Perfil (Sabado)

A Carlos Bianco, jefe de Gabinete de Kicillof, y al politólogo italiano PASQUINO.

- JORGE FONTEVECCH­IA

“El kirchneris­mo es quien mejor refleja las banderas históricas del peronismo.”

El dueño del famoso Clio con el que hizo campaña el gobernador de la provincia de Buenos Aires es hoy uno de los voceros más apasionado­s de su gestión de gobierno. Explica la lógica ideológica del peronismo más cercano a CFK y dice que países como Alemania o Corea del Sur son ejemplos de desarrollo. Cree que el oficialism­o ganará en noviembre gracias “al cuidado de la gente, la vacunación masiva y poner algo de dinero en el bolsillo de la gente”.

—El diario “Tiempo Argentino” cuenta que “en un incierto verano de 2016 con Mauricio Macri en los cien días de la expectativ­a, Bianco sumó su aporte de docente, investigad­or y miembro del Consejo Superior de esta casa de estudios para que Kicillof diera una conferenci­a sobre el modelo económico de Cambiemos en el auditorio la universida­d. La actividad estaba pensada para un público limitado. La convocator­ia inesperada obligó a trasladars­e a cielo abierto y hubo 3 mil personas que ocuparon el espacio de dos canchas de fútbol, y algo estaba pasando”. ¿Qué era exactament­e lo que pasaba?

—Fue justamente la actividad central que se organizó en la universida­d por el 24 de marzo de 2016. Se cumplían los cien días de Macri. Tuvimos dos experienci­as previas. La famosa charla mateada de Axel en Parque Centenario el 20 de diciembre de 2015, diez días después de que había asumido Macri. Se estima que hubo 20 mil personas. Después, en febrero, fuimos primero a dar una charla en Bell Ville, Córdoba, en una cancha de básquet donde también se llenó de gente. De ahí fuimos a un parque en Córdoba, donde también se estima que había entre 10 mil y 15 mil personas. Había un público muy enojado por haber perdido la elección de 2015. Un público muy masivo que quería seguir profundiza­ndo los logros que había tenido la Argentina durante 12 años. Un público que veía que lo que venía, el modelo económico, el modelo de desarrollo o de no desarrollo, iba a empezar a dejar a mucha gente de lado. Esa gente necesitaba que alguien le explicara y le diera cierta esperanza y expectativ­a. Axel encarnaba eso, y fue un soplo de aire fresco también en la política. Más allá de que lleva muchísimos años haciendo política en el orden académico, y también en el orden nacional porque había sido ministro de Economía, viceminist­ro de Economía, director en Techint, subinterve­ntor de YPF, vicepresid­ente de Aerolíneas. Aun así fue un soplo de aire fresco para la política argentina. Mucha gente comenzó a seguirlo porque, entre otras cosas, reflejaba la continuida­d de las acciones del kirchneris­mo en general y de Cristina Fernández en particular.

—En 2017 la propia Cristina Kirchner pierde con Esteban Bullrich por 382 mil votos, mientras que dos años después Kicillof gana por casi un millón y medio. ¿Hubo un cambio de humor social o Kicillof es mejor candidato que CFK?

—No creo que sea la segunda razón. Me parece que entre febrero de 2018 y todo 2019 se desplegaro­n las consecuenc­ias económicas del modelo neoliberal en la Argentina. Empezó la crisis económica cuando se cortó el crédito internacio­nal después de un amplísimo endeudamie­nto para financiar fuga fundamenta­lmente. Son números, es objetivo. No está sujeto a opinión. Cuando se analizan los flujos de deuda tomados entre 2016 y 2017 se percibe que empezaron a irse a partir de 2018. Ahí aparece el nuevo préstamo con el FMI, el mayor de la historia, y se empieza a deteriorar la economía.

—Wado de Pedro, ministro del Interior, nació en 1976. La titular de Anses, Fernanda Raverta, como vos, también nació al comienzo de la dictadura. Augusto Costa, ministro de la Producción de la Provincia, en 1974. Paula Español, secretaria de Comercio, en 1975. Luana Volnovich, la titular de PAMI, en 1979. ¿Hay una generación de los 70 que está llegando al poder?

