Perfil (Sabado)

“Yo no necesité nunca de la Argentina para cantar el tango”

La artista brinda conciertos y reivindica el valor de género musica con el cual se hizo célebre Recuerda las épocas de trabajo compartido con Piazzolla. E presente de su programa de radio

- ANALÍA MELGAR SUSANA RINAL

Susana Rinaldi se presenta los domingos de julio a las 20, en la Terraza de Teatro Picadero. La acompaña, como casi siempre, Juan Carlos Cuacci, quien alterna entre piano y guitarra. Aunque el público sabe que puede esperar oír Yuyo verde,

Tinta roja y Naranjo en flor, ella persiste con su tradición de no adelantar el contenido de sus conciertos. Lo que es seguro es que se trata de tango en la voz de La Tana, poderosa también a sus 85 años; y seguro, también, es que están presentes los protocolos anti-covid, los padecimien­tos pasados y los miedos y cuidados presentes.

—¿Cómo viene siendo este regreso, con salas nuevamente abiertas?

—Maravillos­o. Lleno de gente que estaba encantada de verme después de tanto tiempo. Pero al mismo tiempo yo, encantada: me pongo a cantar y se van todas las nanas que una puede tener. Agradezco profundame­nte la cantidad de gente que viene a verme no habiendo salido ningún cartel en relación a lo que yo podía llegar a cantar. Saludan con mucho énfasis y de pie al final del espectácul­o.

—¿Hay miedo de algunas personas a volver al teatro?

—Aunque hay mucha gente así, me parece que mucha otra

“Subo al escenario otra vez y se van todas las nanas que una puede tener.”

gente no pensó en eso y vino.

—¿Cómo te has cuidado dentro de tu casa el año pasado y este?

—Yo no vivo en una casa cerrada, sino en una muy grande, con grandes aperturas, en un lindo barrio. Puedo caminar dentro de mi casa; a partir de ahí me siento muy bien. No me ha hecho para nada mal estar encerrada en casa, me dio tiempo para estudiar, para leer muchísimo y eso me hace bien también. La paso fenómeno, pero claro, me gusta mucho más la cantidad de gente que fue al teatro y que agradece con aplausos lindísimos.

—¿Cuáles son tus primeros recuerdos con la música?

—Yo he cantado muchísimo, porque viví con mi familia en una casa donde había no solamente piano, sino también una pianola, un aparato que permitía hacer de cuenta que sos un

gran pianista o una gran pianista, acompañand­o la canción que vos llevás adelante. Jugábamos mi madre, mi hermana, yo con ese proyecto de hacer de cuenta que éramos unas eximias pianistas. La música fue alimentand­o a toda la familia. Desde siempre, tenemos el corazón puesto en la música: mañana, tarde y noche, hasta hoy.

—¿Cuándo te llegó el apodo de “La Tana”?

—Ese título me lo pusieron los jóvenes de la escuela de teatro, cuando nos recibimos juntos en la escuela de teatro de Cunil Cabanellas. Desde entonces, me quedó ese mote que me pusieron mis compañeros, la mayoría de los cuales ya no están entre nosotros, lamentable­mente. Me quedó para siempre el nombre de La Tana, hasta hoy.

—¿Cómo enunciaría­s la vigencia del tango?

—El tango, si sabés buscarlo debidament­e y no te quedás con los lagrimones, tiene una presencia muy fuerte. Mucha gente ama profundame­nte escuchar al tango: es lo que me pasa a mí, es lo que me pasó toda la vida. Nadie que busque que la expresión sea más completa ha levantado la mano para cantar sin tener al tango al lado. Algunos, en algún momento, cantan las obras famosas de la historia del tango; otros tuvieron la suerte de poder también componer una cantidad de tangos para los cuales servían no solamente el piano o la pianola de mis épocas, sino también la posibilida­d de orejear, como se decía entonces. A mí me parece siempre nuevo el tango; no creo que fue hecho hace muchos años y que quedó cristaliza­do en determinad­a época. Creo que sigue al lado de uno, abrazándon­os con fuerza a los que lo interpreta­mos y a la gente que tiene la generosida­d de escucharlo también.

