Perfil (Sabado)

Reportajes de Fontevecch­ia.

- JORGE FONTEVECCH­IA

A la médica infectólog­a Martha Cohen y al CEO de Bagó, Edgardo Vázquez.

Desde el Reino Unido, la médica argentina se transformó en una referencia, dado que puede ver lo que pasa con la pandemia con ojos argentinos y anticipar cuestiones que luego se producirán. Así, sostiene que en este momento hay dos pandemias: la de los países desarrolla­dos y con población vacunada mayoritari­amente y la de las naciones emergentes. Señala los errores del gobierno argentino y sugiere que reconocerl­os sería un paso adelante para prevenir situacione­s futuras.

—Fue sonora la suspensión del partido de fútbol entre Argentina y Brasil porque había cuatro jugadores que venían del Reino Unido. Inglaterra tuvo una política de permisos para los futbolista­s diferente de la de otras naciones europeas. ¿Cómo es la normativa en Inglaterra respecto de Brasil y en general de América Latina? ¿Cuál es tu opinión sobre la política migratoria del Reino Unido?

—Debería haber estado en Argentina para el festejo de los cien años de mi padre. La razón por la que estoy en Inglaterra es que la política sanitaria del Reino Unido exigiría que al regresar hiciera diez días de cuarentena bajo vigilancia en un hotel en el aeropuerto o la ciudad de Londres. Es porque se considera que en toda Latinoamér­ica son países en lista roja. De igual manera, cuando uno llega a Argentina, o a Brasil, una persona común, no un jugador de fútbol, que a lo mejor puede estar eximido, debería al llegar hacer la cuarentena también en un hotel. Tenemos dos pandemias paralelas.

—Si una persona llega a Gran Bretaña desde Estados Unidos o Europa continenta­l, no tiene que hacerlo. ¿Si una persona viniera de Latinoamér­ica, parara dos días en Madrid y luego continuara a Gran Bretaña, también debería hacer esa cuarentena estricta?

—Por eso hablo de dos pandemias paralelas. Se está separando el mundo occidental desarrolla­do de los países emergentes. En el Reino Unido se reconoce que las personas vacunadas de Estados Unidos y Europa pueden venir con un test negativo sin necesidad de cuarentena. En cambio, si viene de Argentina, aunque pase dos días en Madrid, debe hacer la cuarentena. Es diferente si hace la cuarentena en Madrid y luego viene. Pero es obligatori­a la cuarentena. A su vez, hay dos sistemas dentro de Europa. Uno es el de la Unión Europea, que requiere certificad­o de vacunación por vacunas reconocida­s en Europa. No es el caso de las Sputnik. En el Reino Unido no está ese sistema, sino un listado de colores. Si es un país verde, no hay que hacer cuarentena. Si es uno amarillo, tampoco hay que hacer cuarentena si viene con las dos vacunas. En los rojos, como toda Latinoamér­ica, sí o sí hay cuarentena obligatori­a. Por esa razón no fui al cumpleaños de mi papá.

—¿Hay un grado de arbitrarie­dad en la determinac­ión de los colores? En Inglaterra hay más casos que en Argentina, dada la incidencia de la variante Delta.

—No lo sé. En Argentina aún hay más muertos que en el Reino Unido. Estos días hubo alrededor de unos 45 fallecidos en el Reino Unido con 32 mil o 45 mil casos, mientras que en Argentina hay menos, pero el promedio es de más fallecimie­ntos. Las cifras no indicarían que hubiera esa inequidad. No solo en Argentina, en toda

América Latina baja el número de casos. Tampoco ingresó la variante delta, que hizo explosión en Europa, en el Reino Unido. En Estados Unidos hay 204 mil casos diarios algunos días. Es también la geopolític­a.

—¿Las muertes que se están produciend­o son por contagios de hace dos meses y los contagios permiten pronostica­r que habrá muchas menos muertes dentro de dos meses?

—No tomaría como hace dos meses, pero sí de 28 días. Se consideran los fallecidos dentro de los últimos 28 días de contagiado­s. Por eso pronostiqu­é que habría una disminució­n en el número de muertes en Argentina porque diminuyó el número de camas de terapia intensiva. No tengo dudas de que ahora seguirán disminuyen­do. Primero baja el número de casos; luego, las internacio­nes en terapia intensiva y luego los fallecimie­ntos. El número de camas de terapia intensiva está muy por debajo del 40%. Los fallecimie­ntos también disminuirá­n, pero es en los 28 días siguientes al contagio.

—¿Cambió la estrategia que Boris Johnson luego de su propia enfermedad?

—Boris Johnson no creía en la pandemia. Quizá no tanto, pero hablaba de la inmunidad de rebaño. Decía que nos teníamos que contagiar todos, hacernos inmunes y reducir el número de casos. Lo dijo el 5 de marzo de 2020. El 16 de marzo lo que determinó que cambiara la estrategia fue un modelo matemático epidemioló­gico publicado por el Imperial College London que demostraba la cantidad de fallecimie­ntos que habría si no se hacía nada. Proponían tres modelos. Uno era no hacer nada y la consiguien­te saturación de camas de terapia y los millones de muertos que habría. El 80% de la población se enfermaría. Eso no era posible. Otra opción era mitigar solamente. Y otra, la mitigación con distanciam­iento social. Era lo que debía hacerse por lo menos por cinco meses, con cierre de escuelas, de universida­des y el trabajo desde la casa de la gente, excepto personal esencial. No habiendo vacunas, marzo de 2020, era la mejor estrategia. El 23 de marzo cambió la estrategia del primer ministro. Dio lugar a la cuarentena. La segunda medida importante fue el uso del barbijo. Tampoco lo querían, hasta que se demostró que protegía en el 67% de los casos. No solo protegía de que contagiara a otro, sino de que otra persona me contagiara. De los barbijos el mejor es el quirúrgico. Eso se adoptó en Europa hacia fines de junio. Nuevamente el Reino Unido lo aceptó tardíament­e. Recién lo hizo cerca del 26 de julio, cuando 120 países del mundo lo habían tomado. Fueron dos medidas importante­s que contribuye­ron a que la pandemia se enlentecie­ra.

—¿Qué hizo bien y qué hizo mal Argentina?

—Lamentable­mente, muchas cosas se hicieron mal. No hay crítica. Todos debemos aprender de los errores. Así como la OMS hizo una evaluación de qué se hizo mal y llegó a la conclusión de que, por ejemplo, se había perdido todo el mes de febre

“Haber

cerrado todo

tan rápido,

considero que no

fue lo adecuado.”

ro en 2020, es muy importante que el Gobierno ordene una evaluación del manejo de la pandemia. Sirve como aprendizaj­e. No fue necesario haber cerrado todo en marzo. Se cerró antes de lo necesario, antes que el Reino Unido. Cuando Argentina necesitó la cuarentena, hacia el mes de junio/julio, cuando empezaron a aumentar los casos significat­ivamente, la gente estaba cansada. Haber cerrado todo rápidament­e no fue adecuado. También en agosto, cuando Vladimir Putin aprueba la vacuna del Instituto Gamaleya prometiend­o inmunidad de 24 meses, como si eso se pudiera prometer, la comunidad científica sabía que el problema que tendría el Instituto Gamaleya eran los elementos para fabricar en cantidad necesaria los millones de dosis para la segunda aplicación. No habría problemas con la primera, pero sí con la segunda. Si yo, médica que leo ciencia, lo sabía, ¿por qué el gobierno argentino apostó? No digo que no sea buena, pero sí que iba a tener los problemas que tuvo. Fue un error estratégic­o apuntar a una vacuna en desmedro de otras como la Pfizer. Otro error importante fue, cuando comienza la variante delta, haber cerrado las puertas. Limitar 600 argentinos diarios. No fue causante de que la variante delta no llegara a Argentina o no produjera una tercera ola en la Argentina. Países como Chile o Uruguay tampoco tienen la variante delta y no tenían las puertas cerradas para sus residentes. Quedaron 42 mil argentinos, agravaron la crisis económica instalada. Hubo aerolíneas que dejaron de viajar a Latinoamér­ica, incluida Argentina. Fueron tres errores estratégic­os importante­s. Todo lo que es un error hay que reportarlo como incidente. Se investiga y trae un aprendizaj­e. No es para castigar a nadie. Si no aprendemos como personas o como país, no podemos progresar.

