LA RELACION DE CRISTINA Y ALBERTO
Hola, cómo andan, yo acá, cada vez más convencido de que ustedes no entienden nada.
Y es que me llegan multitudes de cartas preguntándome cómo hago para hacer tan simples los debates y los temas. ¿Cómo se los explico? Tengo un talento innato para ir al hueso. Eso me paso por ejemplo cuando jugaba al fútbol y era conocido en el barrio como “el rey de la lesión” : cuando alguno encaraba hacia nuestro arco, sabía que astillar un fémur era la solución a todos nuestros problemas. Es verdad, a veces los árbitros solían excederse en los castigos y más que echarme de la cancha, me deportaban o me querían abrir causas penales. Es una lástima que entonces no existiera el VAR, porque si estuvieran grabadas todas esas jugadas, seguramente hoy podría hacer alguna cinta de terror para Netflix. En fin.
Hoy quiero hablarles de un tema candente: la relación entre el presidente y la vice. Una relación sencilla, difícil, humillante y generosa, repleta de sometimiento y comprensión. Y es que Alberto debe agacharse ante el despotismo copado, sinvergüenza y convergüenza de la vicepresidenta. Porque si hay algo que ella tiene claro es que el amor debe estar por sobre todas las cosas. El problema es que no le sale.
En definitiva, no tengo dudas de que esta relación llegará a buen puerto. Claro, el problema es que ellos van a bordo del Titanic. O no.