Perfil (Sabado)

El elegante caballero inglés que cambió la música

- JUAN MANUEL DOMÍNGUEZ

La muerte del baterista permitió al mundo recordar la leyenda del hombre que amaba al jazz pero que básicament­e fue uno de los tantos inventores del rock n’ roll. Llamado la columna vertebral de los Rolling Stones, el fanático de Charlie Parker amaba el diseño y fundó una escuela única de estilo.

Te amo. Sos el mejor.” le dijo Ron Wood a Charlie Watts, el baterista de los Rolling Stones. Charlie no pudo leerlo. Wood se despedía públicamen­te del nombre con quién tocó durante décadas. Como todo el planeta sabe, Watts falleció a sus 80 años el pasado martes, generando entonces lo que nadie esperaba: el fin de la burbuja más mítica de la historia del rock, esa que soñaba a escondidas que los Stones eran para siempre. Porque sí, los Beatles son los Beatles, y a nadie le importa ya ese combate, pero lo que es seguro es que son hace rato un recuerdo; sus majestades satánicas son muchas cosas, pero sobre todo leyenda vivientes, como hemos comprobado más de una vez. Pero, ahora sí, y como siempre, la historia se muere, y como nunca antes, mientras mandamos tweets, y así el martes #Charliewat­ts fue celebrado por todos. Todos, eh: de Sir Paul Mccartney a Sir Elton John, desde sus amigos y compañeros Stones a cualquier nombre que alguna vez fuera capaz de llenar un estadio. Tanto fue el sentimient­o de golpe a las costillas emocionale­s, que casi nos olvidamos de una de sus hermosas declaracio­nes públicas finales, que se dio cuando anunció que debía bajar de la pata norteameri­cana del tour No Filter de los Stones: “Por una vez, mi timing ha estado un poco fuera de ritmo”.

El niño que amaba a Charlie Parker.

Charles Robert “Charlie” Watts nació un 2 de junio de 1941, en Wembley, norte de Londrés. Cuando era niño, hijo de un ferroviari­o, ya adoraba el jazz: se inventaba un saxofón con diarios viejos, y pretendía ser el nombre que iba a marcar su vida, Charlie Parker. Fue escuchando a Gerry Mulligan,

Walking Shoes, cuando decidió que quería ser baterista. Bueno, a Gerry Mulligan y Chet Baker. Fue en la escena nocturna del

Charlie Watts era el perfecto contrapunt­o de sus compañeros y sus formas de ser.

jazz, de los bares donde tocaba la batería, dónde conoció a Mick Jagger y la pandilla. Fue, según una de las tantas versiones de los comienzos de los Rolling Stones, el 12 de junio de 1963 cuando Watts, quien no fue el primer baterista de la banda, debutó en escena con Richards y su banda. Charlie Watts dijo a NPR en el 2012 que tenía que estar cerca de Keith Richards mientras tocaban en vivo al comienzo: “No había amplificad­ores grandes. Con una audiencia a los gritos, necesitaba saber cuando venían los cambios”. Un año después, los Stones tenían su primer #1 en los rankings ingleses: (I Can’t Get No) Satisfacti­on, donde, por supuesto, los golpes de Watts, los rockeros golpes de Watts, fueron tendiendo puentes hasta llegar incluso al #1 en Estados Unidos.

En palabras del periodista Andrew Limbong: “Los Stones finalmente lo convencier­on de unirse. Y cuando lo hizo, le dio a la banda una columna vertebral”.

Las leyendas, se sabe, están hechas de esquirlas de una vida que no podemos siquiera imaginar. Watts le dijo alguna vez a NPR sobre su vida en el rock: “Es la vida que siempre, en un estilo medio Hollywood de caricatura, quise: el club nocturno humeante a las cuatro de la mañana y Parker tocando”. El jazz era su brújula, su Oz, y el rock fue su Metrópolis, donde Watts salvaba vidas disimuland­o ser un elegante Clark Kent: no dejen que The Charlie Watts Quintet, su banda de jazz, los engañe. Watts era Superman y Clark Kent. Era poder venido de siempre otro planeta (era rock en el jazz, era jazz en el rock: era leyenda en sus dos planetas, en sus dos hogares). Y era alguien que salvaba. En palabras del mismo Mick Jagger, dichas en 1979 a Rolling Stone: “Todos piensan que Mick y Keith son los Rolling Stones. Si Charlie no hiciera lo que hace con la batería, no habría Stones. Así entendería­s que Charlie Watts es los Rolling Stones”. Algo que por supuesto el mismo Watts negaba en 1991 a la misma revista: “Me caracteriz­o por dejar que la gente haga lo quiere, lo cuál por supuesto no hace a un gran líder de una banda de rock. Si yo hubiera liderado a los Rolling Stones, no hubieran llegado a ningún lado. Treinta años después estaríamos dando vueltas cargando nuestro amplificad­or a cuestas”.

Como un Rolling Stone. Pocas cosas no se saben de Watts. Pero su todo, sigue siendo el perfecto contrapunt­o de sus compañeros. No como antagonism­o, esa idea boba del ying y el yang (allí están sus adicciones como contraprue­ba), si no precisamen­te para poder mostrar su unicidad. Por ejemplo, cuando iba a New York él mismo ha declarado una y otra vez cuánto amaba ir a Birdland, el bar famoso, claro, por Charlie Parker. Y nada, pero nada más, de Nueva York. Watts, el hombre cuya elegancia fue celebrada hasta por Vogue, incluso había hecho en 1964 un libro para niños sobre, por supuesto, Charlie Parker. Su nombre era Ode to a Highflying Bird, y lo publicó un fan de los Stones al descubrir su existencia. De hecho, el diseño y la creación visual eran parte de su vida: ha diseñado logos para la banda, e incluso los escenarios de diferentes tours de su banda y, por supuesto, la contratapa de Between the Buttons. El hombre que amaba “tocar jazz. Pero amo tocar rock & roll con los Stones”. El hombre que le dio, bien vestido, un puñetazo a Mick Jagger cuando él, pasado de copas, le dijo “su baterista”. El ícono de moda que se vestía como sus adorados Fred Astaire, Miles Davis y Duke Ellington. El músico que precalenta­ba haciendo rutinas de bailarinas de jazz al estilo del famoso Cotton Club. El cómico seco que era compinche de Richards. El travieso que no rompía habitacion­es de hotel sino que usaba sus camas como inspiració­n para sus solitarias noches bocetando. La leyenda, nuestra leyenda, que firmaba: C.R. Watts, y aclaraba, como si alguien en la galaxia no lo supiera: baterista, The Rolling Stones.

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 ?? FOTOS: GZA. AFP ?? PARTIDA. La comunidad del rock, todos sus integrante­s, despidiero­n al famoso músico que falleció el pasado martes junto a su familia en el hospital.
FOTOS: GZA. AFP PARTIDA. La comunidad del rock, todos sus integrante­s, despidiero­n al famoso músico que falleció el pasado martes junto a su familia en el hospital.
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RODANTES. Watts siempre alegó amar el jazz, pero también tocar con los Rolling Stones. Estuvieron juntos durante más de 60 años y su partida fue sentida públicamen­te por cada uno de los integrante­s de la mega banda.

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