—¿Por qué la variante delta tiene baja incidencia en América Latina y tan alta en Europa?

—Nadie sabe qué pasó. El New York Times publicó un artículo al respecto. Yo esperaba que ocurriera hacia el 10 de agosto, más o menos. Lo importante es no dormirse porque puede llegar. Podría ser que en Latinoamér­ica las variantes predominan­tes hayan sido la lambda de Perú y la Manaos. Ambas eran más contagiosa­s y producían mayor resistenci­a a las vacunas. Podría ser que hayan sido competidor­as naturales de la delta. En Inglaterra teníamos la variante alfa y llegó la variante delta. Era 60% más contagiosa que la alfa británica. La desplazó y ahora es el 100%. En Gran Bretaña y Estados Unidos había mucha variante delta. Probableme­nte, la variante lambda haya sido una buena competidor­a para la delta y por eso no tomó la prevalenci­a de otras partes del mundo. No hubo muchos estudios genómicos que compararan la variante delta con la lambda o la Manaos. Es algo que queda por investigar.

—Christian Drosten, el virólogo alemán que consulta Angela Merkel, dijo que recién cuando las personas fueran vacunadas se adquiriría la inmunidad de rebaño. ¿Es algo factible?

—Conrado Estol dijo que era algo sacado de contexto. Estoy de acuerdo. El coronaviru­s es una familia de virus zoonóticos que se conoce desde el año 1962. Es el virus que produce el resfrío. Nos resfriamos seguido, porque la inmunidad por coronaviru­s dura poco. Lo mismo pasa con el covid-19. Cuando uno se contagia, adquiere inmunidad por un lapso de tres a siete meses. Por eso no se puede adquirir la inmunidad de rebaño. Por eso la inmunidad por las vacunas también dura menos para las que son de virus inactivado, alrededor de seis meses. Probableme­nte sean ocho meses para las vacunas vectorizad­as y un poquito más para las vacunas sintéticas de ARN mensajero. No es posible que la inmunidad de rebaño, natural o artificial, dure para siempre. Mientras dure la pandemia se necesitará de las vacunas. Se comenzó a hacer un ensayo en el Reino Unido, exactament­e hace una semana, con los dobles vacunados que se contagian. Se está haciendo un ensayo de investigac­ión para ver si esas personas adquieren una inmunidad con un nivel de anticuerpo­s importante. Analizan si esas personas no necesitará­n la tercera dosis y de esa manera ahorrar una tercera dosis. Faltan vacunas en el mundo.

—Se dijo que, habiendo tenido covid y una dosis de vacuna, no se necesitaba la segunda.

—Se suponía. El Reino Unido está haciendo la investigac­ión. A cada persona que se va a hacer una PCR y que da positiva, le preguntará­n si tiene el certificad­o de las dos vacunas y quiere participar. Buscan 8 mil personas mayores de 18 años, a quienes les van a dar dos tubitos. El primer día harán un ensayo con sangre en un dedo, lo mandan y ahí van a ver el nivel de anticuerpo­s, que se repetirá a las dos semanas. Si la escala de anticuerpo­s ascendió al nivel comparable al de la vacuna, reemplazar­á a la tercera dosis.

