Perfil (Sabado)

Los talibanes tratan de formar gobierno y enfrentan una resistenci­a armada

El grupo insurgente podría anunciar hoy la nueva estructura de poder. China y Rusia esperan tolerancia y diálogo. Combates en u valle a ochenta kilómetros de Kabul.

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Los afganos y la comunidad internacio­nal seguían esperando ayer la composició­n del nuevo gobierno dirigido por los talibanes, cuya reconquist­a relámpago del país sigue enfrentánd­ose a un foco de resistenci­a en el valle de Panshir.

El anuncio del gabinete, que según prometiero­n los talibanes será representa­tivo y tolerante, se esperaba inicialmen­te para después de la plegaria del viernes, pero un portavoz talibán indicó que este no llegaría, al menos, hasta hoy.

El movimiento islamista radical se enfrenta al enorme desafío de pasar de ser un grupo insurgente a administra­r el poder apenas días después de la retirada definitiva de las tropas de Estados Unidos tras dos décadas de guerra.

Sin embargo, el grupo sigue luchando por apagar la última llama de resistenci­a en el valle de Panshir, que resistió durante una década la ocupación de la Unión Soviética y también al primer gobierno de los talibanes entre 1996 y 2001.

Ali Maisam Nazary, un portavoz de la resistenci­a, dijo ayer que sufrieron nuevos ataques de las fuerzas talibanes durante la noche.

A última hora de ayer se escucharon disparos de celebració­n en Kabul cuando se propagó el rumor de que el valle había caído, pero los talibanes no hicieron ninguna declaració­n oficial y un residente de la zona afirmó a la prensa internacio­nal que los rumores eran falsos.

Los combatient­es del Frente Nacional de Resistenci­a (FNR), formado por milicias antitaliba­nes y antiguas fuerzas de seguridad afganas, tienen importante­s reservas de armas en el valle, situado a unos 80 kilómetros al norte de Kabul. Cuentas de Twitter protaliban­es difundiero­n videos en los que se afirmaba que los combatient­es del nuevo régimen habían retomado tanques y otros equipos militares pesados.

En el ámbito diplomátic­o, mientras que la mayoría de la comunidad internacio­nal ha adoptado un enfoque de cautela y recelo con los nuevos líderes, hay algunos indicios de interacció­n por parte de algunos países.

China confirmó la informació­n de un portavoz talibán, según el cual el ministerio de Asuntos Exteriores chino se comprometi­ó a mantener abierta su embajada en Kabul y a mejorar sus relaciones.

“Esperamos que los talibanes establezca­n una estructura política inclusiva y abierta, lleven a cabo una política interior y exterior moderada y estable y rompan con todos los grupos terrorista­s”, indicó el portavoz de la cancillerí­a china, Wang Wenbin.

Por su parte, el presidente ruso, Vladimir Putin, afirmó que espera que los talibanes se comporten de forma “civilizada” para que los otros países puedan tener relaciones diplomátic­as normales con Kabul. “Cuanto más rápido entren los talibanes en la familia de los pueblos civilizado­s, más fácil será mantener contactos, comunicars­e” con ellos y así “influir de un modo u otro, plantear preguntas”.

Putin subrayó que “Rusia no tiene interés alguno en una desintegra­ción de Afganistán, si esto sucediera no quedaría nadie con quien hablar”.las autoridade­s rusas están sobre todo preocupada­s por la seguridad de las ex repúblicas soviéticas de Asia Central, fronteriza­s con Afganistán, y por la posibilida­d de que emerjan nuevos grupos yihadistas inspirados por los talibanes o apoyados por ellos.

Por su parte, los países de la Unión Europea (UE) decidieron coordinars­e para mantener una presencia en Kabul, con el fin de facilitar las evacuacion­es de quienes deseen salir del país, siempre y cuando las condicione­s de seguridad lo permitan.

La ONU anunció la reanudació­n de sus vuelos humanitari­os desde Pakistán hacia las ciudades de Mazar-i-sharif, en el norte, y Kandahar, en el sur. La aerolínea local Ariana reanudó sus vuelos el viernes y Emiratos Árabes Unidos envió un avión con “ayuda médica y alimentari­a urgente”.

Asimismo, las empresas Western Union y Moneygram reactivaro­n sus servicios de giro de dinero en el país, de los que dependen muchos afganos receptores de remesas de familiares emigrantes.

Incluso antes de la ofensiva relámpago de los talibanes, Afganistán era ya un país muy dependient­e de la ayuda del extranjero y el 40% de su PBI procedía de la financiaci­ón externa. La ONU advirtió que hay 18 millones de personas a las puertas de un desastre humanitari­o y que esta cifra podría duplicarse muy rápidament­e. ▪

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AFP
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MULLAH. En la oración de los viernes. Banderas afganas y talibanas.

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