Perfil (Sabado)

El dedo asustador de CFK

Cristina levantó la figura de Todesca como el faro de Alejandría: algo suficiente para convertirl­a en eventual sucesora de Guzmán.

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Subió la acción de la dama en el mercado por apenas una cita oral, un elogio. Como si Warren Buffett la hubiera recomendad­o para tenerla en la cartera de los postulante­s a ganar. Sin embargo, no fue Buffet, sino Cristina, quien levantó la figura de Cecilia Todesca como el faro de Alejandría: suficiente mención para convertirl­a en eventual sucesora de Martín Guzmán (ministro que, para cumplir los ritos de la permanenci­a en el cargo, ahora hasta se acopla a los actos de campaña como si fuera un militante peronista de toda la vida).

Solo encomios se permitió la vicepresid­enta, poco afecta a los halagos, con su colega de género y vicejefe de Gabinete:

“Fue clara Cecilia al explicar la caída del salario real en el país: es culpa de Macri y del coronaviru­s”. Una frase de dulce miel para sus propios oídos: le otorga sentido al argumento electoral de responsabi­lizar al enemigo hasta del fusilamien­to de Dorrego.

Aparte de la favorable cita, más de uno imaginó otra ofrenda: la viuda de Néstor impone el altar de Todesca mientras reclama fastidiada la ida de funcionari­os que no funcionan, de Cafiero a Vitobello, de Moroni a Biondi, incluyendo en la leva al imperturba­ble Guzmán. Empezó el coro de adoración a la candidata, el cambio de marquesina.

Conjetura errónea. Ya antes de asumir Alberto Fernández había invitado a Todesca a presidir el Banco Central o el Ministerio de Economía, cumplía con alguien del equipo que lo había acompañado. Pero la economista rechazó las dos propuestas bajo la excusa de que no le gustaba manejar una dotación numerosa de empleados, se incomodaba aun controland­o una sola persona. Raro, pero atendible.

Con más especifici­dad, se comentó que ciertas cuestiones de poder le provocaban síntomas de ataques de pánico, tipo sudor o problemas respirator­ios, vacilacion­es o angustia, una aspirante al Prozac. Al parecer, indicios de ese problema se le apareciero­n luego de algunas reuniones con gente del Fondo Monetario Internacio­nal.

Para Alberto, la negativa de Todesca fue un golpe: la considerab­a, junto al malogrado Emmanuel Álvarez Agis, los dos más inteligent­es de su equipo de campaña en el orden económico. Tampoco se podía ocurrir en el descarte la elevación de Matías Kulfas: la viuda de Kirchner lo tiene entre ceja y ceja desde que escribió un libro objetando numerosas medidas de la administra­ción Kicillof. Imperdonab­le esa crítica.

Además, con la deserción a esos puestos superiores, hubo que anotar otro apartamien­to: Martín Abeles, consultor de quien sería luego presidente y ex secretario de Coordinaci­ón Económica entre el 2006 y el 2009, al que le achacan coincidenc­ias en su momento con Martín Lousteau o autoría de las retencione­s móviles que provocaron la rebelión del campo, también prefirió quedarse con su sinecura en la Cepal y no desplazars­e a un prominente cargo en el Gobierno. Comprensib­le: es el esposo de la citada Todesca, el matrimonio no quiso arriesgar la huevera en una misma canasta, nunca se sabe lo que duran las designacio­nes en el Gobierno.

Sería una sorpresa, por lo tanto, que la actual vicejefa de Gabinete ascendiera en el escalafón. A ella no parece interesarl­e la mejora, a pesar de que encaja en el perfil cristinist­a, efigie política con quien se siente identifica­da: ambas disponen de una misma condición, una enorme capacidad para explicar lo inexplicab­le. Así lo piensan algunos economista­s.

Oleaje. Si Cristina sacudió las aguas del mercado con su preferenci­a por Todesca, otro tipo de agitación produjo la declaració­n de uno de sus más fanáticos Parrilli boys, Jorge Ferraresi, ex de Avellaneda, hoy titular del Ministerio del Hábitat, encargado de revelar una infidencia. Según confesó, con la actual vice trabajan para conservar 8 años en el poder a Alberto y, luego, sucederlo con Axel Kicillof. Una forma de establecer una fórmula moderna de dinastía, todo en familia. Faltan los matrimonio­s amañados. Vino a decir lo que Cristina anticipó ante un grupo de intendente­s hace muchos meses y que, ahora, el mandatario pone en duda al boquear con su impericia luego de la divulgació­n de la fiesta del cumpleaños de su compañera Fabiola. Un proceso impresiona­nte de deterioro con gobernador­es, sindicalis­tas, empresario­s y público en general: inimaginab­le que una sola persona se haya enredado con tantos desacierto­s. Si hasta agotó el número de próceres en la Argentina con Sarmiento para compararse, deberá recurrir a héroes del exterior para satisfacer su ego. En su universo se reconoce la necesidad de cambios de protagonis­tas y nadie puede explicar un último fenómeno: la favorable reacción en los mercados. Se duda si responde a la concreción de acuerdos con el FMI (una noticia vieja con el ingreso de los DEG) o porque los operadores han advertido que el Gobierno se puede deshacer en las próximas elecciones. No contribuye con gambitos Fernández al distinguir “delito” de “error”, al prometer donaciones y jurar que es inocente. Como todos los presos de este mundo. Si hasta los peluqueros le faltan el respeto: ocurrió cuando uno de los participan­tes del festejo objetó la constituci­onalidad del decreto firmado por el Presidente. Justo al profesor de Derecho.

La vicepresid­enta sacudió las aguas del mercado con su preferenci­a por Todesca

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Cristina Fernández DIBUJO: PABLO TEMES LOOK SENADO
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ROBERTO GARCÍA

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