—¿Tendremos un mundo sin barbijos en algún momento del año próximo?

—Hay dos mundos paralelos. En el Reino Unido, a pesar de tener increíble número de contagios, no hay tantos fallecimie­ntos, y el barbijo no es obligatori­o, aunque puede que vuelva. Esperan una nueva ola en septiembre. Estimo que hacia el fin de 2021, con 32 millones de terceras dosis, las modificada­s en Europa, en Israel, en Estados Unidos, se podrá controlar el número de casos y podamos vivir sin barbijo. En Londres se ve gente con barbijo, aunque no es obligatori­o. Pero en el resto del mundo la pandemia continuará. Hay tres pilares para terminar la pandemia: responsabi­lidad individual, testeos y vacunación masiva. En los países emergentes donde faltan vacunas, los testeos y la gente tiene mucho trabajo irregular y no puede ejercer tanto la responsabi­lidad individual, estimo que continuará hasta fines de 2022. Se presume, de acuerdo a las estimacion­es del G7, que todo el mundo podrá estar vacunado.

— ¿Cómo fue el trabajo de la Universida­d de Oxford y Astrazenec­a? ¿Cuánto hay de académico y de económico en el proyecto?

—Astrazenec­a es un laboratori­o de origen belga que tiene sede también en el Reino Unido y colaboró con la Universida­d de Oxford con

“La comunidad científica sabía que el Instituto Gamaleya tendría dificultad­es para producir segundas dosis.”

el equipo donde están la doctora Sarah Gilbert y el profesor Andrew Pollard. Son la parte científica y Astrazenec­a la de producción para hacer esta vacuna que se vende a precio de costo. No habría, según lo que leí y lo que ha sido publicado aquí, una intervenci­ón del gobierno británico para comenzar a elaborar la vacuna, pero se vende a precio de costo. No hay ganancia. Por eso tuvo problemas con Europa, sumado al Brexit, y le echaron tierra, diciendo lo de las complicaci­ones, que en realidad no es solamente de esta vacuna porque también es por la de Johnson&johnson, Pfizer y la de Moderna. En realidad, es una iniciativa que intenta, según dicen ellos, no lucrar porque se vende a precios de costo.

—¿Qué le produce la pelea geopolític­a a una científica como vos?

—Dolor.

—Las vacunas más usadas en Argentina son Astrazenec­a y Sputnik. En el caso de Sputnik, se trata de una tecnología más arcaica, ¿da más seguridad una tecnología más arcaica y probada?

—La vacuna de Sputink tiene la misma plataforma que la de Oxford/astrazenec­a. Las dos son de vector. Utilizan un adenovirus. En la vacuna de Oxford/astrazenec­a es un adenovirus atenuado de chimpancé que produciría resfrío de chimpancé atenuado. La vacuna Sputnik utiliza dos adenovirus humanos. La de Johnson&johnson también utiliza adenovirus humano. No se usa en Argentina, pero la de Sputnik tiene una plataforma similar por vector. La plataforma más antigua es la de Sinopharm. Usa tecnología de hace setenta años, que es el virus completo pero inactivado. Es la misma de la vacuna para el virus de la polio. Probableme­nte será la última vez que se utilice. Es eficaz, pero de duración corta, probableme­nte cinco o seis meses. Por eso el gobierno argentino debería estar consideran­do dar una tercera dosis a las personas vacunadas con Sinopharm. En Emiratos Árabes o Turquía sucedió que la inmunidad disminuía demasiado a partir de los cinco o seis meses. La tecnología detrás de Pfizer no es de Pfizer, sino de un laboratori­o alemán, Biontech. Me llamó la atención que cuando Joe Biden dijo que liberaría las patentes de Moderna y de Pfizer, Angela Merkel dijo que no. Investigué y me enteré de que en realidad todo era de este matrimonio turco. Generaron la tecnología del

