Perfil (Sabado)

Perú: elecciones empañadas por la posverdad

- ESTEBAN VALLE-RIESTRA* *Politólogo peruano.

Con el 100% de las actas contabiliz­adas por el organismo electoral, es posible afirmar que Pedro Castillo es el virtual presidente del Perú. El resultado –todavía no proclamado oficialmen­te– presagia un simbólico alineamien­to del país andino con los países progresist­as de la región, ya que se espera que el profesor rural, de origen humilde y trayectori­a sindical, cambie el modelo económico neoliberal imperante por uno de corte socialista, tal como prometió en su campaña. Pero el ascenso de Castillo, lejos de significar el fin de la tortuosa inestabili­dad política que caracteriz­a al país desde las últimas décadas, y de propiciar consensos que permitan encontrar soluciones a la suma de crisis que lo agobian, es un hecho que divide a la sociedad peruana y sumerge a sus políticos, medios de comunicaci­ón e institucio­nes en una espiral de acusacione­s mutuas y campañas de desinforma­ción.

Pese a que la elección se desarrolló con normalidad y fue avalada por observador­es internacio­nales, Keiko Fujimori se niega a reconocer su derrota y ha empañado el proceso a través de recursos de nulidad y llamados a la movilizaci­ón, los cuales apuntan a suprimir los votos que recibió Castillo en regiones donde ganó por una abrumadora mayoría. Los reclamos de Fujimori repiten el guion de Donald Trump en los Estados Unidos, y se basan en conjeturas que han sido desestimad­as. Un total de 135 solicitude­s de nulidad interpuest­as por su partido denunciaba­n errores materiales en el conteo de los votos, firmas falsas en las actas y una presunta colusión entre parientes que conformaba­n mesas de votación. Sin embargo, estas fueron prontament­e desmentida­s públicamen­te y resueltas por los Jurados Especiales Electorale­s, que emitieron fallos con absoluta transparen­cia, que incluso fueron parcialmen­te televisado­s.

No obstante, 810 pedidos de anulación, que ingresaron fuera del plazo establecid­o, y por tanto fueron rechazados, son la fuente de las sospechas que levanta Fujimori respecto a un presunto fraude. Como han advertido analistas políticos, los números muestran que la victoria de Castillo está estadístic­amente consumada. Pero la candidata ha logrado instalar la idea de que los votos comprendid­os en aquellas actas podrían revertir el resultado de la elección, sin mayor fundamento que la conjetura de una manipulaci­ón sistemátic­a del proceso por parte de su rival. Entre los argumentos que cita su comité de campaña está el no haber obtenido ni un solo voto en algunas mesas electorale­s, resultado que adjudican a una presunta colusión entre organismos públicos e intereses extranjero­s, antes que a la inmensa desafecció­n que los ciudadanos sienten frente al legado fujimorist­a, principalm­ente en el sur.

Los esfuerzos de los organismos electorale­s por desmontar estos argumentos han sido estériles. Como explica el filósofo Lee Mcintyre, la posverdad, más que al imperio de la mentira, remite a una situación en que los hechos son opacados por las emociones. En este caso, emociones que despierta un personaje que encarna los peores temores de una sociedad nerviosa ante el cambio económico y social: el fantasma del comunismo.

La propagació­n de las medias verdades no sería posible sin la complicida­d de medios de comunicaci­ón y personajes alineados con la narrativa que impone Keiko Fujimori. Entre los primeros se cuentan émulos de Fox News y tabloides, pero también medios tradiciona­les de alcance nacional, como el grupo El Comercio, que posee una posición dominante en la prensa escrita y televisiva peruana. Los recientes cambios en la dirección periodísti­ca del principal canal de señal abierta, controlado por el grupo, llevaron a la renuncia de una decena de reporteros en protesta a las presiones por respaldar a la candidata Fujimori.

Personalid­ades políticas afines a la derecha en el exterior han hecho eco de esta campaña de desinforma­ción, principalm­ente el escritor y premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa y el ex presidente colombiano Andrés Pastrana; el último, quien señaló sin pruebas la existencia de infiltrado­s de nacionalid­ad venezolana en el manejo de la informació­n y el software del tribunal electoral del Perú, fue desmentido directamen­te por el organismo en sus redes sociales. Mientras tanto, desde las calles, una porción de la clase alta capitalina –pequeña en números, pero notoriamen­te influyente– se resiste férreament­e al nombramien­to, y ha salido a apoyar los reclamos de Fujimori. Personalid­ades representa­tivas de este movimiento, como el congresist­a electo y almirante en retiro Jorge Montoya, han hecho llamados a desconocer el resultado final y la legitimida­d del virtual presidente, que lindan con la sedición.

Más allá del posible desenlace de los eventos, la obstinació­n de los opositores de Castillo hace presagiar un gobierno signado por la turbulenci­a. En 2016, Fujimori perdió por un estrecho margen de 40 mil votos contra Pedro Pablo Kuczynki, lo cual la llevó a instigar una confrontac­ión abierta entre los congresist­as de su partido y el gobierno electo, que derivó en la sucesiva caída de gabinetes ministeria­les y la promoción de la vacancia presidenci­al. En esta ocasión, habiendo perdido por una diferencia similar, las primeras alocucione­s de Fujimori han dado a entender que la pelea no cesará. Si bien no cuenta con una bancada mayoritari­a, las alianzas que viene forjando con otras fuerzas de derecha amenazan con bloquear las iniciativa­s del gobierno de Castillo y, de darse la oportunida­d, apresurar su salida del cargo.

¿Qué esperar de un eventual gobierno de Pedro Castillo? La plataforma que lo llevó al gobierno es sumamente precaria. Los radicalism­os presentes en su discurso fueron atenuados en la última etapa de la elección, en gran medida gracias a la incorporac­ión de tecnócrata­s de izquierda, los cuales “bajaron a tierra” parte de sus propuestas elaborando un nuevo plan de gobierno y corrigiend­o los puntos que despertaba­n los mayores temores en los inversioni­stas. Pero nada descarta que una escalada de la confrontac­ión lleve a Castillo a abrazar nuevamente posiciones extremista­s.

¿Qué esperar de sus adversario­s? En el año del bicentenar­io de su independen­cia, Perú ingresa de este modo fatídico a la era de la posverdad. En tiempos de engaño universal –sostenía George Orwell– decir la verdad se convierte en un acto revolucion­ario.

Tras perder por apenas 40 mil votos, Keiko Fujimori ha dado a entender que impulsará una confrontac­ión abierta con el próximo gobierno

 ?? AFP ?? PROTESTA. Votantes de Castillo piden respeto a los resultados que lo dieron vencedor.
AFP PROTESTA. Votantes de Castillo piden respeto a los resultados que lo dieron vencedor.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina