“La angustia es un búmeran; tarde o temprano vuelve a golpear”
—Al haber perdido la esperanza porque dios ha muerto, ¿la espera se torna intolerable? Espera y esperanza están en la misma familia etimológica.
—La espera es intolerable. Sentimos que nos estamos perdiendo algo valiosísimo y salimos corriendo a buscar eso que nos consuele. Hay algo maravilloso que dice Hannah Arendt con respecto a la esperanza: que es un modo de resarcirnos de la finitud del presente. El perdón hacia el pasado y la esperanza hacia el futuro. También la promesa. Es lo que tiende una línea en el tiempo para decirnos que no todo termina aquí y ahora. —¿No soportar la espera sería la consecuencia de la angustia?
—No sé si la angustia se cura con la acción. No soy psicoanalista, pero más bien tiendo a creer que no. A veces la acción tiene forma de un acting out. Hay una frase maravillosa de Nietzsche, en el parágrafo 125 de la Ciencia jovial o Gaya ciencia. Cuando el loco anuncia la famosa muerte de dios, dice algo así como que la tierra se ha desprendido de su sol y que vaga por la inmensidad de las esferas celestes y cae, cae hacia un costado, hacia el otro, hacia atrás, hacia delante. Ese caer hacia delante tiene que ver con esta precipitación, en el doble sentido de la palabra precipitación. Lo que se condensa como el resultado de algún proceso. No poder esperar que los procesos hagan lo suyo. Es la parte nefasta y esto produce más angustia. Como no soportamos la angustia, nos lanzamos a la carrera para taparla. Pero la angustia es un búmeran. Tarde o temprano vuelve a golpear.