Exterminio y máscaras en un western algo sangriento
En 2013, el director y guionista James Demonaco estrenó La noche de la expiación, una saga de acción y terror distópico en la que proponía que una noche al año en los Estados Unidos, durante 12 horas, se les permitía a sus ciudadanos realizar cualquier actividad delictiva o criminal. El que no quería participar debía tapiar las ventanas de su casa, cerrar sus puertas herméticamente e intentar defenderse de cualquier intruso. Los demás podían armarse con cuchillos u otros elementos y hacer lo que quisieran con vecinos que no les resultaran simpáticos. La propuesta pegó en las plateas e hizo crecer las taquillas, lo que provocó, que el mismo guionista haya creado en 2018 la versión de La Purga en formado de 10 episodios, que emitió Amazon Prime Video.
La actual es una secuela del film de 2016: 12 Horas para sobrevivir: El año de la
expiación. De la anterior, en la que una candidata a senadora intentó combatir a los “purgueros” sin lograrlo, a la actual, los fans de esa especie de secta llamada Nuevos Padres Fundadores de América crecieron en integrantes y en intenciones cada vez más sangrientas. Convertidos en algo así como un ejército con leyes propias, se propusieron no respetar las 12 horas permitidas y desafiar al gobierno, sembrando el terror, ésta vez, en zonas rurales. Como un viejo western violento e impredecible, la historia está ambientada en Texas. Las primeras víctimas acechadas por la secta exterminadora son Adela y Juan, una pareja de mexicanos que lograron cruzar la frontera que separa a México con los Estados Unidos, huyendo de unos narcos. En tierras estadounidenses, él logra emplearse en un rancho familiar, en el que se dedica a adiestrar caballos, pero los hijos del patrón no simpatizan para nada con él. Ella consigue trabajo en un local de comidas. Adela (Ana de la Reguera) y Juan (Tenoche Huerta) serán las primeras víctimas a perseguir por ser inmigrantes.
Del guión, igual que en las anteriores, no se puede esperar mucho. Este se sostiene a través de una acción por instantes desaforada. Trucos y gags que la acercan a un festín algo sangriento, al que se le añadieron matices, entre humorísticos y siniestros, que están dados a partir del uso de máscaras, o un expresionismo gestual exagerado, bastante trillado. Un desperdicio tal vez es el tono político que aunque insinuado en el guión se decidió no desarrollar. La Purga rescata una y otra vez la estética ya vista en Mad Max, Guerra Mundial Z o Los juegos del hambre.