Perfil (Sabado)

El peligro de una guerra regional limitada entre China y Estados Unidos

La disputa de las superpoten­cias no es una Guerra Fría pero el fin de la segunda crisis de los veinte años pone al mundo al borde de una conflagrac­ión.

- JUAN BATTALEME* *Profesor de Relaciones Internacio­nales Ucema y UBA.

Cuando se analiza la relación entre Estados Unidos y China si bien se tiende a hablar de la existencia de una “nueva” Guerra Fría, esa analogía resulta incorrecta y peligrosa dado que es inexacto al mirar la transforma­ción que está ocurriendo. Al trazar dicho paralelo desarrolla­mos un falso sentido de creer que podemos anticipar que lo que viene es un estatus quo similar al de la época pasada. El componente nuclear junto con la política de destrucció­n mutua asegurada (MAD) obligó a instaurar una serie de mecanismos de concertaci­ón política y de reaseguros militares, que hizo que las superpoten­cias de ese entonces no entraran en un conflicto armado abierto, trasladand­o su violencia a la periferia. A diferencia de ese momento, es posible que estemos transitand­o hacia un lugar distinto y en parte inédito en la política internacio­nal: una posible conflagrac­ión regional con un componente nuclear limitado entre las potencias competidor­as.

John Lewis Gaddis en su libro Los Orígenes de la Guerra Fría

ubica su gestación entre 1941 y 1947 producto de las siguientes cuestiones:

EE.UU. y la Urss presentaba­n relatos fijos y mutuamente excluyente­s.

El prestigio de ambas como vencedoras de la II Guerra Mundial aumentaba su poder de atracción desarrolla­ndo lógicas de competenci­a social.

Una rigidez y desconfian­za política creciente que se remontaba a la época inmediata posterior de la Revolución Rusa.

Las tensiones operaciona­les derivadas de la lucha –como aliados– contra el eje y las dinámicas de las conferenci­as de Teherán, Yalta y Potsdam.

La dinámica de la relación entre ambos estaba condiciona­da en la superficie por los asunestrat­égicos militares, y en sus cimientos por la estructura que brindan las agencias de inteligenc­ia.

La competenci­a nuclear los forzó a coexistir y, en cuestiones especifica­s, a coordinar acciones. Toda la Guerra Fría se estructuró en una época pre-capitalism­o de interdepen­dencia, pre-revolución digital.

Actualidad. La actual competenci­a entre China y EE. UU. se da en un entorno diferente:

No existe un relato único ni finalidad ulterior por parte de los contendien­tes. El Pew Research Center en sus reportes –uno del 6 de octubre y otro del 19 de noviembre de 2020– muestra que ninguno goza de una imagen internacio­nal positiva amplia. En 2002 la media de la imagen negativa de China era del 30% mientras que en 2020 era del 70%. Por su parte, la imagen positiva de EE.UU. también viene declinando desde 2003 y actualment­e se mantiene cerca del 50% mejor que Beijing; cierto, ¿pero alcanza para recrear condicione­s de liderazgo estable? Difícil de estimar.

Si el orden liberal se encuentra en crisis, la idea de un orden autocrátic­o no convence de manera sustancial a nadie, excepto –tal vez– a aquellos regímenes políticos que tienen una relación reñida con la democracia o que ven en sus proyectos políticos personalis­tas su propio “propósito glorioso”.

En cada uno de los países hay sectores que se han transforma­do en socios de convenienc­ia: por ejemplo, el de las finanzas en especial cuando se cruza con en el de tecnología. En plena discusión sobre el origen y las responsabi­lidades de China por la expansión del covid-19, la declaració­n de la OTAN del 24/6/2021 sobre la amenaza que ese país supone a la seguridad occidental, y la declaració­n de XI Jinping sobre la respuesta de China frente a conductas que él percibe agresivas por parte de Occidente; la relación financiera fluye aceptando todos estos ries

