“Es el cine que me gusta y que espero hacer”
Nicolás Teté posee una conexión con el mundo de la juventud. Eso hoy puede verse tanto en su libro Nada nos puede pasar como en el largo que acaba de estrenar, Todos tenemos un muerto en el placard o un hijo en el clóset. En este largo, la idea es mostrar a un adolescente que ya no lo es, y no se entera, volviendo a vivir un rato con su familia, en ese limbo emocional que genera la separación, las dinámicas familiares y su descubrimiento de posibles nuevos rumbos. El director cuenta: “La idea surgió hace casi diez años en las clases de guión de la Universidad del Cine, por supuesto, el proyecto fue cambiando mucho a lo largo del tiempo, pero siempre supe que quería hacer una película donde el espectador se pudiera identificar y que sea reconfortante. También es un tipo de película que yo elijo ver, es el cine que me gusta y que espero seguir haciendo”.
—¿Hay algo de experiencia personal en el relato?
—En cuanto a la historia fue surgiendo de una mezcla de situaciones que me iban contando amigos y también mi experiencia personal. En esa época hablaba mucho con amigos del tema de estar fuera o dentro del clóset para la familia, todos lo estábamos en Buenos Aires, pero no muchos en nuestros pueblos.
—¿Qué buscabas contar con este relato?
—Una película con personajes reales que no tienen bien en claro lo que les pasa, pero que intentan tener la mejor relación posible con su entorno. Es una película para distintas edades, creo que a cada uno puede entrarle por un lado diferente, es un retrato de una familia argentina actual y capaz verla puede serle útil a alguien. Siempre busco cierta identificación del espectador, pero también que disfruten la película como entretenimiento.
—Hay algo de entender los tiempos lejos de la ciudad, y determinadas formas de pensar, sin someterlas a la caricatura. ¿Cómo buscabas lograr eso?
—Creo que son cosas que intenté por conocer de lo que estaba hablando. Yo soy de Villa Mercedes y estudié en Buenos Aires, entonces, esas visitas esporádicas, ese ver a tu familia desde lejos, la sensación extraña de volver a estar en casa, pero no… son todas cosas que viví mientras escribía el guión. También siento mucha responsabilidad a la hora de retratar Villa Mercedes. Cuando hacemos estas historias de “gran ciudad versus pueblo” se corren muchos riesgos porque los pueblos y el interior del país fueron caricaturizados muchas veces o mostrados desde un desconocimiento porteño, más en un estilo de película como el que hice.