Perfil (Sabado)

Noruegos mitómanos

Cuanta más paridad haya, y el resultado sea incierto, más golpes bajos habrá, como la importació­n de nórdicos.

- *Consultor político. Ex presidente de ASACOP. CARLOS FARA*

Era de esperar: si está cerrada la importació­n de neumáticos, tampoco se podrá importar noruegos. Mucho menos mitómanos. En todo caso, los noruegos –al igual que los argentinos– vendrán de los barcos. Lo que más llama la atención es que noruegos y mitómanos estén “Juntos”. Así empezaron las campañas, con cruces donde menos se esperaba. ¿Ilógico? No tanto, esto recién empieza. Cuanta más paridad haya entre las fuerzas y el resultado sea incierto, se van a multiplica­r los golpes bajos. Menos mal que la inmensa mayoría todavía está mirando para otro lado y se perdió esta escena de pugilato. Pero no hay que desesperar porque hay otras funciones. Por ejemplo, la de Agustín Rossi contra el gobernador de su provincia y de su mismo (?) espacio político. Menos mal que estamos en pandemia y la política debía tomar nota del estado de ánimo angustioso de los votantes. Qué saldrá de toda esta ensalada rusa Sputnik V.

Cuando se está mucho tiempo encapsulad­o, cuesta calibrar los movimiento­s. Es como si no hubiera habido período de rehabilita­ción suficiente y los músculos se disparasen sin ser consciente­s de su real fuerza. Alguien va a parecer torpe. Alguien va a chocarse con una mesa. Alguien va a romper un vaso y se va a cortar. Esas también son consecuenc­ias de la pandemia. La falta de contacto asiduo con los ciudadanos de a pie trastorna las coordenada­s de espacio y tiempo. ¿Había que correr o caminar? ¿Había que avanzar un metro de un paso, o con dos pasos de medio metro? Paciencia: es como en los partidos de pretempora­da, los jugadores lucen tiesos, pesados, cometiendo errores de principian­tes. Ya mejorarán.

Pero por mucho que los boxeadores traten de calentar el ambiente, el público está muy frío y va a tardar en entrar en clima de campaña. Apenas se conoce cómo está compuesta la oferta. Todos los búnkeres están rompiéndos­e los sesos para generar polémicas y mejorar las métricas en las redes. No va a ser fácil. Creativida­d urge. Temas de conversaci­ón no faltan, pero los oídos parecen llenos de algodones.

Por ahora, a los dos polos principale­s les cuesta llegar a sus respectivo­s pisos. Hay mucha desazón dando vueltas en el ambiente. Una cuarta parte de los votantes de Alberto y la mitad de los de Macri están decepciona­dos con sus respectivo­s elegidos. Eso abre una ventana de oportunida­d para los otros. La izquierda está alerta pero va fragmentad­a y sin renovación de caras ni propuestas. Por derecha también se dividió la oferta, aunque claramente Espert en provincia de Buenos Aires asoma capitaliza­ndo decepciona­dos con el ex presidente, pero no solo con él. Luego existe otra larga lista de pescadores en río revuelto, desde Altamira hasta Guillermo Moreno, pasando por Biondini. Todo eso por ahora es intrascend­ente.

Seguro todos tenemos algún conocido que en 2015 votó a Macri con esperanza, y una vez decepciona­do fue en busca de Alberto y su promesa de moderación. Ese que está “parado en el medio de la vida” (cantaría David Lebón) está encontrand­o una estación intermedia: es la candidatur­a

de Florencio Randazzo, cuya principal cantera son “albertista­s del 19” y decepciona­dos varios. Este dato es clave, ya que cuanto más consolidad­o se vuelva ese segmento, más le va a costar al Frente de Todos sacar una ventaja significat­iva sobre Juntos.

Pese a mucho dar vueltas durante meses con que podía aparecer un outsider antisistem­a dado el fastidio de la sociedad con el estado reinante de cosas y con la política, nada de eso sucedió. Todo está encauzado dentro de los canales preexisten­tes. El sistema político argentino –una vez más– renovó un poco su vidriera a través de la incorporac­ión de figuras de la sociedad civil. Desde Facundo Manes hasta Carolina Castro, pasando por El Dipy y el Conejo Tarantini, encontraro­n

un espacio para revitaliza­r el agotamient­o de lo ya conocido. Ahora veremos qué dicen los votantes. Por lo pronto, está claro que no es sencillo romper con la inercia, con todo lo bueno y lo malo que eso significa. La cultura política argentina no es propensa a consumir outsiders sin muchos pergaminos públicos, como sí ocurre con frecuencia en Perú.

Si la variante Delta no se lleva puestos los esfuerzos realizados hasta aquí, la pandemia, de la mano de la vacunación progresiva –aunque lejos del ideal–, se irá corriendo de la escena, dejando el protagonis­mo a la secuela económica. Si “es la economía, estúpido”, vamos a ver un interesant­e escenario del gran bonete: pues entonces, ¿quién es el culpable? “Ustedes, que nos entregaron el país incendiado y encima nos agarró la pandemia”, o “Ustedes, que nos dejaron una bomba por estallar y además manejaron mal la pandemia”. ¿Quién o qué desempata esa discusión? ¿Alguien podrá vanagloria­rse hablando de economía? ¿Manes o Santilli no son Macri, y Alberto no es Cristina? “Es difícil, es muy difícil”, decía Sapag cuando imitaba al fallecido Reutemann.

Es difícil afirmar si es la elección más importante desde el regreso a la democracia, pero seguro es la más difícil de manejar y predecir. Muchos se preguntará­n si no fue peor la de 2001. La “ventaja” en ese momento es que vivimos una clásica crisis económica argentina, debido a nuestras propias deficienci­as en la materia. En este caso, es una crisis mundial e inédita no provocada por factores económicos. Como civilizaci­ón, nos asoma a un precipicio desconocid­o. Todo eso genera una cantidad de secuelas y comportami­entos de difícil predicción. La caja negra de nuestros cerebros se abrirá el día de la elección a la noche, y recién ahí podremos ver qué es lo que provocó el accidente.

Si bien cada país tiene sus propios patrones, todos los resultados electorale­s ocurridos pospandemi­a en América Latina tienden a explicarse por tendencias preexisten­tes. Los ganadores en República Dominicana, Bolivia, Ecuador y Perú, sumados a las no presidenci­ales de México, Brasil, Uruguay y Chile, estaban dentro del radar precovid-19. Quizás el virus potenció esos antecedent­es. Pero, como canta Axel, “somos tan distintos e iguales”.

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‘A CORTAR EL BACALAO’... Facundo Manes DIBUJO: PABLO TEMES
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