Una secuela de acción frenética y divertida con comedia latina
DURO DE CUIDAR 2
Título original: Hitman’s Wife’s Bodyguard Dirección: Patrick Hughes Guión: Tom O’connor, Phillip y Brandon Murphy Intérpretes: Ryan Reynolds, Samuel L. Jackson, Salma Hayek, Antonio Banderas, Morgan Freeman y Antonio Banderas Origen: Estados Unidos / Gran Bretaña (2021) Duración: 100’
El australiano Patrick Hughes afina la puntería en esta secuela del film de 2017 con una muy buena performance, en la que Ryan Reynolds, Samuel L. Jackson y Salma Hayek parecen parodiar las producciones de James Bond, o reírse de sagas como
Duro de matar con el infalible Bruce Willis. La película es una farsa, llena de gags con resoluciones al estilo de un cómic, acción, sangre y adrenalina.
Si en la anterior había un villano al que demoler interpretado por Gary Oldman, acá ese lugar lo ocupa Antonio Banderas, en el personaje de un terrorista griego. Disfrazado de caballero de suaves modales, el español le da el tono justo a ese perverso criminal dispuesto a pergeñar un ciberataque de consecuencias imprevisibles.
En esta secuela de traición, venganza y trepidante acción, Reynolds y Jackson conforman lo que podría ser una pareja despareja, como en las divertidas 21 Jump street, o Bad
boys, solo que en lugar de ser dos policías, son un guardaespaldas y un sicario. El primero es bastante torpe y medio infantil. Es al que le sucede todo lo imprevisible y al que su terapeuta le acaba de dar de alta, recomendándole que deje su trabajo de guardaespaldas, papel que él no está dispuesto a abandonar. Mientras que Jackson es el absurdo y divertido criminal que salió de la cárcel y acá intenta con su mujer (Salma Hayek) tener un hijo. Pero el cruce en el medio de un atentado terrorista que puede dejar a oscuras a toda Europa pone en marcha a los tres y les hace jugarse el pellejo en acciones tan arbitrarias como insólitas.
En este tórrido entramado de escenas, el director Patrick Hughes (Los indestructibles
3) se mueve cómodamente. Su ritmo es de una acción intensa, con un calibrado y divertido movimiento de tomas y planos, que permiten redescubrir el costado cómico y arrebatado de Salma Hayek. La actriz se atreve a escenas tan arriesgadas como las de Harley Quinn en El escuadrón
suicida. A la vez que el guión juega con su edad, lo que queda expuesto cuando uno de los criminales la llama vieja, actitud que la enfurece y hace tronar su ametralladora sin que nadie quede en pie. Reynolds continúa esa línea frenética y de cándida incredulidad, que se atreve al riesgo y puso de manifiesto en sus dos últimos films (Escuadrón 6 y Free Guy: tomando el control).
Un guión al que los actores le aportan un entrenado tono de improvisación, le otorga un valor extra a las persecuciones que tienen por escenarios las estrechas calles de distintas ciudades de Europa.