Perfil (Sabado)

“Las mujeres que no huyeron de Somalia viven sometidas al acoso sexual y a violacione­s”

- J.F.

—Usted escribió: “Sin embargo, en la perversa cultura estadounid­ense actual, se presta más atención al uso de los pronombres de género preferidos que a la difícil situación de las mujeres, cuyos derechos más básicos –a la educación, a la autonomía personal, a estar presente en un espacio público– han sido eliminados o están gravemente amenazados”. ¿Las llamadas políticas de género son una suerte de “astucia de la razón” para evitar tomar posiciones políticas más enérgicas?

—En la sociedad estadounid­ense estamos en las garras de una ideología extravagan­te y descabella­da. Lo que llamamos woke. Tiene muchos nombres, teoría crítica de la raza, teoría crítica de la justicia, intersecci­onalidad. Cuenta con todo tipo de etiquetas. No es el marxismo material de la Unión Soviética o de cuando China era comunista. Este es el cultural. Hay dos sexos, masculino y femenino, pero esta ideología afirma que hay más. Afirma que somos sistemátic­amente racistas. Pone a los seres humanos en la jerarquía de los que oprimen y los oprimidos. Introduce un nuevo racismo. Se nos pide que cometamos un genocidio contra los blancos, especialme­nte los hombres, sin otra razón que su color de piel. Es una locura. Pero estamos en sus garras. Lo único que podemos hacer es luchar contra ella. Se enseña en nuestras escuelas y universida­des. Ahora está en el Estado y en el gobierno.

—Usted nació en Somalia. Un informe de Unicef dice que “el 98% de las mujeres y niñas han sufrido ablación en Somalia, la tasa más alta en todo el mundo, debido a que la mutilación genital femenina sigue siendo una práctica cultural ‘universal’ en el país. En el informe ‘Análisis de la situación de los niños en Somalia 2016’, presentado en Mogadiscio, Unicef alerta de que este conflictiv­o país del Cuerno de África es uno de los menos seguros en el mundo para los menores, que solo durante el año pasado sufrieron más de 2 mil violacione­s graves”. ¿Cómo describirí­a la situación de las mujeres y niños en su país de nacimiento? —Es nefasta. Nací en Somalia en 1969. Los primeros veinte años de mi vida no los viví todos en Somalia. Pero había una dictadura. Aun así, al menos la vida era mejor para las mujeres entonces que hoy. Ahora Somalia está dividida en tres partes. En la zona que controlan los Al-shabab y otros islamistas radicales, reina una anarquía. Se cortan los genitales de las niñas. Se las obliga a casarse demasiado pronto, a los 11, 12, 13 años. Muchas de las mujeres de Somalia que no huyeron viven sometidas a un implacable acoso sexual o a violacione­s. Ser mujer en Somalia es miserable. Es como ser mujer en Afganistán bajo los talibanes. —También dijo: “Gracias a la civilizaci­ón occidental, recibí una buena educación en Kenia, por legado del sistema escolar británico” y defendió las ideas de la Ilustració­n. ¿Cómo es la historia del ingreso de esas ideas en África? ¿Qué gobiernos fueron y son sus representa­ntes?

—Crecí y pasé toda mi adolescenc­ia en Nairobi, Kenia. Fue una antigua colonia de Gran Bretaña. Los británicos dejaron un sistema de educación que no es perfecto ni mucho menos, pero en el que muchos fuimos educados. Kenia es muy pobre, pero en muchos aspectos sigue funcionand­o. Cuando hablamos de la historia del colonialis­mo, nos centramos solo en lo que salió mal. Pero olvidamos que hubo algunos buenos resultados. Un ejemplo es la India, un país tan grande como un continente. También cabe analizar la situación de los países africanos. La gente estuvo expuesta a la educación y a la modernidad. Y luego se independiz­aron. En algunos países, los gobiernos locales no lo hicieron mejor que las potencias coloniales. Son temas tabú para muchos. Casi no se puede hablar de ellos.

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