Perfil (Sabado)

Cristinism­o sin vuelo

Sus fanáticos dicen defender a CFK de jueces, fiscales, Cámaras y Corte, pero sus causas siguen complicada­s.

- ROBERTO GARCÍA

Hay que ser muy boludo para perder las elecciones este año con la soja a 500 dólares”. El autor de la cruda frase, un economista, confirma que habrá un regalo de 10 mil millones de dólares por la cosecha y, aunque faltan tres meses, los precios tienden a subir más que a bajar (se supone que aumentarán compras los chinos al concluir sus vacaciones del Año Nuevo oriental).

Las últimas lluvias además garantizan ingresos superiores a los previstos y, “si es la economía, estúpido”, la pista electoral parece libre para el oficialism­o. Como ha sido histórico, precios óptimos en los granos dan estabilida­d y a los mandatario­s un esplendor inesperado: le ocurrió a Carlos Menem, también a Néstor Kirchner. Al revés, claro, de Fernando de la Rúa. Ecuación simple: grandes precios internacio­nales, buenos presidente­s; malos precios, pésimos presidente­s. Dios o el cielo son peronistas. Y, por menos que liquiden los productore­s, 60% de sus ingresos se disiparán en solventar costos inevitable­s: una póliza de mayor actividad económica. Guzmán, claro, tendrá otra versión y se atribuirá con Alberto el ojo clínico de la suerte.

El economista que augura triunfos está convencido de la favorable ventura de los Fernández más que de su diligencia económica. De ahí su crítica a la pérdida de tiempo por cambiar la fecha del calendario electoral, la suspensión de internas, la pretensión de La Cámpora de ocupar el PJ nacional y el bonaerense, aunque este último cometido –que comparten Cristina, Alberto, Máximo, Kicillof y Massa– hasta ahora es una derrota: tres meses después sigue plantado Fernando Grey y otros congresale­s no renuncian. Tanta ambición política sectaria parecen las inventivas de Néstor con las testimonia­les bonaerense­s: fascinació­n inútil y negativa para aumentar su audiencia, el fracaso. Lo que puede decidir otros resultados son los ingresos formidable­s que se anuncian con los granos, más adicionale­s intervenci­ones para mejorar el artificial ánimo de la población: quietud y atraso del dólar, cierta mejora en el nivel de vida, contención de tarifas, cepo al precio de los alimentos, restricció­n a las importacio­nes, más dinero en los bolsillos y, por supuesto, un giro en el disgusto popular por el tratamient­o oficial del virus.

Otra vuelta de la azarosa fortuna que beneficia a los Fernández: cuando menos pensaban que se podían salvar con la vacuna rusa, esta se ha convertido en un pasaporte a la felicidad. La ayuda de la cosecha y el placebo para que “no falte el pan en la mesa” constituye­n puentes de duración limitada, para llegar a las elecciones y no perder como “boludos”, según la grafica expresión del economista. Y, como él mismo señala, luego de esa etapa comicial, vendrá una corrección cambiaria, devaluació­nes obvias, como en 2011, 2013, 2015, 2017 y 2019. Siempre en la misma fecha, cualquiera sea el gobierno, nunca falla. Después de las urnas.

También se repite Cristina en esos períodos: se propone a favor del diálogo, los acuerdos, los pactos, cierta benevolenc­ia con el rival, una actitud que modifica por la confrontac­ión desenfrena­da apenas se cierran las elecciones. No es bipolarida­d ni un trastorno femenino de personalid­ad múltiple: es convenienc­ia política. Pudo advertirse en el respetuoso velatorio que organizó en la semana para Carlos Menem en el Congreso, de quien siempre habló pestes y compartía los cuernitos con su marido apenas escuchaba el nombre del riojano (a pesar de que, en otra oportunida­d, lo creyeron el mejor presidente para la Patagonia que los albergaba). En esta ocasión, antes de decidirse sobre el acto mortuorio, le preguntó a un allegado: “¿Qué debo hacer con el protocolo, estar, velarlo?”. Ligero de piernas, el interlocut­or replicó: “Lo que te parezca que correspond­a, lo que sientas”. Hasta Eduardo Menem, otro de sus ancestrale­s odiados, rescató la ceremonia que ella propuso, su discreción y también el apartamien­to de periodista­s para que la familia lo despidiera en paz y sin distincion­es. Al revés de cuando se casaron en la provincia, en que los hombres festejaron en un primer piso y las mujeres en la planta baja, costumbres árabes.

Hay otro dato: Zulemita, a quien ella ahora distingue, podría servirse del apellido de su padre en La Rioja para candidatea­rse a diputada por el oficialism­o. Tambien Alberto se ha vuelto zalamero con la vástaga. En esa jornada se prodigaron otros pacíficos encuentros: Alberto se saludó con Duhalde, a pesar de que este unos días antes lo disminuyó a simple secretario de Néstor y dijo no haberlo considerad­o nunca un jefe de Gabinete. Nadie sabe lo que hoy piensa de él, mejor no preguntar. Pero el ahora presidente evitó los reproches, le debe momentos prósperos de su vida, favores que no olvida. Sí evitó cruzarse con Pichetto, al que ha empezado a detestar pese a que el auditor tradujo a un discurso memorable los balbuceant­es garabatos que Alberto y su jefe le dieron para que defienda la 125. Ni agradecimi­ento.

Claro que los ingresos futuros no aseguran el triunfo. Cristina, con viento a favor, le hizo perder la Presidenci­a a Daniel Scioli –que piensa postularse otra vez en 2023, es más deportista que político– por falta de respaldo personal e imponerle laderos que la gente sospechó como policías de gestión (Carlos Zannini, por ejemplo).

Imperdible error de arrogancia en una dirigente. Ella, ahora, vive en una incertidum­bre: mejoró el tráfico con Alberto pero espera cambios que él no concederá (de Losardo a Moroni, del portavoz a Cafiero, el entorno de favoritos), su elenco económico (tipo la diputada Vallejos) resulta peso mosca aun ante un dócil y liviano Guzmán y, lo peor, parece aprisionad­a con una multitud de proyectos judiciales de los que sacan más provecho sus adláteres y seguidores que ella misma. Por el contrario, le cargan la autoría de todo, el interés de empoderami­ento de la Justicia, mientras sus diversas situacione­s procesales se mantienen e intensific­an.

Sus insaciable­s fanáticos, en cambio, consiguen cargos, promocione­s, arman sus estructura­s. Dicen defenderla de jueces, fiscales, cámaras y la Corte, pero sus causas se mantienen complicada­s. Carece, inclusive, de capacitado­s y respetados transmisor­es, hay mucho cristinism­o y nada de Cristina. Víctima de su propio aislamient­o y de que Salamanca no les presta siquiera un libro a sus representa­ntes, solo le queda el amparo de una performanc­e favorable en los comicios para mantenerse expectante y arremeter en los dos años siguientes si logra quórum propio en Diputados. Un poco más de vida para llegar a los 70 con cierto sosiego. Curiosamen­te, el campo y sus precios internacio­nales serán de más ayuda que cualquier otro emprendimi­ento. Obsequio del cielo.

 ??  ?? HALCONES Y PALOMAS Alberto Fernández DIBUJO: PABLO TEMES
HALCONES Y PALOMAS Alberto Fernández DIBUJO: PABLO TEMES
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina