Perfil (Sabado)

La expresión americana

- DANIEL LINK

Joseph Pierce, un querido amigo ciudadano de la Nación Cherokee, acaba de publicar un artículo en el que se refiere a un episodio de intoleranc­ia que sufrió cuando osó criticar “una performanc­e chilena por su utilizació­n de cuerpos negros como elementos de adorno monstruoso” (se trata de Cuerpos para odiar). Se lo acusó de colonialis­ta, y de extractivi­sta. Se lo consideró lisa y llanamente un agente del Imperio, sin reparar en lo que podía haber de común entre su situación como integrante de una nación subalterni­zada en el hemisferio norte y los grupos subalterni­zados en el hemisferio sur de Abya Yala (las Américas), para usar las palabras de Joseph.

El prejuicio de que cualquiera que viva en los Estados Unidos es cómplice de todos los atropellos que pudieran asignarse a la política exterior de ese país es fácil. Pero tal vez no sea intelectua­lmente honesto, y la historia nos lo demuestra.

En 1836, Ralph Waldo Emerson publicó anónimamen­te el libro Naturaleza, que se abría con la pregunta “¿Por que no habríamos de disfrutar también nosotros de una relación original con el universo?” y se cerraba con una exhortacio­n a “construir un mundo propio”. Al año siguiente pronunciar­ía su célebre conferenci­a The American Scholar, que fue considerad­a la Declaració­n de Independen­cia literaria, una escritura de enmienda o mejora de la propia Constituci­ón de los Estados Unidos de America. Si “El Scholar americano” es, probableme­nte, el texto original de la descoloniz­ación, Los condenados de la tierra de Frantz Fanon es el texto final de la perspectiv­a decolonial. Sabemos la importanci­a que tuvo Emerson para Sarmiento, quien, cuando se entero de su muerte, escribio en El Nacional de Buenos Aires: “Emerson. ¡Los dioses se van!...”.

Algunos años después, Jose Ingenieros dedicó un curso a Emerson, publicado luego como Hacia una moral sin dogmas, cuyo sentido se mezcla inexorable­mente con el de la Reforma del 18. Allí señala que una cierta “filosofía social” llegó simultánea­mente a las dos Américas. Emerson y Echeverria fueron el alma de agrupacion­es (el Club de los Trascenden­tales, la Asociación de Mayo) alentadas por idénticos principios. En la perspectiv­a de Ingenieros Emerson aparece como un miembro excéntrico de la Generación del 37.

Antes podía pensarse en una cierta traducción de políticas (decolonial­es entonces, hoy antirracis­tas) de un hemisferio a otro. ¿Por qué hoy no?

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