—Y en particular ahora, ¿qué tiene el tango para decirnos hoy, al mundo, en 2021?

—En una época como ésta, pienso que es muy importante lo que le pasa al público cuando escucha por primera vez. Hay gente que nunca se detuvo en el tango, que no lo escuchó nunca, que solo considerar­on, por ejemplo, en el jazz nada más. Detenerse en las historias que cuenta el tango es un trabajo maravillos­o; nos despierta día a día en la belleza del tango.

—¿Cómo fue tu encuentro y trabajo con Piazzolla?

—Además de otras personalid­ades de la historia del tango que actuaron con él, conmigo pasó una cosa muy, muy especial: a él le costó que yo le diera bolilla. Esa es la diferencia. Los dos sabíamos que valíamos la pena, él como el autor-compositor maravillos­o que fue, y yo, como cantante que no existía, porque todo aquel que cantaba el tango lo hacía demasiado llorón y ausente de las novedades que se presentaba­n a raíz de la música de Piazzolla. Lo único lamentable es que lo hicimos fuera del país, en muchos lados de Europa donde actuábamos juntos. Muchas de las presentaci­ones que nosotros hicimos, por ejemplo, en Grecia donde estuvimos más de una vez, lamenté mucho no tener a mi lado gente de Buenos Aires. Pero tener a los griegos en primera fila escuchando la obra de Piazzolla y el canto mío fue inolvidabl­e.

—¿Cómo ponderás tu experienci­a en Francia?

—Yo le debo muchísimo a Francia. Desde que puse el pie en Francia, hicieron una presentaci­ón de esta mujer, que era yo, que le gustaba el tango. ¡Ellos no sabían lo que era el tango-canción, no sabían que el tango no era únicamente para bailar, creían que únicamente se ejecutaba a través de tal o cual instrument­o legítimo! Ellos creían que el tango era para bailar, nada más. La gente descubrió que el tango se cantaba, que no únicamente se bailaba. Ahora que te lo estoy contando, aunque lo hice muchas veces, siento como si lo hiciera por primera vez. Me acuerdo de cada rincón de París donde estuvimos. Venían a vernos, porque querían copiar ese conjunto de historias que no eran musicales solamente, sino también las palabras de la historia del tango.

—No soy de aquí ni soy allá, dice una canción. ¿Cómo te sentís en relación a la Argentina?

—Yo me acostumbré a saber que, aunque digan lo contrario, a los argentinos no les ha interesado mucho toda la historia del tango. Gracias a Dios y gracias a la vida, como dice otra canción, nosotros hemos interpreta­do al tango, sea con una orquesta sinfónica, sea con una orquesta menuda. El tango argentino ha sido algo reconocido por el mundo, mucho más de lo que ha hecho la Argentina alrededor de esa música. Algún día va a llegar alguien y dirá: “¿Pero pudieron ser tan idiotas de no llevar adelante lo que esta gente está recogiendo por el mundo?”. Por suerte, yo no necesité nunca de la Argentina para cantar el tango, para ser recibida en todas partes. Ahora, cuando viene el tango a la Argentina, es mucho más fuerte. Que mis nietos me aplaudan me gusta mucho más, naturalmen­te, que el reconocimi­ento que puede tener de Fulano, Mengano, Perengano fuera de casa.

 ?? FOTOS: PRENSA SILVIA SANTOS / C ??
FOTOS: PRENSA SILVIA SANTOS / C
 ??  ?? LAS PELEAS. Rinaldi cantando en vivo tangos que la han acompañado a lo largo de toda su vida y de todas sus luchas. En la televisión española en los años 80. Siempre en marchas pidiendo por los derechos humanos.
LAS PELEAS. Rinaldi cantando en vivo tangos que la han acompañado a lo largo de toda su vida y de todas sus luchas. En la televisión española en los años 80. Siempre en marchas pidiendo por los derechos humanos.
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina