Perfil (Sabado)

Tensión en el funeral de Moise, el presidente haitiano asesinado

Las delegacion­es de EE.UU. y la ONU se retiraron antes al escucharse disparos. La viuda aseguró que no busca “venganza”.

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Haití dio ayer el último adiós al asesinado presidente Jovenel Moise, con una ceremonia funeraria bajo fuertes medidas de seguridad, que las delegacion­es de Estados Unidos y las Naciones Unidas abandonaro­n precipitad­amente al escucharse disparos.

La delegación de Washington, encabezada por la embajadora ante la ONU, Linda Thomas Greenfield, se retiró después que se escucharan disparos cuando el funeral comenzaba, a las diez de la mañana. Poco después abandonó el lugar la representa­nte especial de Naciones Unidas en Haití, Helen La Lime.

La tensión ya era alta antes de que comenzara el funeral, cuando la multitud insultó a su llegada al jefe de la Policía Nacional, Léon Charles, al grito de “asesino”, y la Policía lanzó gases lacrimógen­os para dispersar barricadas de neumáticos en llamas, situadas en las inmediacio­nes del lugar de la ceremonia.

El funeral se realizó en la ciudad de Cabo Haitiano, en el norte del país. Moise, asesinado el 7 de julio a sus 53 años por un comando armado en su casa de la capital, Puerto Príncipe, era originario de la región.

Cabo Haitiano estaba en relativa calma esta mañana, luego de un día de tensiones el jueves, y la policía estaba generosame­nte desplegada en las calles.

El ataúd, cubierto por la bandera nacional y la banda presidenci­al, estaba expuesto en una explanada adornada de flores. Los restos eran custodiado­s por soldados de las Fuerzas Armadas de Haití.

La viuda del presidente, Martine, quien resultó gravemente herida en el ataque, estaba presente, con el brazo en cabestrill­o tras ser atendida en un hospital de Miami. Con el rostro cubierto por un barbijo con una foto de su marido, se inclinó sobre el ataúd.

“Podrido” e “injusto”. Representa­ntes de delegacion­es extranjera­s, del cuerpo diplomátic­o y miembros del gobierno se turnaron para ofrecerle el pésame, en un funeral abierto que podía ser visto desde grandes pantallas desplegada­s alrededor.

Un batallón rindió honores militares al jefe de Estado. Mientras que la ceremonia religiosa fue dirigida por cinco sacerdotes.

La viuda recordó a su marido, su fructífera carrera empresaria­l antes de entrar a la política, y deploró su fin trágico, “salvajemen­te asesinado”, “abandonado y traicionad­o”, aunque garantizó que no desea “venganza ni violencia”.

“¿Qué crimen cometiste para merecer tal castigo?”, se preguntó. “Él conocía bien los vicios de este sistema podrido e injusto, ese sistema que pocos antes que él quisieron atacar”. Por eso, “se encontró, de la noche a la mañana, con todo ese sistema en bloque, en su cara”.

Sus elogios contrastan con la fuerte desconfian­za que suscitaba Moise en buena parte de la población antes de su muerte. Pues muchos le señalaban de inacción ante la crisis y de un proceder autoritari­o.

Tensiones. El asesinato sumió al país aún más en la incertidum­bre y ha hecho resurgir tensiones históricas. Más de veinte personas, la mayoría colombiana­s, fueron arrestadas por su implicació­n en el complot, que según la policía fue organizado por haitianos con ambiciones políticas y vínculos fuera del país.

El director general de la policía nacional, Léon Charles, es el principal blanco de los segui“libertades”. dores del asesinado presidente, que le reprochan que no haya sido capaz de proteger al mandatario, cuya muerte reavivó las tensiones históricas entre el norte de Haití y el oeste, donde está la capital, Puerto Príncipe.

Esos problemas se derivan en parte de divisiones raciales históricas que se remontan al colonialis­mo francés entre los negros del norte, que son descendien­tes de esclavos, y los haitianos de piel más clara que viven en el sur y el oeste.

Algunos residentes incluso levantaron barricadas en las carreteras que conducen a Cabo Haitiano para evitar que la gente de Puerto Príncipe asistiera al funeral.

Ariel Henry, el nuevo primer ministro, quien asumió el cargo el martes, ha prometido llevar ante la Justicia a los responsabl­es del asesinato de Moise, así como restablece­r el orden para organizar las elecciones exigidas por la población y la comunidad internacio­nal.

Haití actualment­e no tiene un Parlamento en funcionami­ento y cuenta solo con un puñado de senadores electos. El gobierno interino no tiene presidente.

Washington ha dicho que las elecciones deberían celebrarse a finales de este año.

Moise gobernó Haití, el país más pobre de las Américas, por decreto después de que las elecciones legislativ­as previstas para 2018 se demorasen tras múltiples disputas.

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FOTOS> AFP HONRAS. Soldados frente al ataúd con los restos, y el último adiós de la mujer de Moise, Martine.
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