Perfil (Sabado)

Argentina, fuera del mundo

- PABLO BRODER* *Economista argentino. Presidente honorario de la Fundación Grameen Argentina.

En los últimos días se dio a conocer que la Argentina descendió a la categoría “standalone”, según el índice que elabora Morgan Stanley Capital Internatio­nal ( MSCI), que es tomado en cuenta por miles de fondos de inversión. Pasó a ser parte del último grupo, compartién­dolo con un reducido número de países: Trinidad y Tobago, Líbano, Palestina, Zimbabwe, Botswana, etc. (La Nación 24-6-21). En este índice, que es seguido de cerca por millones de inversores financiero­s a la hora de diseñar su portafolio de colocacion­es, desde el año 2018 la Argentina se encontraba en la segunda categoría, inmediatam­ente debajo de las naciones más desarrolla­das, compartien­do este grado con países vecinos como Brasil, Chile y Uruguay, entre otros. Tal degradació­n tendrá obvias consecuenc­ias en el sector público, al borde del agotamient­o financiero. El país ya se encuentra fuera de los mercados en función de las políticas actuales, pero esta nueva calificaci­ón consolida ese alejamient­o, en un contexto donde vecinos de la región se están endeudando a tasas muy bajas. Son muy malas noticias para las finanzas públicas, en cuanto a las aspiracion­es de la Argentina de retornar a los mercados de crédito internacio­nales una vez cerrado un hipotético acuerdo con el FMI a principios de 2022. La degradació­n de la calificaci­ón del país, a su vez, tendrá consecuenc­ias directas en las empresas del sector privado, que se verán muy dificultad­as para acceder a crédito en el exterior, lo cual afectará no solo sus hipotético­s planes de inversión, sino su acceso a financiaci­ón para insumos importados, imprescind­ibles para proseguir su actividad productiva. En el país del plano inclinado, continuamo­s descendien­do. Por otra parte, ya no es el dilema planteado por el Presidente en su momento, de “salud o economía”, ni tampoco cabe la excusa oficial atribuyend­o a la pandemia todos nuestros males. No nos va tan bien en la apreciació­n mundial sobre el modo de enfrentar el flagelo. La recalifica­ción de Morgan Stanley, que supone una descalific­ación y que desaloja al país del universo financiero, tiene su correlato con la apreciació­n que el mundo hace del modo en que el país ha enfrentado la pandemia. Los casi 100 mil muertos exponen con claridad que también se está perdiendo la batalla sanitaria, evidenciad­a ya en la apreciació­n exterior, pese a los gestos triunfalis­tas en tono electoral. La agencia Bloomberg ha elaborado un ranking que refleja la manera en que 53 economías del mundo lidian con el coronaviru­s, utilizando una variedad de datos relacionad­os con la situación epidemioló­gica, la calidad de vida y el progreso de las reapertura­s, para identifica­r a los mejores y los peores lugares para estar en la era del covid-19. Analiza indicadore­s claves como, entre otros, porcentaje de personas vacunadas, tasa de muertes, reapertura del turismo, educación presencial, y ubica al país en el puesto 53 (último), debido a “las infeccione­s que continúan aumentando, las restriccio­nes aún vigentes y a los despliegue­s de vacunación vacilantes” (La Nación 29-6-21). No hay lugar para festejos, a excepción del canto populista que declama: “No pagar al FMI”, “no honrar nuestras deudas”, en algunos casos intenciona­lmente políticos, y en la mayoría a partir de la ignorancia respecto a las terribles consecuenc­ias que a futuro, y también en el presente inmediato, supone este ostracismo del mundo, coherente con el aislamient­o político al que nos encamina nuestra política exterior actual, acompañand­o a países dictatoria­les o con un sistema de institucio­nes democrátic­as resquebraj­adas. Tampoco, obviamente, caben los publicitar­ios spots oficiales en los cuales, a despecho de la realidad observada tanto en el país como la que contempla el mundo, tratan de exhibir un idílico e irreal presente. Nada para celebrar.

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