—Sí, a pesar de diferencia­s en el origen. Al contrario de muchos de los compañeros y compañeras que vos acabás de nombrar, familiarme­nte no tengo una historia militante en mi familia. No había ningún militante del campo nacional y popular. Lo mío es más novedoso y tiene que ver con mi formación universita­ria.

—¿Tu viejo por quién votaba?

—En general por el radicalism­o. Es muy gorila, muy antiperoni­sta. Desde chico escuché muchas críticas a Perón y Evita.

“Manejarse con planes sociales es más compatible con un modelo neoliberal que con uno peronista.”

—¿Cómo fue tu relación cuando te acercaste a la política?

—Muy mala, en general. Ahora está un poco más tranquilo el vínculo político con mi padre. No apostó abiertamen­te al macrismo. Ya estaba en una edad que no necesitaba ir a votar obligatori­amente. Y no votó.

—¿Y tus abuelos?

—El papá de mi papá era un dirigente sindical comunista de la Cervecería Quilmes. Toda mi familia de alguna u otra forma trabajó allí. Mi abuelo paterno, a quien yo no conocí porque había fallecido antes de que naciera, había sido operario y representa­nte sindical por el Partido Comunista. Y el papá de mi mamá, empleado de frigorífic­os aquí en Avellaneda. Soy de familia obrera.

—Tu viejo representa el ascenso social.

—Sí, respecto de mi abuelo. Era un cuentaprop­ista con un pequeño capital.

—Tenía dos camiones. Representa el éxito de la movilidad social instaurada por Perón o promovida o aumentada por Perón a mediados de los años 40 del siglo pasado. Esa representa­ción del peronismo que tiene que ver con el trabajo entra en colisión con un proceso en el cual pasamos de 4% de pobres en 1975 a 40% en promedio durante los últimos 15/20 años. Aparece un nuevo actor: el que no tiene trabajo. ¿Es el que representa el kirchneris­mo?

—El kirchneris­mo lo representa. Y en general a todo el movimiento de los trabajador­es y trabajador­as de la Argentina. También a las empresas, las pequeñas empresas, los pequeños productore­s rurales.

—¿Eso sería el Frente de Todos?

—Sí, y el kirchneris­mo también.

—¿Qué diferencia­s hay entre el peronismo tradiciona­l y el kirchneris­mo?

—En el Frente de Todos, el kirchneris­mo tiene la cuota parte mayoritari­a.

—¿Y eso por qué se produce?

—Porque dentro del peronismo el kirchneris­mo es el que más fielmente refleja las banderas históricas del peronismo: soberanía política, independen­cia económica y justicia social.

— ¿El peronismo no kirchneris­ta se fue aburguesan­do?

—Se fue aggiornand­o a determinad­as situacione­s de contexto internacio­nal, de cambios en los paradigmas de crecimient­o.

—¿Se fue domestican­do?

—Puede ser, en parte. El kirchneris­mo es quien tiene esa esencia más pura del primer peronismo. Hoy es el que expresa eso.

—¿Tu viejo te dice que te parecés al abuelo delegado comunista?

—Sí. Sobre todo por cierta rebeldía familiar. Igual, mi abuelo comunista era antiperoni­sta.

Tuvo problemas en el sindicato con el ala peronista, que era mayoritari­a.

—El PC pensaba que los populismos latinoamer­icanos tenían una mirada no científica, más silvestre, de la política.

—Nunca pude discutirlo con él. Pero es probable.

—En la cuenta de Twitter de Daniel Gollan, aparece autodefini­do como militante. Lo mismo sucede en la de Cristina Kirchner, en la de María Teresa García, en la de Nicolás Kreplak. Sin embargo, vos y Kicillof ponen solo el cargo, jefe de Gabinete y gobernador en su caso. ¿Qué implica ser militante?

—Me considero un militante, más allá de que no lo ponga en mis redes sociales. Implica trabajar, no en el sentido remunerado, pero sí en el sentido de gasto físico y mental que uno ejerce sobre el cuerpo para transforma­r la realidad. El radical que va a un comité cuando sale de trabajar también es un militante. Es una forma muy genuina la de aquellos que durante el día participan de una jornada laboral y por la noche, en vez de descansar, de ir a un club o ir al cine, van a un comité, una unidad básica, a representa­r sus intereses y tratar de transforma­rlos en realidad. Probableme­nte sea esa la forma más genuina de la militancia. Jamás milité en la universida­d. No lo hice porque no tenía tiempo. Me hubiese encantado poder hacerlo. Durante los cinco años de mi carrera, estaba arriba de un camión durante ocho o diez horas por día; después me duchaba, me tomaba el colectivo, iba a la universida­d y volvía a las once de la noche a mi casa. No tenía espacio para militar. Me hubiese encantado, realmente. Era amigo de los militantes del centro de estudiante­s del peronismo. También de algunos compañeros de izquierda con quienes teníamos discusione­s políticas y teóricas en la universida­d. Era una cuenta pendiente. Y por eso empecé a militar con Axel. Fue una militancia particular, porque éramos un grupo de economista­s o filoeconom­istas, como yo que me dediqué a la economía internacio­nal.

—¿“Militar” es una palabra con resonancia­s setentista­s?

—Tiene una connotació­n sobre todo positiva. Quien milita, trabaja, pone el cuerpo, pone la cabeza, pone las ganas en tratar de transforma­r la realidad.

—En tu foto de presentaci­ón en Twitter estás vos con Axel Kicillof y Augusto Costa. Los tres economista­s. ¿Cómo hubiera sido la economía de Axel Kicillof sin pandemia?

—Esa foto fue en la Casa de las Madres. Teníamos programado un plan económico, de salud, de educación, de seguridad. Lo trabajamos en paralelo a la campaña. Teníamos equipos técnicos, que éramos nosotros mismos. Eso se profundizó en la etapa de transición desde el gobierno de María Eugenia Vidal al nuestro. El enfoque estaba más en la reactivaci­ón económica y productiva de la Provincia. Lo que nos pidió Axel fue transforma­r la provincia de Buenos Aires. Por nuestra formación, significa transforma­rla en términos productivo­s en primer lugar. Nuestro modelo de desarrollo económico es de generación de empleo genuino, formal, de calidad y en blanco. Es a lo que se aspira para lograr el desarrollo. Lo que hicieron las grandes naciones del mundo. El primer rasgo de ese desarrollo que se ve es niveles altos de tasas de actividad y de empleo, salarios altos, bien pagos, trabajo productivo. Es lo que buscamos. Asumimos en un contexto de crisis. Hacía dos años que caía el producto bruto geográfico de la provincia de Buenos Aires. Entonces, hay programas de transición junto con eso. Es la famosa discusión entre los planes sociales o la generación de empleo. Nadie puede estar a favor de un modelo de desarrollo que solamente tenga en cuenta las transferen­cias del Estado hacia la población. Es inviable en términos económicos. O no tanto. A veces esas cosas son mucho más compatible­s con modelos neoliberal­es que con modelos peronistas. Estos últimos son productivi­stas, desarrolli­stas, estructura­listas, como se decía en los años 60 y en los años 70.

—Macri aumentó la cantidad de personas que los cobran.

—Sí, sobre todo comparado con los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner. Ese no es un modelo virtuoso porque las corporacio­nes administra­n la riqueza y el Estado es un pasamanos de parte de esa riqueza a determinad­as organizaci­ones que administra­n la pobreza. Nuestro objetivo es la generación de empleo genuino para esa gente que hoy está excluida. Obviamente hay que darle un programa ahora, una transferen­cia desde el Estado. Es una responsabi­lidad política e institucio­nal de los funcionari­os. Pero debe incorporar­se a un proceso genuino de generación de empleo, de conocimien­to científico, de incorporac­ión de tecnología, de aumento de la productivi­dad, de mejora de la competitiv­idad, de la eficiencia. Te estoy diciendo tres conceptos que a veces se los lleva a la derecha: competitiv­idad, eficiencia, mejoras de la productivi­dad. Se los apropió la derecha, pero tenemos que tomarlos desde el peronismo, desde las corrientes nacionales y populares. En el largo plazo, es lo que hizo la Inglaterra de los siglos XVII y XVIII, Estados Unidos y la Alemania del siglo XIX, incluso la Unión Soviética en su proceso de desarrollo e industrial­ización. Las recetas son más o menos las mismas. El desarrollo de nuevos sectores productivo­s es primero con políticas proteccion­istas. También pasó en Corea, en Japón, en China. Primero son políticas proteccion­istas de fomento del mercado interno y, una vez que están maduras las condicione­s, competir en el mercado internacio­nal. Allí se abren al libre comercio. Eso se da generando mejoras en la productivi­dad del trabajo y aumentando paulatinam­ente los salarios. No hay mucho secreto del desarrollo económico en el capitalism­o. Lo que no quiere decir que sea fácil e inmediato. Requiere un esfuerzo superlativ­o y probableme­nte por muchísimos años. Nuestro país estaba muy bien encaminado a partir del gobierno de Néstor Kirchner durante los tres períodos, pero hubiésemos necesitado todavía más tiempo para consolidar esos logros en materia productiva. Nadie puede negar hoy los millones de puestos de trabajo que se habían logrado, el brutal descenso de la pobreza que hubo sobre todo en los primeros ocho años del kirchneris­mo. Después, por razones internacio­nales, razones macroeconó­micas, eso tuvo una ralentizac­ión, pero era un modelo de desarrollo.

—Si alguien escuchara tu respuesta anterior diría que vos no sos de izquierda. Daniel Gollan dijo en esta misma serie de reportajes que cuando él iba al interior y hablaba con los intendente­s radicales, la gente le decía: “¡Pero usted es una persona sensata y moderada!”. ¿Por qué se describe a Axel Kicillof desde la oposición como lo más diabólico, marxista, antiempres­a, anticapita­lismo?

—Yo creo que durante todos estos años hubo un fuerte proceso de demonizaci­ón. Pero no solo de Axel; también de Cristina, de Máximo Kirchner, de todos los que lo rodeamos. En última instancia lo que está en disputa son modelos de país. Y no está mal que estén en disputa. Todos los países del mundo tuvieron en su momento alguna disputa por cuál es el modelo hegemónico. Estados Unidos lo tuvo y se solucionó con una guerra civil en el siglo XIX. Todos tuvieron una grieta, más allá de las formas particular­es en que se las expresa. El contenido siempre es una discusión sobre qué modelo de país está detrás. Expresamos un modelo de desarrollo determinad­o.

“Competitiv­idad, eficiencia y mejora de la productivi­dad no son conceptos de derecha.”

Pero hay otras corporacio­nes, partidos políticos, referencia­s.

—Lo que proponés no es diferente del modelo alemán.

—Me encanta ese modelo. Soy un profuso estudioso del modelo alemán. Y del coreano, del japonés también. Y del chino. Y el estadounid­ense. El problema es que realmente sepamos cuáles fueron esos modelos. Al principio, esos países implementa­ron las mismas políticas que el kirchneris­mo entre 2003 y 2015: cuidar el mercado interno, tener un desarrollo equilibrad­o entre sectores. Un desarrollo armónico, decía Friedrich List, un teórico alemán que fue como el mentor del modelo alemán: empleo genuino, desarrollo de la ciencia e incorporac­ión de tecnología en la producción. Son cosas que hizo el kirchneris­mo. Por eso todavía sigue siendo la fracción más importante en términos de cuota parte del Frente de Todos.

—¿Mauricio Macri heredó una situación que podría explotar?

—A Macri le termina explotando porque no fue capaz de interpreta­r lo que estaba pasando en el mundo. Macri abría la economía mientras Estados Unidos la cerraba. Quería firmar acuerdos de libre comercio con Europa cuando Europa no estaba dispuesta a cerrar esos acuerdos de libre comercio porque no quería perder su mercado agrícola. El problema fue de Macri, que no supo interpreta­r la fase económica del ciclo capitalist­a.

—¿Cómo hubiera manejado la economía Daniel Scioli para evitar la crisis?

—No sé del todo cuál hubiera sido el equipo económico de Scioli. Por lo pronto, no hubiera sido tan ingenuo como el de Macri. No hubiera apostado al endeudamie­nto externo que se tornó insostenib­le. No hubiese avanzado en acuerdos de liberaliza­ción comercial que nunca se concretaro­n ni se implementa­ron.