La contención ante la URSS hoy es inaplicabl­e: China está en el corazón de Occidente

gos políticos. Goldman and Sachs, Blackrock y JP Morgan realizaron diversos acuerdos con el ICBC, el Banco de Construcci­ón de China, y el China Merchant’s Bank, mientras que la App DIDI enfrenta una presión activa de los reguladore­s chinos por haber optado en ir a la Bolsa de Nueva York y captar fondos globales. Una referencia histórica más exacta al actual momento la encontramo­s en el libro de Karl Polanyi, La Gran Transforma­ción, quien describe los lazos económicos que Alemania y Gran Bretaña forjaron a pesar de estar en plena competenci­a geopolític­a. La interdepen­dencia genera vulnerabil­idades que los políticos suelen subestimar lo cual puede desembocar en un conflicto armado.

El efecto “cortina de hierro” de la Guerra Fría no existe ya que ambos países se encuentran abiertos al mundo y no se perciben como opciones excluyente­s beneficián­dose de los flujos y conectivid­ad que supone la era digital. En el marco de la celebració­n por los cien años del PCCH, la ciudad de Shangai se presentó al mundo bajo el lema “vive el sueño y comparte el milagro” invitando a la comunidad internacio­nal a vivir el desarrollo experiment­ado por ese país.

Esa lógica coexiste con la creación de zonas de influencia y control geopolític­o llevándolo­s a disputarse el “creciente interno (Indo Pacifico) y externo (África y América del Sur)”, como prueba la iniciativa china Ruta de la Seda ante la de Japón por un indo pacífico “libre y abierto”. Gran parte de lo que pase dependerá de cómo articulen Rusia e India su condición de poderes terrestres para limitar el ímpetu de China; el viejo balance de poder reeditado. Los poderes navales ya hacen su parte.

En este contexto, la llamada “política de la contención” tan caracterís­tica de la Guerra Fría es inaplicabl­e ya que China se encuentra presente en el corazón de Occidente y viceversa. He aquí el dilema actual de ambos países: los compromiso­s necesarios para la distensión son cada vez más difíciles de lograr y aunque la ruptura tiene consecuenc­ias inciertas, aparece atractiva debido a que el plano estratégic­o militar comienza a favorecer conductas “de hecho consumado” que afectan la estabilida­d estratégic­a.

La actual carrera tecnológic­a no es estática, permanece abierta, y esta indefinida afectando en las dimensione­s política, militar y en la economía ya que su resolución supone ventajas en materia de posición futura para los contendien­tes. En un mundo basado en sensores y operacione­s psicológic­as, los servicios de inteligenc­ia cobran una inusitada relevancia.

Finalmente, la competenci­a en el espacio digital, y el ultraterre­stre, se da en un contexto donde ninguno de los dos grandes acuerdos de limitación de armas de la guerra fría –INF y ABM– está vigente. Si bien es argumentab­le que todavía está operativa la MAD a nivel global brindando reaseguros, en el plano regional comienza a desvanecer­se. Esto explica, por ejemplo, la voluntad de China de acelerar el desarrollo de sus misiles nucleares interconti­nentales y la competenci­a por el desarrollo de armas antisatéli­tes, y escudos antimisile­s tanto de teatro como globales, al igual que que no aparecen en el horizonte acuerdos de regulación del uso del ciberespac­io.

La configurac­ión de sistemas que favorecen la conducta ofensiva sobre la defensiva aparece pocas veces en el sistema internacio­nal, ésta es una de ellas. El fin de la segunda “crisis de los veinte años” iniciada en 2001 y terminada en 2021, nos inaugura una tercera década más cerca de una conflagrac­ión de lo que estuvimos en épocas próximas pasadas. Está claro que el camino que recorremos no desemboca en una nueva Guerra Fría.

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 ??  ?? TROPAS. Washington posee tropas desplegada­s en Asia y China tiene un to gigantesco. Ninguno de los tratados de limitación de armas está vigente.
TROPAS. Washington posee tropas desplegada­s en Asia y China tiene un to gigantesco. Ninguno de los tratados de limitación de armas está vigente.
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