presentará desde el 6 hasta el 10 de noviembre con gorra virtual en conjunto con el Abasto Social Club. Las entradas están disponible­s en www.altermativ­ateatral.com.

 ?? FOTOS: GZA. JULIA CELEIRO / EL PAJARO FILMS / TOBÍAS CORTÉS ?? REGRESO. El dramaturgo teatral Juan Mako vuelve sobre sus pasos, personales y creativos, para contar desde el relato de Villa Epecuén, tomando como punto de partida como el 10 de noviembre de 1985 el pueblo comenzaba su literal desaparici­ón física.
FOTOS: GZA. JULIA CELEIRO / EL PAJARO FILMS / TOBÍAS CORTÉS REGRESO. El dramaturgo teatral Juan Mako vuelve sobre sus pasos, personales y creativos, para contar desde el relato de Villa Epecuén, tomando como punto de partida como el 10 de noviembre de 1985 el pueblo comenzaba su literal desaparici­ón física.
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