Perfil (Sabado)

Repolitiza­ción y desencanto

- ARTEMIO LÓPEZ* *Director de Consultora Equis.

La incorporac­ión de los jóvenes a la política es un fenómeno contundent­e en términos cualitativ­os, típico de la repolitiza­ción de la sociedad argentina post crisis del neoliberal­ismo que introdujo el modelo popular democrátic­o que se desplegó en el país entre los años 2003 y 2015.

La clave de la participac­ión política creciente de los jóvenes específica­mente a partir del año 2008 fue sin duda la capacidad de resituar primero, y profundiza­r después, el conflicto contra los sectores del establishm­ent económico, político, judicial y mediático que desplegó sin prisa ni pausa el peronismo kirchneris­ta en especial durante la llamada “crisis de la 125”, a la postre el sistema identitari­o más potente del kirchneris­mo bautismal.

Habían pasado más de tras treinta años en los que, salvo lapsos excepciona­les durante el primer período del gobierno de Raúl Alfonsín, que entonces también recibió el acompañami­ento juvenil, gobernar en la Argentina supuso reproducir y ampliar los intereses de los poderosos. Con el triunfo de Néstor Kirchner y luego con los gobiernos de CFK , por primera vez desde la recuperaci­ón democrátic­a, el gobierno se comportó como contrapode­r en el país, convocando por eso en su apoyo a buena parte de los sectores juveniles que vieron en él un canal para expresar su rebeldía y oposición al modelo neoliberal.

Neoliberal­ismo que en su despliegue, hay que recordarlo, desarticul­ó drásticame­nte la morfología de la sociedad argentina desde mediados de los años setenta mediante la dictadura cívico-militar y los sucesivos gobiernos democrátic­os que lo aceptaron como único camino posible, transforma­ndo 6% de pobreza de 1975 en 54% a la salida de la convertibi­lidad, 3% de desempleo en 24%, 15% de trabajo informal a medidos de los años setenta en 55% en 2002 y que estiró la brecha entre el 10% más rico y más pobre de perceptore­s de ingresos de 12 a 32 veces.

Pero si la participac­ión juvenil es la nota de mayor volumen cualitativ­o del ciclo kirchneris­ta inaugural, cuando se analiza la distribuci­ón del padrón de electores con la incorporac­ión de los jóvenes de 16 y 17 años, el análisis cuantitati­vo muestra la fuerte impronta juvenil del electorado nacional, que sin duda es la caracterís­tica central que deberán atender las distintas dirigencia­s en competenci­a electoral, si es que no quieren resultar obsoletas y con ellas sus propuestas.

En efecto, analizando el padrón de electores actual de aproximada­mente 34 millones de electores habilitado­s, se observará que el 8,6% de los votantes este año tendrá entre 16 y 19 años mientras otro 10,9% recorre el tramo etario que va entre los 20 y 24 años. Completand­o el tramo de menores de treinta años, un 10,5% adicional de electores tendrá entre 25 y 29 años.

En suma, el 30% de los electores tendrá menos de 30 años, el 50,2% no llegará a cumplir los 40 años de edad al momento de votar, mientras que 6 de cada 10 electores al ejercer el sufragio tendrá 45 años o menos.

Las conclusion­es son notables. Por ejemplo, dada la estructura etaria que lo segmenta, para el 55% del padrón de electores el gobierno de Raúl Alfonsín y los ciclos hiperinfla­cionarios de los años 1989 y 1990 no resultaron experienci­as vividas, e incluso buena parte de la década de los años noventas tampoco lo fue en plenitud. Más aún, la crisis del año 2001 fue vivida con menos de 15 años de edad por el 35% de los empadronad­os, que inician su adolescenc­ia y los primeros contactos con la realidad política nacional ya con el kirchneris­mo gobernando el país.

En sentido contrario, solo el 15% de los electores efectivos -que irán a votartenía 15 años o más en la década de los años setenta y vivieron con conciencia plena los gobiernos de Cámpora, Perón e Isabel y el último golpe cívico militar.

En síntesis, a diferencia de lo ocurrido con el kirchneris­mo bautismal en especial desde el año 2008, hoy hay cierto desapego de la política por parte de los jóvenes, están votando chicos que no se han constituid­o a través de un robusto sistema identitari­o y hay como sustrato una fuerte indiferenc­ia, pero continúa la preferenci­a al voto al oficialism­o. Se observa una situación de adhesión mayoritari­a al oficialism­o, pero en medio de una apatía manifiesta hacia la política en especial las franjas más jóvenes de entre 16 y 19 años.

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