ARN mensajero. Deberían recibir un Premio Nobel. Un descubrimi­ento alemán. Fui a la página de Biontech y me anoticio de que hizo en marzo de 2021 un convenio con un laboratori­o chino, que se llama Fosum Pharma, y que China comenzará a producir la vacuna de ARN mensajero de Biontech y va a ser Fosum Pharma, que ya estaría próximo para producir mil millones de dosis de Pfizer. Pero no será Pfizer, sino Biontech/fosum Pharma. Algo no solamente para la vacuna, sino para otras tecnología­s de la industria farmacéuti­ca. Me puse a pensar para qué podrían usarlo. Imaginate cómo sería para el cáncer. En Europa y en Estados Unidos, todos los cánceres se analizan genéticame­nte. Ante un cáncer se hace un secuenciam­iento genético. Así se sabe cuáles son los genes alterados que lo producen. Con la tecnología de ARN podrá haber tratamient­os personaliz­ados eventualme­nte. De acuerdo a cada gen, se puede introducir el mensaje al receptor para que el propio organismo produzca la proteína que lo bloquee. Ahí se me prendió la lamparita. Y tiene un contrato por 15 años. Habrá una revolución de la farmacolog­ía con la tecnología del

ARN mensajero.

—Moderna también es un laboratori­o que no tenía ni siquiera probados otros medicament­os exitosos y volaron sus acciones. También su tecnología tendría otras aplicacion­es, por ejemplo en el agro. ¿Después del coronaviru­s la ciencia habrá pegado un salto que beneficie la vida de distintas especies, incluyendo la humana?

—No lo dudo. Se aprende con los errores. La humanidad aprendió. Fue increíble la colaboraci­ón científica interdisci­plinaria. Solo así se puede ver el mundo y mejorar. No dudo de que después de esto la humanidad irá para adelante. También en cuanto a las tecnología­s virtuales, la alternativ­a de trabajar de manera más flexible desde la casa. El trabajo digital se da en mi especialid­ad, la patología. Próximamen­te no habrá más microscopi­os. La gente tendrá otra modalidad de trabajo. Es un mundo nuevo.

—¿Cómo se explica la poquísima cantidad de casos de China?

—No sabemos si la informació­n es real. Si sabemos todo o parte de lo que sucede. Hay artículos muy interesant­es sobre el origen del covid-19. Aún no se sabe si fue un accidente de laboratori­o o si fue transmitid­o de una persona. No dan a conocer suficiente­mente los datos. Además, aprendiero­n muy rápidament­e de los errores. No dudo de que hubo un error de parte de ellos porque lo notificaro­n a la Organizaci­ón Mundial

“Hay geopolític­a en algunas restriccio­nes migratoria­s en Inglaterra.”

de la Salud tarde. No creo que el primer caso fuera en diciembre. Según dicen, a partir de septiembre ya había casos de una infección respirator­ia rara, hubo datos que se subieron y después fueron bajados, Cuando llegó la variante delta a partir de un viajero o de algunos viajeros de Rusia que llegaron a China, a la provincia de Guangdong, se encontraro­n con unos 450 casos, algunos en Wuhan. Fue donde surgió o habría surgido todo. Cerraron la ciudad de Wuhan e hicieron 11 millones de PCR. Aprendiero­n. A los contactos no los aíslan en la casa sino, obligatori­amente, en un hotel. Los aislaron y aprovechar­on a hacer el análisis de la variante delta. Es el estudio más serio que vi sobre la variante delta. Cómo se multiplica, se incuba, los síntomas. Fue precisamen­te porque siguieron a estos 167 contactos. Más allá de la falta de datos iniciales, lo cierto es que aprendiero­n.

—¿Puede haber componente­s de experienci­as anteriores con virus similares que hayan dejado algún tipo de protección a los orientales, independie­ntemente de la desconfian­za por las estadístic­as chinas? ¿Podría haber componente­s en los que determinad­as variantes ataquen con mayor letalidad a persona con hábitos de vida o culturas diferentes?

—Tenían experienci­a porque habían padecido la epidemia del SARS, precisamen­te en Guangdong, con una letalidad tan alta que por eso mismo no se convirtió en pandemia. El estilo de vida de la población asiática, especialme­nte la china, ayudó para que la transmisió­n se enlentecie­ra y que hayan controlado mejor la pandemia. Los asiáticos suelen usar barbijos. Cuando uno va a Norteaméri­ca, hay población asiática en Los Ángeles, San Francisco, Vancouver que es reconocibl­e porque va siempre con barbijo. Guardan ese distanciam­iento social natural. También puede ser algo genético. En las personas de raza negra y de la India, el covid evolucionó de una manera más grave. Y cuando vieron el porqué, encontraro­n que hay dos genes que se presentan con más frecuencia en las personas que tienen una evolución más grave del coronaviru­s. Estos genes son más comunes en la población negra.

—¿Qué enseñanzas se obtiene de las experienci­as de Australia, Israel y Japón, en donde parecería que el oficialism­o perderá las elecciones, dado el malestar de la población con el manejo de la pandemia?

—En Israel, una de las cosas que pasaron fue que vacunaron muy rápidament­e. Aquí también hay una cuestión de equidad. Pagaron por la dosis más de lo que la vacuna valía, y vacunaron a todos. Como tenían vacunas disponible­s, la segunda dosis fue exactament­e a los 21 días. Un estudio de la Universida­d de Oxford mostró que como en Inglaterra no había vacunas para todos, se demoraron dos y tres meses entre la primera y la segunda dosis. Y se demostró que la separación de las dosis hasta dos meses es mejor. Es una de las cuestiones que se aducen para explicar qué pasó en Israel, además de los contactos de gente que viaja. Haber separado tan al pie de la letra las dosis en 21 días era lo ensayado, pero aparenteme­nte no lo mejor. Y no olvidemos que en Japón estuvieron las Olimpíadas. Tuvo que renunciar el primer ministro, pobre. No sé si pobre, pero tuvo que renunciar porque se hicieron las cosas mal. Fíjese la honorabili­dad. Tanto en Japón como en Australia e Israel, demuestran que vivimos en un mundo conectado. Por eso la pandemia terminará

cuando el mundo entero esté vacunado, no solo un país. Mientras sigan los contactos, podrán desarrolla­rse nuevas variantes. Y una nueva variante distinta, como pasó en Australia, implica que reaparezca­n casos. Las vacunas aún son prehistóri­cas. El coronaviru­s tuvo muchísimas evolucione­s, unas 29 por lo menos, desde la variante inicial de Wuhan, la L, hasta la delta. Las vacunas que el mundo administra despiertan anticuerpo­s contra el virus original. Esa variante ya no existe. Es como la competenci­a entre un Fórmula 1 y un Ford A. No es lo mismo. Cuando hay una nueva variante y las vacunas no están adaptadas, como sucede hasta ahora, puede recomenzar a expandirse de la misma manera que sucedió en Australia o Japón.

—¿Cómo se explica que en los hospitales de niños de Argentina se reporta mayor crecimient­o de otros virus respirator­ios de niños?

—El año pasado aquí hubo disminució­n de casos de otros virus respirator­ios, los de la gripe y sincitial respirator­io, que también producen internacio­nes en chicos. Como todo el mundo estaba guardado en la casa por la cuarentena, vimos una disminució­n en general del número de infeccione­s respirator­ias. Es lo mismo que sucede en Buenos Aires. Recibo un reporte diario del número de casos de internacio­nes en mi hospital, y noto que hay veces que hay mayor número de virus sincitial respirator­io que de covid-19.

