Deneuve y Binoche se lucen en dos notables actuaciones
Juliette Binoche en el papel de la hija de una madre actriz se rinde ante la soberbia presencia escénica de Catherine Deneuve, que a sus 77 años, mantiene la agudeza de su ingenio, su irónico humor –ideal para este papely su siempre arrolladora imagen en la pantalla.
Esta es la primera película que el galardonado director japonés Hirokazu Kore-eda (Tokio, 1962) filma fuera de su país y en francés. Asumir este desafío le ha permitido acrecentar su depurado estilo naturalista y ese déjà vu por el que parece conducir a sus actores, para que estos se permitan iluminar sus fibras más íntimas. Ese sentirse cómodo de los intérpretes ante la cámara mantiene atenta a la platea.
El cine de Kore-eda parece transcurrir fuera de un tiempo preciso. Sin embargo no es así. Algunos de sus temas habituales son la vejez, la memoria y de qué manera los integrantes de una familia logran limar sus asperezas más para mantenerse unidos. Prueba de estas temáticas son desde la premiada en el Bafici, 1998, Afterlife, hasta la última ganadora de la Palma de Oro, en Cannes, 2018, Somos una familia.
A Kore-eda hay que volver a mencionarlo una y varias veces, porque su entrega al cine es prácticamente una cuestión existencial. Para él la vida es cine y al revés. Por eso no resulta ajena esta historia (lo que dio origen al guión fue un boceto teatral del mismo realizador) sobre una gran diva del cine francés que acaba de publicar su autobiografía. La que a su vez filma una película que se titula igual al libro. Esta idea permite al director poner en juego ese atractivo e incanprofundas descente desafío de mostrar el cine dentro del cine. En ésta, como en la inolvidable La
noche americana, de Francois Truffaut, convierte al espectador en un testigo privilegiado al observar los aciertos y las profundas debilidades de los actores dentro y fuera del set, a la hora de poner en juego su profesión.
Deneuve es Fabienne Dangeville. Vive en París y recibe en su casa a su hija Lumir (Binoche) que reside en Nueva York, con su marido Hank (Ethan Hawke), un actor de televisión y su nieta, la pequeña Charlotte (Clémentine Grenier). La visita de Lumir y su familia es para felicitar a la madre por su libro. Pero a su vez esconde la intención de plantearle algunos reproches por lo que ésta obvió mencionar o tergiversó en su autobiografía.
La sutileza, los mínimos giros de cámara que dan cuenta de leves detalles, dentro y fuera del set de esta doble ficción, le aportan una coloratura tan precisa, como atrapante al film.