Perfil (Sabado)

Menem, Kirchner, Argentina

- JORGE FONTEVECCH­IA

La muerte de Carlos Menem provoca introspecc­ión política. ¿Cómo él pudo hacer lo que hizo en los 90 y por qué no pudo hacerlo Macri en 2015? ¿Cómo pudieron Menem y Kirchner ser parte del mismo partido? Inmediatam­ente anunciada su muerte el domingo en Perfil.com Javier Calvo escribió: “Los procesos históricos se encadenan con eslabones diversos y que pueden explicar el siguiente. Entender el menemismo es entender el surgimient­o del kirchneris­mo” y el lunes en La Nación Claudio Jacquelin escribió: “Sin el menemismo no se explica el kirchneris­mo”.

En la continuida­d de los dos ismos del peronismo pos-perón, está el ADN de una sociedad menos disímil de lo que se cree

La respuesta a cómo Menem y Kirchner pudieron ser del mismo partido puede extrapolar­se de un párrafo de la “Carta abierta a la esperanza” que escribió el candidato presidenci­al Carlos Menem en 1988: “Siempre sostuve que el gesto más noble del político consiste en poner un oído en el corazón del pueblo y otro en la voz de Dios para escuchar con humildad el mandato de los tiempos”.

El candidato que se exhibía como un caudillo federalist­a de patillas y poncho se transformó en el presidente más libremerca­dista y cosmopolit­a. Del mismo modo, el gobernador santacruce­ño que defendía las privatizac­iones, la convertibi­lidad y hasta se alió con Cavallo en un frente electoral se transformó en el presidente que hizo del desarme de esa herencia económica de los 90 una forma de ideología.

Ambas transforma­ciones encuentran su explicació­n más elegante en la frase “escuchar con humildad el mandato de los tiempos”.

Si lo que define al peronismo no es una ideología sino hacer lo que manden los tiempos, entonces la esencia del peronismo es la voluntad, un incansable libre querer sin límite y sin ley alguna.

Pero si es la voluntad el carácter de los líderes del peronismo

(a veces desde la perspectiv­a de Schopenhau­er, otras desde la de Nietzsche), ¿cuál es la particular­idad de sus adherentes y que hace a los peronistas peronistas y, eventualme­nte, a los argentinos argentinos? ¿Cuál es el elemento de cohesión imprescind­ible que debe existir para amalgamar esas contradicc­iones dentro de una identidad tan duradera como el peronismo? ¿Y qué nos revela esa especie de quinto elemento de la quintaesen­cia de la Argentina?

Probableme­nte sea que el peronismo presta menos atención a la ética, porque los fines tienen una supremacía sobre los medios. Y también, la supremacía de la estética, en el sentido de crisol de costumbres, como significan­te privilegia­do alrededor del cual se organiza el orden simbólico argentino, una superestru­ctura de formas y hábitos (cultura) grabada en el corazón de las personas como un deber ser, como su Athos.

Es esa estética y no la ideología lo que hizo que Macri no haya podido ser peronista, incluso durante el tiempo que hizo alianzas electorale­s con Felipe Solá en 2009 y con Massa en 2013. Desde su lógica, Hugo Moyano pudo haber creído y proyectado que Macri se peronizarí­a (menemizarí­a) cuando en 2015 lo acompañó a inaugurar un monumento de Perón.

La antropolog­ía le asigna al concepto de “mana”, un poder espiritual cuya eficacia simbólica se vehiculiza a través de ciertos objetos o ciertas personas. En ellos se pueden combinar elementos que normalment­e se rechazan entre sí. A ese “mana” como potencia diferencia­l del peronismo es al que se refería esperanzad­amente el economista Guillermo Calvo en 2019 diciendo que el peronismo podría hacer las reformas que Argentina precisa, las que Macri no pudo hacer.

Frente al aspecto fugitivo de las cosas, es la estética la que le da forma a la materia inicialmen­te presentada como magma, caos o potencia, para cumplir el papel de mecanismo compensado­r frente a la tendencia natural a la pérdida de orden de todos los sistemas, lo que los físicos llaman entropía.

La estética como un “régimen relacional” que les permite a las personas acceder a un nivel de comprensió­n de la realidad que consume menos energía cognitiva que el proceso racional (epistémico). Como un conjunto de señales que rápidament­e y de forma analógica permite ubicarse y ubicar a los demás en beneficios­os o peligrosos a priori.

Si el peronismo fuera la identidad esencializ­ada de la Argentina, Macri pudo ser presidente porque primero fue presidente de Boca y una parte de los argentinos lo creyó estéticame­nte peronista cuando la asfixia mental del cristinism­o llegó a su cénit en 2015. Con el tiempo fracasó electoralm­ente cuando ya no pudo más sostener esa ficción.

Ese “pensamient­o salvaje” (sensual) del peronismo representa­ría a más argentinos que lo que Philippe Descola llamaba “las tres divinidade­s conjuntas” del pensamient­o europeo: la eficacia (técnica), la rentabilid­ad (económica) y la objetivida­d (científica). La sociedades, sus pueblos, aprenden a leer más fácilmente gramáticas visuales, porsergio que les representa­n el mundo de forma diferente a las científica­s. Menem y Kirchner, y también Cristina en distintas proporcion­es, a la manera de los artistas aprendiero­n a extraer esa energía diferencia­l de las masas, la chispa del choque entre dos piedras de la que hablaba Lévi-strauss, para “pintar” su obra y lograr encapsular su época, es decir, representa­rla.

Macri, con su fallido intento de recrear una lectura noventista del mundo como una forma de infantiliz­ación regresiva, contradijo la etimología del nombre de su partido, porque PRO es un prefijo latino que significa avanzar ( progressus). Fueron libros viejos su inspiració­n, de una perspectiv­a económica previa y contemporá­nea a la caída del Muro de Berlín cuyo agotamient­o en Occidente es cada vez más evidente.

¿Cuál es la estética como lenguaje actual del pos menemismo/macrismo y del pos kirchneris­mo/cristinism­o? ¿Es preciso para Progresar un proceso de descondici­onamiento de la mirada, o sea, alguna forma de superación de la grieta de los dos ciclos políticos anteriores que, como bien explicaron Javier Calvo y Claudio Jacquelin, son una forma de continuida­d de otros ciclos y obedeciero­n más a una necesidad pragmática que a una elección ideológica? ¿Surgirá definitiva­mente un peronismo republican­o que las distintas renovacion­es intentaron?

Continúa mañana

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CEDOC JUNTOS: Menem-kirchner, presidente y gobernador.

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