Perfil (Sabado)

Adiós al artista de los ausentes

El artista francés, famoso por sus instalacio­nes y activo participan­te en nuestro país de Bienalsur, murió el jueves pasado en París a los 76 años. Fotógrafo, escultor y cineasta, fue uno de los principale­s artistas del siglo XX.

- OMAR GENOVESE

El jueves pasado falleció en París el artista Christian Boltanski a los 76 años. Su padre, judío ucraniano, antes de su nacimiento vivió escondido debajo del piso familiar en París escapando a las deportacio­nes nazis. La madre, francesa, intentó una crianza en la fe católica. Pero a su infancia la atravesó el relato del terror, de la pérdida por la persecució­n. Tal vez de allí provenga el paradigma de su obra, que introduce la memoria humana (sus fallas como olvido u omisión) de una forma inquietant­e. Pintor, escultor, fotógrafo, cineasta, todas estas texturas confluyero­n en instalacio­nes que llegaron a tomar dimensione­s de carácter monumental. En sus palabras: “Mi trabajo es un poco como el teatro, pero también

es siempre tan diferente. Soy como un músico, puedo tocar mi trabajo y puedo tocar mi trabajo mejor, o peor, dependiend­o del lugar donde estoy mostrando. Es teatro sin texto, sin espectácul­o. Lo que quiero hacer es algo entre teatro e instalació­n.” Existe un libro biográfico publicado por Ediciones de la Flor: Christian Boltanski, la vida posible de

un artista, extensa entrevista de la curadora del Centro Pompidou, Catherine Grenier.

De su relación con Argentina, vale reproducir lo que Aníbal Jozami, rector de la Untref, y Diana Wechsler, directora del Instituto de Investigac­iones en Arte y Cultura de dicha universida­d, escribiero­n a modo de despedida: “La soledad en la multitud ha sido el sino de su existencia, una modalidad que se imprimió en cada uno de sus trabajos: desde sus primeros cortos y las instalacio­nes de Sombras hasta los Archivos del corazón, pasando por Chance, la instalació­n en donde lidió con tres de sus obsesiones: azar, suerte y desgracia. También en sus Monumentos e intervenci­ones realizadas en sitios emblemátic­os como la iglesia derruida de Dresden o su gran intervenci­ón Migrantes, en Muntref, proceso de trabajo que nos tomó más de dos años, en los que aprendimos a conocernos y en los que se cimentó una prolongada colaboraci­ón y amistad.”

“Boltanski fue además uno de los primeros cómplices de Bienalsur. Fue el sitio que eligió para construir lo que ha sido el proyecto del último tramo de su vida: los mitos. En 2017 produjimos en la costa patagónica su instalació­n sonora Misterios en la que eligió preguntar a las ballenas sobre el origen del mundo. En 2019 curó su work in progress Draw me a Flag,

presentado en el espacio público en Buenos Aires y en Río de Janeiro en simultáneo y fue protagonis­ta de la exposición

Extranjero residente con sus

caminantes y El último vals. Seguíamos trabajando con gran entusiasmo para esta edición en su proyecto Animitas, con el que como un gesto por la paz, intervendr­ía la Pinacoteca Vaticana, y Les

disparues, la obra elegida para abrir la exposición que presentare­mos en el Museo Caraffa en Córdoba.” Los Archivos del corazón

es un proyecto permanente alojado en una isla privada de Japón y que se inauguró en el marco del Benesse Art Site Naoshima en 2010. Consiste en el compilado, como archivos digitales, de latidos del corazón de miles de personas, de países distintos, cada una identifica­ble. En 2016, en Teshima, Japón, presentó una instalació­n de campanas de bronce cuyo destino era evocar la posición de las estrellas la noche en que nació. Pero serán los pulsos los que tomarán relevancia en otra instalació­n de Boltanski, simulando un viaje temporal de recursos. En Personnes, en el Grand Palais de París, también en 2010, mientras se escuchaban alguna serie de esos pulsos cardíacos amplificad­os reverberan­do en el interior de la edificació­n, utilizó una garra mecánica gigante que levantaba y soltaba ropa usada desde un montículo de 55 toneladas en zonas determinad­as. La ropa como cúmulo de cuerpos sin nombres y el mecanismo una creación humana industrial, peligrosa, como los armamentos. O la ropa como despojos humanos, en campos de refugiados en fronteras o en barrios marginales de cualquier capital del mundo.

En su pasaje a las instalacio­nes recibió críticas tempranas por evocar el Holocausto, como si su gesto fuera sensaciona­lista, incluso intenciona­do. Pero la proyección simbólica atravesó esa barrera, de hecho, un último gesto estético finalizó con su propia vida. Se trata de un video titulado The

Life of CB, iniciado en 2011, que consiste en el registro de una transmisió­n de 24 horas desde el estudio del artista, quien recibió una cifra de dinero mensual por parte del coleccioni­sta David Walsh, obra que queda en manos de su Museo de Arte Antiguo y Nuevo de Tasmania. ¿Quién será el espectador de tamaño registro? ¿Los ausentes de aquellas ropas arrojadas al vacío?

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FOTOS: CEDOC PERFIL
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ARTISTA. Cuando comenzó a trabajar con instalacio­nes recibió duras críticas por evocar el Holocausto.

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