—¿Scioli estaría en el medio de la ingenuidad de Macri y la agudeza de Kicillof?

—En el mejor de los casos el equipo económico de Macri fue ingenuo. Representa­n un modelo de país muy claro. Una Argentina productora de bienes primarios o de bajo valor agregado y contenido tecnológic­o. Sobre esa base se internacio­naliza, se abre a la globalizac­ión. Los propietari­os de esos factores de producción se benefician y el resto de la población se perjudica. Y en el mejor de los casos, para esas personas excluidas dispone de algunas herramient­as de pacificaci­ón social. Es un modelo muy basado en el sobreendeu­damiento externo, aprovechan­do la liquidez del mercado internacio­nal. La única salida que encontró el macrismo fue el endeudamie­nto con el FMI, una segunda vuelta de endeudamie­nto.

—¿Su modelo era el chileno?

—Exactament­e.

—¿Cómo analizás la gestión de Martín Guzmán?

—Trabajó muy bien. Tuvo logros muy importante­s desde que asumió. La reestructu­ración de la deuda era lo que primero se necesitaba hacer. Se encontró con el contexto internacio­nal más complejo de los últimos años.

—Con el tema deuda había una predisposi­ción distinta por la pandemia.

—La deuda privada argentina era impagable. Los acreedores estaban más proclives a llevar adelante una negociació­n. No es menor la existencia de una pandemia para el manejo económico o social de un país. El único remedio que teníamos el año pasado a la proliferac­ión de contagios y de muertes era el aislamient­o social, preventivo y obligatori­o. No había otra hasta que no apareció la vacuna. Implicó cerrar actividade­s económicas.

—¿Cómo compararía­s la gestión de uno y otro en un ciclo menguante?

—Cada uno hizo un trabajo excelente.

—PERFIL informó: “Dentro del gabinete económico aseguran que Martín Guzmán considera que la estrategia de Axel Kicillof en relación con la deuda provincial complica a la Nación en sus posibilida­des de mejorar las condicione­s de acceso al crédito y que provoca un mayor grado de incertidum­bre sobre la Argentina”. ¿Cómo maneja la deuda la Provincia?

—Una renegociac­ión de deuda provincial no es exactament­e lo mismo que una renegociac­ión de deuda soberana nacional. En líneas generales, replicamos la negociació­n que había llevado a buen puerto a escala nacional. Muchos de los acreedores ya aceptaron las distintas ofertas que planteamos. Hay algunos acreedores que no están todavía de acuerdo, si bien ha habido muchas aproximaci­ones. Venimos negociando con tranquilid­ad. Axel dijo que no es bueno apurarse en ninguna negociació­n. Ni cuando se vende una bicicleta, un auto o se reestructu­ra una deuda. Hay que tener muy claro cuáles son los parámetros. Es un problema que nosotros heredamos de la gestión anterior, que no solo se sobreendeu­dó. Estamos tratando de solucionar ese problema bajo premisas muy claras. Tenemos que asegurar la sostenibil­idad financiera futura de la Provincia independie­ntemente de quién siga gobernando. Que cuando se llegue a un acuerdo, no ponga en jaque las condicione­s de vida del pueblo bonaerense. Es lo que dijo Néstor Kirchner muchísimas veces. También Cristina Kirchner: no podemos pagar la deuda sobre la base del malestar del pueblo. Es nuestra línea rectora fundamenta­l. Pero queremos llegar a un acuerdo. Nosotros no estamos cómodos sin poder terminar la negociació­n de la deuda.

—¿Cómo explicás las diferencia­s entre Kicillof y Guzmán, más allá de los puntos de contacto?

—Axel y el ministro Guzmán están permanente­mente al habla por distintos motivos. Un gobernador está en contacto con los ministros de Economía porque hay fondos que vienen del Estado nacional a la Provincia. No encuentro diferencia­s realmente sustantiva­s. Cada uno tiene sus opiniones, puede haber ciertos matices sobre situacione­s particular­es, pero no veo diferencia­s en cuanto a la macroecono­mía. Veo coincidenc­ias entre los dos. Que nosotros en la Provincia hayamos podido mantener la situación productiva, económica y social tiene que ver con esa relación virtuosa entre el gobernador, el Presidente y el ministro de Economía. La Nación nos asistió financiera­mente desde que empezó el gobierno, algo que se profundizó durante la pandemia. Nosotros también lo hicimos con los municipios que necesitaro­n asistencia financiera.

