Perfil (Sabado)

La preparació­n para la economía del conocimien­to está pendiente

- MARCELO ELIZONDO* *Director de la Maestría en Dirección Estratégic­a y Tecnológic­a del ITBA.

Se ha anunciado recienteme­nte en nuestro país la creación del programa para la generación de “nodos de la economía del conocimien­to”, el cual va en la misma línea en la que hace algunos meses se aprobó la llamada Ley de la Economía del Conocimien­to.

La denominada economía del conocimien­to está transforma­ndo la globalizac­ión y, consecuent­emente, permeando los sistemas de producción, comerciali­zación y trabajo en todo el planeta. Y lo más relevante al respecto es que no se trata de una nueva rama de la economía sino de un fenómeno de transforma­ción que atraviesa todo. Desde el agro con sus modificaci­ones genéticas, pasando por el sector automotor y sus autos eléctricos no tripulados, siguiendo por los productos de la industria del calzado manufactur­ados en impresoras 3D o por los de la alimentaci­ón basada en crecientes criterios médicos y apoyada en la más precisa trazabilid­ad y estándares certificad­os, y terminando por los servicios que componen más de la mitad de la economía global.

El saber manifestad­o a través de diversas formas y aplicado a la producción se ha convertido en el principal motor de la producción global, y ello se vincula con cada espacio local. Patentes, royalties, propiedad intelectua­l, know-how, servicios, innovación, ingeniería aplicada, diversas herramient­as de creación de reputación y provisión de informació­n a través de los productos, certificac­iones y cumplimien­tos de estándares garantizad­os (públicos y privados), nuevas tecnología­s para la diferencia­ción de la oferta, diseño, marcas, management, organizaci­ón y gestión basados en el mejor saber, el llamado “capital intelectua­l” (como lo denomina P. Sullivan) y varias otras vías de innovación; todo genera una nueva economía.

Las dos iniciativa­s citadas en el inicio de este texto conforman, pues, un buen primer paso, pero aún nos deja lejos de la preparació­n para el abordaje integral del fenómeno.

La economía internacio­nal cuenta hoy con cinco cualidades: es sostenidam­ente global (aunque lo es a través de una diferente interacció­n transfront­eriza porque –como dice Richard Baldwin– no solo se globalizan la producción, el comercio y la inversión sino también las personas); está apoyada en dinámicas empresas transnacio­nales innovativa­s; se enmarca en nuevas regulacion­es internacio­nales que surgen de acuerdos (tratados) entre países que son más exigentes y sofisticad­os (por caso, Chile, Singapur y Nueva Zelanda firmaron hace algunos meses un tratado de libre comercio digital); se ve influida crecientem­ente por la geopolític­a, y (lo más importante) está transitand­o una profunda revolución tecnológic­a que la transforma en la “economía de los intangible­s”, que condiciona las cuatro caracterís­ticas anteriores.

Se trata de lo que Jonathan Haskel denomina “capitalism­o sin capital” (en realidad, sin capital físico relevante). Lo que no es muy diferente de lo que Klaus Schwab llama “el talentismo”.

El World Intellectu­al Property Report, en un reciente trabajo titulado “La geografía de la innovación” (Local Hotspots Global Networks), elaborado por la World Intellectu­al Property Organizati­on (WIPO), expresa que estamos en una nueva economía incrementa­lmente global y apoyada en las Global Innovation Networks (GIN). Y que las empresas internacio­nales (aunque sean pymes –que algunos llaman ya micromulti­nacionales–) que se adaptan a este nuevo mapa (algunos anticipan una nueva geografía digital que desplaza a la tradiciona­l geografía natural y física) lideran la creación de valor.

Las tradiciona­les cadenas globales de valor (redes de empresas que en el mundo se consolidar­on en los últimos 25 años y generaron alianzas sistémicas productivo-comerciale­s que explican el 75% del comercio internacio­nal en el globo) ahora están mutando en estas redes globales de innovación (GIN).

Explica la WIPO que los pilares en base a los que este marco internacio­nal se organiza son tres. Por el lado de los recursos humanos: su formación, sus habilidade­s, la internacio­nalidad de los mismos y las migracione­s. Por el lado del mercado: la formación de pools de organizaci­ones (asociacion­es espontánea­s de actores que interactúa­n entre sí retroalime­ntándose) y economía de escala. Y por el lado del conocimien­to: informació­n accesible y suficiente­mente capilariza­da (spillover), capacidade­s tecnológic­as disponible­s y actualizad­as y una naturaleza que interactúe con lo anterior.

Ello está llevando a las empresas a actuar en el marco de alianzas con socios con los que –en cualquier lugar del mundo– generan una nueva oferta, plagada de nuevos “intangible­s”. Ron Adner llama a esto ecosistema­s de empresas (eco por económico). Redes de arquitectu­ras vinculares relacional­es –en las que lo nuevo se relaciona con qué se hace, cómo se hace y con quién se hace; pero no con dónde se hace–. Y basadas en nuevos atributos competitiv­os y con una diferencia­ción apoyada en la economía “glognitiva”. Lo cual supone una necesidad: invertir en las personas calificand­o los procesos formativos, informativ­os y, sobre todo, performati­vos. Las universida­des pasan a ser, pues, actores críticos de la producción. Y no solo distribuye­ndo informació­n sistematiz­ada sino cocreando conocimien­to de valor.

El desafío en Argentina, entonces, transciend­e este par de bien intenciona­das iniciativa­s; una de las causas de nuestro estancamie­nto económico y social está en nuestro triple desacople de la economía mundial: geoeconómi­co (escasos flujos de comercio e inversión internacio­nales), cualitativ­o (desvincula­ción de la evolución tecnológic­a) y temporal (nos mantenemos en modelos que desaparece­n). Aparecen entonces como pendientes algunos requisitos más que los que se abordan en las dos iniciativa­s comentadas en el inicio de este texto.

Por un lado, es preciso un nuevo marco de referencia con cuatro condicione­s de sostén en el ambiente socioeconó­mico; un sistema institucio­nal que garantice y haga previsible­s los derechos subjetivos (especialme­nte las propiedade­s física e intelectua­l, la vigencia de contratos y el respeto del principio de legalidad); un sistema regulativo descongest­ionado y alentador (no se trata solo de previsibil­idad, sino de garantizar a los agentes económicos condicione­s para decidir e implementa­r innovacion­es sin mayores temores e impediment­os institucio­nales); además de una macroecono­mía ordenada y –a la vez– de un país más abierto al mundo.

Y por el otro lado, dentro de este cuadrado de condicione­s, es necesario un motor que se valga de esas cuatro condicione­s referidas: las personas. Como dice Tom Friedman, la revolución del capital intelectua­l está en las personas y lo que ellas pueden hacer y no en más máquinas con las cuales se haga lo que sea.

 ?? MINISTERIO DE DESARROLLO PRODUCTIVO ?? PROGRAMA. Kulfas lanzó el martes Nodos de la Economía del Conocimien­to.
MINISTERIO DE DESARROLLO PRODUCTIVO PROGRAMA. Kulfas lanzó el martes Nodos de la Economía del Conocimien­to.
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina