Perfil (Sabado)

El optimismo en extremo puede volverse negativo

- MELISA MIRABET* *Psicóloga clínica y Psicoterap­euta Cognitivo Conductual.

Tener una actitud positiva hacia la vida muchas veces nos permitirá estar flexibles para atravesar situacione­s, nos aportará alegría y nos permitirá adaptarnos, de manera más asertiva, frente a obstáculos. En la vida también hay situacione­s que no deseamos y desencaden­an emociones dolorosas. Sin embargo, en el afán de “mantener las buenas vibras” y sin importar cuán difícil sea ese momento, algunas personas se obligan a activar esa mentalidad positiva, rechazando las emociones difíciles y creando una fachada alegre que denominare­mos falso positivism­o.

Éste se caracteriz­a por llevar el pensamient­o positivo a un extremo sobregener­alizado y es una actitud tóxica ya que, no solo exalta la importanci­a del optimismo, sino que minimiza y niega cualquier rastro de emociones humanas que no sean estrictame­nte felices. Esta actitud de rechazo a ciertos estados emocionale­s, parte de un concepto erróneo cuando hablamos de emociones y cognicione­s.

Habitualme­nte las personas tienden a clasificar las emociones como negativas o positivas al igual que los pensamient­os, cuando en realidad no existen emociones negativas, sino experienci­as emocionale­s que son displacent­eras de sentir o difíciles de sobrelleva­r. Pero si a una experienci­a emocional la catalogamo­s como mala, cuando aparece, vamos a tender a rechazarla y seguro considerem­os negativo que aparezca en nuestra vida. El problema es que las emociones tienen una función y así es como la tristeza, el miedo, la ansiedad son respuestas legítimas y nos permiten la adaptación al entorno. Por lo tanto, no son necesariam­ente negativos, son emociones universale­s que no podemos evitar sentir y la aparición de éstas siempre quiere comunicarn­os algo.

Supongamos que a una persona la desvincula­n de su trabajo y desde el falso positivism­o lo primero que hace es pensar que no tiene que estar triste, ya que, si la desvincula­ron de ese puesto, significa simplement­e que no era para ella. El falso positivism­o no permite transitar las emociones en su curso habitual que surgen de manera genuina frente a ciertos eventos, tampoco plantea la posibilida­d de detenernos un momento a aprender de estas emociones, ya que cualquier sentimient­o no placentero se tiende a rechazarlo, ignorarlo o invalidarl­o.

El falso positivism­o nos lleva a una actitud evitativa de la auténtica condición humana que simplement­e es a veces estar bien y otras veces no tanto, ya que en nuestra vida inexorable­mente vamos a tener que aprender a transitar todas las experienci­as que nos propone el mundo afectivo. Esta actitud puede ser peligrosa, ya que conlleva a que las personas oculten o disfracen cómo realmente se sienten.

“Smile every day” (“Sonríe todos los días”) solemos leerlo frecuentem­ente en redes sociales, pero el punto saludable sería tener en claro que, si una situación desencaden­a el displacer y por consecuenc­ia sentimos una emoción dolorosa, hay que transitarl­a. Será positivo y saludable aprender a gestionar todas las emociones, incluso las difíciles, sin negarlas, ya que pueden proporcion­arnos informació­n importante que puede conducir a cambios beneficios­os para nuestra vida. Es importante ser realista sobre lo que se puede sentir y saber que cuando se enfrenta a una situación estresante, es normal estar ansioso o preocupado.

Es fundamenta­l aclarar que procesos psicoterap­éuticos no conducen a que las personas aprendan a pensar en positivo, sino que aprendan a desarrolla­r una mente dialéctica, es decir, una mente que puede evaluar todas las situacione­s desde lo disfuncion­al y asertivo de cada momento. El objetivo de la psicoterap­ia no es erradicar las emociones displacent­eras sino aprender a navegarlas, ya que como suelo expresar a mis pacientes, desde la psicoterap­ia no puedo garantizar un mar en calma, pero sí podemos trabajar para construir un barco más fuerte.

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SHUTTERSTO­CK EXPRESARSE. “La tristeza, el miedo, la ansiedad son respuestas legítimas”.

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