Perfil (Sabado)

“A partir de la Segunda Guerra hubo una aceleració­n del metabolism­o social del capital”

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—El Anthropoce­ne Working Group, integrado por geólogos de la Universida­d de Leicester y del Servicio Geológico Británico bajo la dirección de Jan Zalaslewic­z, dijo que “el planeta habría iniciado una nueva era geológica hacia 1950 con la presencia de residuos radiactivo­s de plutonio tras los numerosos ensayos con bombas atómicas a mediados del siglo XX”. ¿Cuándo comenzó el Antropocen­o?

—Hay debate. Para muchos empezó con la era de los combustibl­es fósiles: el carbón primero y luego el gas y el petróleo. En lo que todos coinciden, como dice el Anthropoce­ne Working Group, es en que luego de la Segunda Guerra Mundial hubo una aceleració­n del metabolism­o social del capital a raíz de la petrolizac­ión de las sociedades. Con ello se aceleraron la contaminac­ión y la destrucció­n de los ecosistema­s. También hay historiado­res que lo asocian a los orígenes del capitalism­o, imagínese hasta dónde podemos llegar a ir. Lo que es claro es que estamos en otra edad. La crisis es casi terminal. Lo que viene es distinto a lo anterior. Son tiempos de incertidum­bre y de inestabili­dad climática. Hay que tomar medidas. No sé si es tan importante saber a rajatabla cuándo comenzó el Antropocen­o, sino más bien qué propuestas de salida hay, dado que no tenemos otra opción. Muchos de nosotros nacimos en el Holoceno, que ocupó aproximada­mente 10 mil años o 15 mil años de nuestra historia, caracteriz­ada por la estabilida­d climática. Fue lo que posibilitó que el ser humano pudiera colonizar cada rincón del planeta, pero ya no vivimos en él. No sabemos cuáles serán las respuestas de la naturaleza. Pueden ser muy imprevisib­les y pueden tener un carácter irreversib­le y hacer muy hostil la vida del ser humano en el planeta. Entonces ante eso tenemos que dar respuestas, y las respuestas que podría darse desde el capitalism­o vía la geoingenie­ría, la economía verde, es distinta de la que podemos dar aquellos que venimos asociados a las luchas de los movimiento­s sociales y que sobre todo proponemos otro vínculo entre sociedad y naturaleza, otro paradigma asentado en el cuidado o la interdepen­dencia, la ecodepende­ncia, la complement­ariedad, como clave para abordar la nueva época. La pandemia del covid-19 habilitó estas discusione­s sobre la transición ecosocial que antes parecían ser patrimonio exclusivo de especialis­tas. Se debaten de manera mucho más abierta en la agenda pública las vías de la transición ecosocial. En Europa hay una clara conciencia, ligada a que la vida misma de Europa como construcci­ón política está amenazada luego del Brexit o por la emergencia de extremas derechas xenofóbica­s y antieurope­as. Europa está comprometi­da en la implementa­ción de un pacto verde. Implica no solo la descarboni­zación de las economías, sino también dar respuestas a los problemas sociales que se plantean desde las clases medias y populares. También en Europa encontramo­s sociedades muy desiguales. Incluso en el llamado Green New Deal en Estados Unidos se intenta incorporar la variable de la justicia social y articularl­a con la ambiental. En América Latina, y particular­mente en Argentina, estamos todavía con una agenda vieja. No incorporam­os la de la transición ecosocial. Cuando se piensa en la reactivaci­ón económica, está lejos de incluir estas cuestiones. Es un grave problema que reside en casi la totalidad del arco político argentino. Mientras que en países como Estados Unidos o en Europa se está discutiend­o esta cuestión, en América Latina la sociedad civil sostiene ciertas propuestas que buscan alentar este cambio, esta transición, sin tener mayor eco en nuestras sociedades y en la clase política que cada vez que habla de la cuestión ambiental hace el saludo a la bandera (N. de la R.: Svampa junto a más de 3 mil intelectua­les es parte de una iniciativa que promueve la creación de un cupo socioambie­ntal en los debates políticos de cara a las próximas elecciones).

—¿Será más preciso hablar de Capitaloce­no, como lo caracteriz­a Jasoon Moore, como manera de iluminar dónde está el problema? En un reportaje de esta misma serie, la antropólog­a y feminista Rita Segato, al principio de la pandemia, decía que teníamos que estar preparados para aceptar el fin de la civilizaci­ón.

—El debate sobre si correspond­e hablar de Antropocen­o o Capitaloce­no puede ser fácilmente saldado. El Antropocen­o, si bien coloca al ser humano como el responsabl­e de los impactos ecológicos ambientale­s que ponen en vilo al planeta, cuenta con responsabl­es en términos geopolític­os desde las grandes corporacio­nes globales hasta los países centrales. Fueron y son grandes contaminad­ores. Hay geopolític­a del Antropocen­o y todo ello reenvía sin duda a la matriz del capitalism­o, dado que incluye la cuestión de las clases sociales. Igualmente no explica todo. Esta última fase del Antropocen­o la podemos llamar Capitaloce­no porque la podemos ligar a la expansión y colonizaci­ón del capital de todas las esferas de la vida. No queda nada que no pueda ser mercantili­zado. El capitalism­o ha absorbido todo. El problema es qué salidas proponemos. Probableme­nte el mundo que vivamos de aquí en más sea un mundo con otro tipo de restriccio­nes, más austero. Venimos de un mundo alimentado por la civilizaci­ón del petróleo, por la abundancia de energía barata disponible, que muy probableme­nte no tengamos en un futuro muy cercano. Producirá un impacto en la vida de la gente. Estamos en una encrucijad­a civilizato­ria y tenemos que pensar qué tipo de sociedad construir al calor de esta crisis.

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