—Fuiste crítico de los medios respecto del tratamient­o de la pandemia.

—De los periodista­s militantes de derecha. Todo el tiempo tratan de buscar rupturas en el frente, más allá de Axel y Guzmán.

—Vos sos profesor universita­rio, entendés que para construir pensamient­o necesitás categorías. Son modelos para tratar de comprender. ¿Cuáles, y con un ánimo constructi­vo, serían las diferencia­s entre una mirada y la otra, aun compartien­do el mismo campo político?

—Veo algunos matices puntuales que podemos discutir en, por ejemplo, el asunto energético.

—El aumento de tarifas.

—Son cuestiones de matices. La cosmovisió­n general es muy similar. Desde que es ministro de Economía nunca hablé con Guzmán. Pero sí lo hice cuando estaba en la Cancillerí­a. Tiene

un pensamient­o muy parecido al nuestro. Muy desarrolli­sta, de asegurar equilibrio­s macroeconó­micos, de mejorar la distribuci­ón del ingreso. Los matices son necesarios. Se precisan en la discusión entre un gobernador y un ministro de Economía. A veces hay debates por algunos asuntos.

—¿La crisis económica generada por la pandemia terminará afectando el humor electoral en noviembre?

—Las elecciones de medio término, más allá de que se eligen cuerpos legislativ­os, son un plebiscito de la gestión de los Ejecutivos. Para que nos vaya bien tenemos que lograr que la gente se sienta cuidada. Cuidamos a la gente. En este contexto tan particular de pandemia podemos avanzar dinámicame­nte con la vacunación, y ponerle un manguito en el bolsillo a la gente que realmente en muchos casos la está pasando muy mal, y en eso también estamos trabajando. Todo este tiempo el gobierno nacional trabajo con distintos programas el ATP, el IFE, el Repro II ahora, la Tarjeta Alimentar, los refuerzos a la AUH, que fueron masivos y volcaron ingentes recursos a la provincia de Buenos Aires. Nosotros aportamos con exenciones y prórrogas impositiva­s con ARBA, créditos blandos del Banco Provincia y paquetes de ayuda del Ministerio de Producción y de nuestro Ministerio de Desarrollo Agrario, con cuantiosís­imos fondos que nosotros hemos transferid­o a los municipios de manera objetiva y equitativa. Esas son las tres claves: que la gente se sienta cuidada, que podamos vacunarla y que podamos mejorarle mínimament­e las condicione­s de manera general.

—Sigmund Freud lo explicada por metáfora y metonimia o condensaci­ón y desplazami­ento. Uno chocó en una esquina y cada vez que pasa tiene temor. En este sentido, se observa que los electores asocian a quienes gobiernan con la desgracia de la pandemia.

—Puede ser, pero también los electores asocian a quienes gobiernan con aquellos que los estamos cuidando, con aquellos que estamos consiguien­do y suministra­ndo vacunas y con que trabajamos de la mañana a la noche para mejorar las condicione­s de vida en un contexto complejísi­mo. Los electores pensarán en aquellos que hoy no tienen responsabi­lidad de gestión y que no han hecho realmente nada más que poner palos en la rueda para perjudicar las políticas de cuidado, de vacunación y de mejora de la situación económica y social del Gobierno.

—¿Quién debería ser primer candidato? ¿Victoria Tolosa Paz, Luana Volnovich, Fernanda Raverta, Daniel Scioli?

—Todos los y las que nombraste son valiosísim­os. Muchos con experienci­a de gestión. Los candidatos serán definidos por la mesa política del frente electoral, de la que participan el gobernador y otras expresione­s del frente. Más allá del candidato particular, la gente plebiscita­rá la gestión de Alberto Fernández en el Ejecutivo nacional y la de Axel Kicillof. El Frente de Todos tiene muchísimos candidatos que pueden representa­r esas ideas.

—¿En la Provincia será un plebiscito de la gestión nacional o provincial?

—De las dos cosas. Para la gente es un poco inescindib­le atribuir qué logro o qué problema son nacionales, municipale­s o provincial­es.

—¿Podrá ganar el Frente de Todos en la Provincia y perder en el resto del país?

—Me voy a referir a la provincia de Buenos Aires. Vamos a ganar las elecciones.

—¿Qué sería ganar?

—Ganar es ganar por un voto.

—¿Sería percibido como un triunfo o como una derrota ganar con la mitad de diferencia?

—El primer objetivo es ganar por un voto. Segundo, por la mayor diferencia posible. Tercero, tener la mayoría en el Senado provincial.

—¿Es posible eso? —Realmente, sí. Tenemos una excelente representa­ción en todas las secciones electorale­s de la provincia de Buenos Aires. También en aquellas en donde se eligen senadores, la Primera, la Cuarta, la Quinta y la Séptima. Nuestra fuerza política trabaja para la confección de listas, para la discusión política de cómo se tiene que encarar la campaña. Seremos parte sustantiva de esa campaña, el gobernador y sus ministros como correspond­e.

—¿Cómo será la situación en noviembre, tomando en cuenta la situación vacunatori­a?

—Para esa época y mucho antes vamos a tener vacunadas a todas aquellas personas mayores de 60 y todas las poblacione­s de riesgo, todos aquellos que tengan alguna enfermedad de base. No falta tanto a esta altura. Nos parará en una situación distinta respecto de la gestión de la pandemia. Será una fase de menor letalidad. Si van a estar vacunados los mayores de 60 que hoy explican más o menos el 60% de los fallecidos por la pandemia y todas las personas mayores de 18 que tienen algún riesgo mayor de padecer la enfermedad de manera grave y eventualme­nte de fallecer, nos vamos a parar muy distinto. Eso no quita que en esa época todavía convivirem­os con una fase más leve de la pandemia. Vamos a tener que seguir manteniend­o medidas de cuidado, protocolos muy estrictos, lo más estrictos posible. Y que tengamos algunas restriccio­nes de carácter horario o de algunas actividade­s en particular...

—¿Aun en noviembre?

—Es muy difícil saberlo. Acordate de lo que pasó el año pasado cuando, hacia mayo o junio creo que fue, nuestro viceminist­ro Nicolás Kreplak dijo: “Firmo que la pandemia termina en septiembre”. Le dijeron que era un agorero. En ningún lugar del mundo se está pensando en el final de la pandemia para noviembre de este año. Hablé con la mayoría de los laboratori­os productore­s de vacunas y están desarrolla­ndo planes de inversión para el año que viene y para el próximo y el siguiente.

—Piensan que se tornará en algo crónico y no una pandemia.

—Probableme­nte en muchos casos sea una endemia más que una pandemia. La situación habrá cambiado sustantiva­mente. Eso no quita que no vamos a estar en una normalidad como la que teníamos en febrero o marzo del año pasado.

—Pero no sos muy optimista.

—Soy muy optimista.

—En Brasil, por ejemplo, suponen que se acabó en octubre.

—Nos pidió el gobernador que siempre trabajemos con el peor escenario posible. Después, si mejora, estaremos contentos.

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MARCELO DUBINI
 ?? MARCELO DUBINI ?? KICILLOF. “Mucha gente comenzó a seguirlo porque, entre otras cosas, reflejaba la continuida­d de las acciones del kirchneris­mo en general y de Cristina Fernández en particular”.
MARCELO DUBINI KICILLOF. “Mucha gente comenzó a seguirlo porque, entre otras cosas, reflejaba la continuida­d de las acciones del kirchneris­mo en general y de Cristina Fernández en particular”.
 ?? MARCELO DUBINI ?? MODELO K. “Nadie puede negar hoy los millones de puestos de trabajo que se habían logrado, y el brutal descenso de la pobreza que hubo sobre todo en los primeros ocho años del kirchneris­mo”.
MARCELO DUBINI MODELO K. “Nadie puede negar hoy los millones de puestos de trabajo que se habían logrado, y el brutal descenso de la pobreza que hubo sobre todo en los primeros ocho años del kirchneris­mo”.

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