LOS PLANES A CONCRETAR
El famoso músico argentino vuelve al ruedo con el single Humanidad, cuyo video dirige Lisa Cerati. La postura del autor frente a la incertidumbre.
Alejandra Darín y Pacho O’donnell tienen proyectos y actividad más allá de esta reposición. Anticipa O’donnell: “Está ensayando el director Daniel Marcove mi obra Un papel en el viento para estrenarla en septiembre en el teatro El Tinglado. Es un texto sobre el encierro y también trata el tema de la memoria. Además, Ricky Pashkus está haciendo la adaptación para un musical sobre mi libro: Juana Azurduy. La teniente coronela. En Córdoba el actor Sergio Oviedo representa La furia y el viento que iba a estrenar aquí Lito Cruz. Es un monólogo que dirige ahora Sergio Osses”. Este espectáculo continuará durante agosto y septiembre en La Cochera, los viernes a las 21 de manera presencial.
Alejandra Darín también sumará otro espectáculo. Afirma: “Esperamos estrenar en septiembre la obra Scalabrini Ortiz de Florencia Aroldi junto al actor Pablo Razuk, con dirección de Sebastián Berenguer que irá al teatro El Picadero”. Pacho O’donnell fue uno de los dramaturgos del primer ciclo de Teatro Abierto, al cumplirse cuarenta años de ese acontecimiento cultural, hoy señala: “Fue una epopeya donde el principal enemigo era el miedo. La dictadura en 1981 estaba muy entera. Fue una prueba de un coraje casi irresponsable, era la época del terror, pero creo que juntos nos dimos fuerza para sacarlo adelante. Lo interesante es que hirió a la dictadura por eso respondieron tan salvajemente con el incendio del teatro El Picadero. Creyeron que nos íbamos a asustar e interrumpir las funciones. Efectivamente nos asustamos mucho, pero sentimos que tenía sentido seguir”.
“Sin tocar en vivo, las cosas se complican mucho.”
Son tiempos extraños para todos. También para Richard Coleman, que como muchos otros músicos profesionales ha tenido que adaptarse a un entorno nuevo, sin la posibilidad de organizar, al menos por ahora, conciertos tradicionales y con un panorama de incertidumbre que obliga a repensar estrategias. “A la condición completamente asumida de artista del Tercer Mundo se me sumó la pandemia, que terminó con lo que funcionaba para mí, los shows. En un contexto donde la venta de discos ya no es un negocio para casi nadie, si te quedás sin la chance de tocar en vivo, las cosas se complican mucho”, sostiene el experimentado artista. Sin embargo, un rapto de inspiración fue suficiente para que apareciera una canción nueva, que no preanuncia nada especifico, pero permite aventurar la gestación de un nuevo disco. Humanidad es, como cientos de otras canciones compuestas y publicadas en estos últimos dos años, un fruto del confinamiento: “Algunas veces puede fallar”, asegura Coleman en su nuevo tema, con el tono admonitorio de un presagio oscuro que recarga aún más este presente amargo. “La famosa profecía del no future llegó de una manera impensable”, dispara convencido.
“A mí me gusta hacer discos. De hecho, no me cabía mucho la idea de trabajar sola una canción –agrega–. Por lo general, laburo en un contexto de álbum, pero también entendí que los paradigmas han cambiado. Entonces decidí publicar este single, pero sin la intención de adelantar nada. Es una linda canción que me salió después de mucho tiempo de no hacer ningún tipo de planes. El año pasado fue muy raro: estuvimos repensando, reinventando y rediseñando todo para vivir el día a día, más que hacer proyecciones. Veremos si el año que viene entro a grabar un disco entero. Es probable, pero hoy es difícil asegurar algo”.
Después de una idea armónica y melódica que tuvo en febrero, Coleman trabajó durante una semana la letra de Humanidad, hasta quedar conforme con la versión definitiva: “Para mí la sonoridad de las palabras es algo fundamental. Creo que una de las razones por las cuales me puse a escribir canciones fue el hartazgo de las acentuaciones raras del rock argentino, una costumbre que para mí está más relacionada con la vagancia que con la libertad poética, con ese recurso chato de meter las palabras con fórceps en una melodía. Yo privilegio la sonoridad musical y un significado que por lo general, está alejado de lo testimonial, que siempre tiene que ser completado por el que escucha. Suelo trabajar en base a imágenes que construyo en mi mente, completamente ficcionales. No describo situaciones reales”.
Esas acentuaciones manipuladas que Coleman evita expresamente fueron un insumo común del rock argentino clásico (pensar, por ejemplo, en Bajan, tema canónico de Luis Alberto Spinetta incluido en Artaud, un disco mítico si los hay: la alteración de la palabra que cierra el verso “viejo roble del camino”). “Pero Luis está más allá del bien y del mal, es inimputable –aclara Richard–. También pasa que las letras de él fueron de las primeras del rock en castellano que no se entendían, entonces era como escuchar algo en otro idioma (risas). Yo no trabajo con esos significados intrincados del Flaco, pero para mí él es una influencia, sin dudas. Dicho esto, mi tendencia es ir simplificando, tratar de interpelar ya en la primera escucha. Trato de que lo que digo sea cada vez más amable, que las estructuras de las canciones sean más sencillas, que la primera impresión del que escucha sea más directa, tanto la de amor como la de rechazo. Obviamente, son todas especulaciones. Por qué una canción te atrapa sigue siendo un misterio”.