Perfil (Sabado)

Macri, el ex líder del PRO

El ingeniero se olvidó de la hinchada que lo imaginaba con vida política para un desquite futuro frente al kirchneris­mo.

- ROBERTO GARCÍA

Nadie sabe aún si fue un asesinato o un suicidio. Aunque no hay cuerpo y el percance ha sido virtual. Pero el retiro o entierro de Mauricio Macri como líder del PRO o de la coalición opositora exhibe un misterio mayor al del apartamien­to militar de José de San Martín luego de ceder su tropa a Simón Bolívar en Guayaquil. O a la deserción de Carlos Reutemann como posible candidato presidenci­al luego de decir que había visto algo que no le gustaba.

Nunca se conoció su escala de sabores. Hay otros ejemplos más vulgares que se pueden comparar al inexplicab­le enigma surgido luego de que Macri y Horacio Rodríguez Larreta se reunieran y se determinar­a la partida del ex presidente a recorrer playas de Menorca y a fotografia­rse junto a otros colegas internacio­nales jefes con mandato cumplido, todos entusiasta­s para publicar sus memorias.

Demasiado temprano para un destino geriátrico de la política, si es que no se acepta la teoría del asesinato o el suicidio.

Con su decisión, el ingeniero se olvidó del séquito o hinchada que lo imaginaba vivo para un desquite político futuro frente al kirchneris­mo. También sepultó en su nueva gira turística las aspiracion­es de alguna dama pertinaz como Patricia Bullrich, quien ahora dice no poder aspirar a una diputación pero sí se imagina que en 2023 puede ser convocada para presidenta. Delicias de una mujer optimista.

Victimizac­ión. Apenas unas horas después de ver la navegación por las Baleares, al viajero lo hundieron en la carga judicial por el caso del Correo, disgusto que él atribuye a la persecució­n iniciada en su contra por parte de Cristina Kirchner y su paje en Tribunales, Carlos Zannini.

Como la historia se repite en círculos, Macri se sirve del mismo argumento que utilizó la ex mandataria cuando le iniciaron causas por la encicloped­ia de inmuebles que ha declarado su familia.

También, ambos ex jefes de Estado se indignaron porque sus hijos aparecen involucrad­os en las pesquisas, como si no hubieran sido incluidos en las nóminas investigad­as por sus propios padres.

Hay que proteger a la tropa. Y Patricia Bullrich no sintió esa cobertura

A su vez, Macri no atendió los consejos de peronistas de su inmediatez como Ramón Puerta, quien no menos de cuatro o cinco veces le sugirieron que se presentara como candidato a diputado en la Capital para conseguir fueros y, de paso, aglutinar una línea dura en Cambiemos.

Tampoco rindió otro pedido con la misma finalidad, atribuida a la madre de sus hijos, focalizado en el juicio por el Correo. Quizás, sabe el boquense que nadie va preso por deudas, salvo que haya hechos dolosos, que se supone no han ocurrido. Y, si ocurrieron, parte de esa concurrenc­ia se registró en un vasto período en que el matrimonio Kirchner gobernaba, justo cuando Néstor descubrió las cualidades empresaria­les del finado Franco Macri en su operación del Correo, lo que originó entre ambos una efectiva amistad.

Pedido. De la cumbre entre Macri y Rodríguez Larreta solo trascendió un reclamo del paseante menorquino: integrar en una lista a Darío Nieto, su secretario y portador del celular personal, también investigad­o en una causa delicada. Hay que proteger a la tropa. Patricia Bullrich no habrá sentido esa cobertura, ya que después de anunciar su postulació­n varias veces –y sin que Macri se lo recomendar­a– renunció a esa posibilida­d invocando razones de escasa justificac­ión.

Hay quienes piensan que, después de tres días, desertó de la competenci­a con María Eugenia Vidal por el riesgo de perder contra el poderoso aparato capitalino de Rodríguez Larreta y por emprender una negociació­n con el jefe porteño que implique ubicacione­s para su gente dentro del Ejecutivo a localizaci­ones de personal adicto en distintas jurisdicci­ones de la Capital. Necesita establecer su propia estructura si sueña con una experienci­a local o presidenci­al dentro de dos años.

Otros sostienen que se alineó corcovando por consejo de colaborado­res del mundo intelectua­l que la rodea, léase Maxi Guerra, el director de cine Campanella, el sociólogo Juan José Sebrelli y un favorito de Hernán Lombardi.

Como saldo, enojo transitori­o con el egoísta Macri y expectativ­a por el resultado electoral de la ex gobernador­a de Buenos Aires: debería protagoniz­ar un triunfo aplastante para felicidad de Larreta. Hoy, esos números deseados no se reflejan en las encuestas. Nadie vaya a pensar que el kirchneris­mo es un rival de fuste en el distrito, ocurre que hay otros animadores y muchos votantes parecen insatisfec­hos con el misterio de la retirada de Macri y, mucho más, con el desvío de Patricia Bullrich para no dar pelea. Justo ella que nunca eludió la riña.

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DIBUJO: PABLO TEMES ‘ESTE BUZÓN ME PERTENECE’ Mauricio Macri
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