“Hoy la polarización está a flor de piel”
—Otro “frame”: ante la falta de buenas noticias, se podría decir que tanto la vicepresidenta como el Presidente se tiran la pelota. La vicepresidenta diciendo: “Yo no gobierno, el que gobierna es él” y él expresando, con actos o tácitamente: “No es culpa mía, ella no me deja”. ¿Puede haber una intencionalidad en esa sobreactuación de la empatía con Cristina Kirchner por parte de Alberto Fernández y al mismo tiempo una intencionalidad en el silencio de Cristina Kirchner de que, frente a la dificultad del Gobierno y del resultado, cada uno coloca como un paraguas la existencia del otro?
—No. Alberto Fernández tiene plena conciencia de que es el presidente de la Nación y que las decisiones son de su responsabilidad particularísima. No se vio la intención de desresponsabilizarse de sus decisiones jamás. La inmensa mayoría de las decisiones estuvieron en el camino correcto, en un contexto calamitoso. Por supuesto, puede haber errores y muchísimas cosas para corregir. —¿Y en el caso de ella?
—No sé. No interactué con ella. —¿Pero no percibís que por momentos una parte de la sociedad encuentra síntomas de una empatía de Alberto Fernández con Cristina Kirchner mucho mayor a la anterior?
—No. Había una expectativa desde antes de la elección de que Alberto Fernández hiciera algo que no iba a hacer. Inventaron un Alberto Fernández que traicionaría a Cristina
Kirchner. Ese Alberto Fernández solo existía en la cabeza de un grupo de personas poderosas. Eso no pasó ni va a pasar, y los defrauda. No quiere decir que Alberto Fernández no asuma plenamente la responsabilidad. La gente que produce este frame ya produjo una cantidad de otros frames. Son marcos dañinos, intentan lastimar a un gobierno elegido por las urnas. Es un gobierno que está intentando amortiguar una situación catastrófica. Desde esas mismas usinas se producen otros frames que producen muertes. El ejemplo más elocuente es la campaña sistemática que desplegaron contra las vacunas. —¿Hay una campaña para que la gente no se vacune?
—Inventan dudas sobre la vacuna. Tenés la Anmat, una ministra de Salud, el comité de expertos, el Comité Nacional de Inmunizaciones. —Pensé que ibas con el camino de los “frames”, que si luego se corrobora que no son ciertos, se desprestigia a quien los propaga.
—A veces sí. Por eso, el Frente de Todos ganó la elección. Si no, no hubiera vencido. Es la misma gente que inventó el
frame de que Cristina Kirchner era responsable de cosas atroces en 2015, que se demostraron falsas. La puso en el banquillo de los acusados por la causa del dólar futuro por una supuesta traición a la patria. Es desopilante. Pero admitamos que no hay un desprestigio automático de los falsificadores de frames, sino que producen situaciones de erosión. —¿Y por qué no existe ese desprestigio social?
—Hay sectores muy amplios que tienen perspectivas críticas hacia los medios que consumen. Y también un sector de la sociedad argentina que tiene una combinación de vectores. Hay un vector muy antiguo en la Argentina, que es el antiperonismo, que tuvo expresiones increíbles, desde el “viva el cáncer” hasta la metáfora que se usó después del año 55 de la extirpación del peronismo. Se autodenominaban democráticos. Eso existió siempre en la Argentina y fue un porcentaje relevante. En pandemia hay una combinación muy grave. Vemos una sociedad irascible, que está susceptible. Los epidemiólogos consideran que cuando aparece una pandemia, susceptibles somos todos los que no nos contagiamos o no nos vacunamos. Hay un nivel de susceptibilidad social y política impresionante. Y podemos analizar muchísimas escenas. —¿Vos decís que la pandemia potencia el paroxismo y la polarización?
—No es ya la polarización que veíamos antes. Hay una polarización a flor de piel. Tomás el acto del día 27 de junio, se leen poemas de distintos autores y autoras, músicas de distintas personas, músicas universales como la de Johann Sebastian Bach. Está presente el jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, están presentes los gobernadores opositores, e inventan que una persona cobró una cifra exorbitante que nunca cobró. Cobró el 10% de lo que dicen.