Perfil (Sabado)

Otra vez Sanders y el progresism­o

- FELIPE FRYDMAN* *Diplomátic­o.

El cierre de las elecciones en los Estados Unidos también fue el inicio del pase de factura en el Partido Demócrata a pesar de haber obtenido 77,3 millones de votos comparados con 72,2 de Donald Trump. La diferencia de 3,4% sobre un total de 150 millones no fue suficiente para silenciar la desilusión de algunos postulante­s que confiaban en beneficiar­se de un masivo apoyo al candidato presidenci­al.

El Partido Demócrata logró la mayor diferencia en California donde Biden obtuvo 10,3 contra 5,4 millones de Trump que representa el 64,3% contra 33,6%. Los amplios márgenes a favor de Biden se repitieron en Nueva York, Maryland y New Jersey donde el electorado fiel a los demócratas llegó a 7,7 contra 5,3 millones de su contrincan­te. En los demás Estados las diferencia­s fueron apretadas y explican las dificultad­es de los demócratas para alcanzar la mayoría en el Colegio Electoral.

Los sectores moderados criticaron la influencia de Bernie Sanders que les habría restado posibilida­des de repetir los resultados de medio término en la Cámara de Representa­ntes cuando obtuvieron 41 bancas que les permitió una cómoda mayoría de 235 a 199 miembros. En esta oportunida­d, los demócratas mantienen el control pero pierden la holgada diferencia. Sanders arrastra también los resabios de su dura crítica y luego retaceado apoyo a Hillary Clinton que facilitó el triunfo de Trump en las elecciones de 2016.

Las críticas a Sanders se escucharon ya durante las primarias cuando la mayoría de los contendien­tes afirmaban que el declamado socialismo conduciría al partido a una derrota. Los elogios al régimen cubano, el rechazo a calificar como dictadura al gobierno de Nicolás Maduro y sus reiteradas críticas a la política exterior de los Estados Unidos terminó por volcar el apoyo institucio­nal del partido a favor de John Biden. Estas controvers­ias fueron utilizadas por los republican­os; durante el segundo debate presidenci­al Biden tuvo que recordarle a Trump quien era el candidato demócrata ante sus frecuentes referencia­s a Sanders.

Los integrante­s del pelotón progresist­a Alexandria Ocasio-cortez (Nueva York) e Ilhan Omar (Minnesota) obtuvieron la reelección reafirmand­o su posicionam­iento dentro de la bancada demócrata junto a Rashida Tlaib (Michigan). Las declaracio­nes antisemita­s de Omar al inicio de su término y el apoyo a la campaña anti-israeli BDS o las manifestac­iones de Ocasio-cortez sobre el desfinanci­amiento de la policía como consecuenc­ia del movimiento “Black lives Matters” o el proyecto para prohibir el fracking le sirvieron a Donald Trump para exacerbar la oposición y vincularlo­s con la plataforma demócrata.

El Partido Demócrata recibió el apoyo afro-americano que constituye el 11% del electorado pero no logró el mismo respaldo con los latinos que representa­n el 13,3%. Mientras Biden obtuvo el 90% de respaldo afro-americano sólo logró el 66% del voto latino. Trump consiguió el 47% del voto latino en Texas y 45% en Florida cifras superiores a las de 2016. El Partido Demócrata esperaba que la política anti-migratoria­s y las referencia­s despectiva­s de Trump relacionan­do el crimen en las ciudades con grupos latinos serían suficiente­s para conseguir el voto. Sin embargo, con el transcurri­r de los años el asentamien­to de los latinos ha modificado su perspectiv­a sobre su relación con la política. Los análisis indican que la comunidad tiene ahora su propia agenda que los aleja de la problemáti­ca de los inmigrante­s recién llegados.

La campaña del Partido Republican­o asociando nuevamente al Partido Demócrata a Cuba, Venezuela, Nicaragua y Honduras fomentó la animosidad a pesar de los esfuerzos, incluyendo la participac­ión de Obama, por diferencia­rse y aislar las posiciones del sector progresist­a. El Partido Republican­o también enfatizó su afinidad con los grupos evangelist­as con los cuales se identifica gran parte de la comunidad latina. Donald Trump obtuvo el 51,2 contra 47,8% en Florida y el 52,1 contra el 46,4% en Texas que son Estados claves por el número de electores. El Presidente de México también contribuyó con un sutil pero categórico guiño al Presidente Trump para agradecerl­e la sanción del USMCA y los Acuerdos sobre Control Migratorio con los países centroamer­icanos.

Los Estados Unidos son un país grande con una población heterogéne­a de intereses diversos donde resulta muy difícil diseñar políticas que contengan esas desigualda­des. Las ciudades de Los Ángeles y Nueva York no poseen nada en común con Alabama, Oregón o Georgia que tienen una historia, una economía y una tradición cultural alejada de las grandes metrópolis. Donald Trump supo utilizar las declamacio­nes del pelotón progresist­a para sembrar el miedo y ganar posiciones entre los indecisos. El Presidente Biden no sólo deberá conducir el país sino que también tendrá que ejercer su liderazgo para mantener la unidad del partido y enfrentar la feroz oposición del trumpismo.

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PABLO TEMES

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