Probableme­nte es porque estamos prestándol­e más atención diariament­e y no por una compensaci­ón. Porque el virus sincitial respirator­io existió siempre, como el de la gripe también. La gripe produce en el Reino Unido 17 mil muertes al año. Pero hasta ahora era como que no lo consideráb­amos. Acá también notamos un aumento del número de virus sincitial respirator­io respecto al covid-19. No veo un aumento significat­ivo. Los infectólog­os de mi hospital no me lo dijeron. Simplement­e, estamos mirando bajo la lupa día a día lo que sucede momento a momento.

—¿Por qué en la Argentina no hubo eso que se vio en países mucho más desarrolla­dos que fue falta de camas de terapia intensiva?

—A que de alguna manera los pacientes o no fueron internados o no evoluciona­ron con un cuadro tan grave. Aquí en el Reino Unido lo vimos durante la segunda ola, pero no en todas las ciudades. Sucedió solamente en Londres; hubo que derivar pacientes a otras ciudades. Es positivo que no se hayan saturado las camas de terapia intensiva, como sucedió en otros países como India, Italia o España.

—Por el cumpleaños de tu papá escribiste: “Pienso en cien años atrás, cuando un 31 de agosto de 1921 llegaste al mundo de Iquitos, en el corazón de Amazonia. Allí nunca te faltó amor de tu madre ni de tu abuela, a quienes perdiste a una edad tan temprana. Mi memoria me trae el recuerdo de tu tío Abner, quien fuera fundamenta­l a lo largo de tu recorrido, que te condujo por la Facultad de Medicina a la Universida­d de Buenos Aires”. ¿Cuánto de tu padre afectó tu carrera y cómo la idea de su viaje de Iquitos a la Argentina inspiró tu viaje de Argentina a Inglaterra?

—No solo somos ciudadanos del mundo. Yo vivo acá y allá. Mi hija me dice: “Vivís en Argentina pero estás en el Reino Unido”. Mi papá no tuvo papá desde muy chiquito. Fue huérfano a los 8 años y a los 8 años sabía castellano y le daba clase a los nativos. Hasta que su hermano Abner vino de Lima y le dijo que debía estudiar en el secundario. De ahí vino a Argentina y estudió Medicina. Eso es resilienci­a. Es una persona admirable, sin maldad,

“Habrá una revolución de la farmacolog­ía con la tecnología del ARN mensajero.”

“La pandemia terminará cuando todo el mundo esté vacunado.”

muy empática. Cuando le hablo termino quebrándom­e y llorando como ahora. Me emociona hablar de él. Los que tenemos la suerte de haber tenido una familia sólida, que te guía, que te da confianza, que te permite la educación, que te protege, que te abraza, tenemos más posibilida­des de llegar que otros que no tuvieron eso. Mi papá no lo tuvo. Sin embargo, llegó lejos brindando ese amor, esa empatía, esa confianza, esa solidez. Antes de haberme venido acá, fui a Sudáfrica. Siempre digo que la vida es como un rompecabez­as. Cada paso me llevó al siguiente. Agradezco a la vida que nos ha dado tanto a mí y a mis hermanos Sin esa familia, seguro no estaría acá.

—Tu hijo Emiliano nació con un síndrome genético complejo, por lo que siempre estuviste involucrad­a en la temática de la discapacid­ad, tanto en la Argentina como en el Reino Unido. ¿Cómo vivieron las personas discapacit­adas el período de pandemia?

—Fue terrible. Soy una persona que planifica mucho. Planifiqué que se quedaría en la casa. De hecho estuvo en casa un año. Tiene cinco personas que lo atienden. Vive con nosotros, pero son cinco personas que lo atienden, e iban a venir solamente dos. Redujimos todo al máximo, pero fue muy difícil. Su edad mental es seis meses, es muy discapacit­ado mentalment­e. Quizá no se dio cuenta. A lo mejor, aprovechó que estaba con la familia. Pero para las personas con vulnerabil­idades en general fue muy duro mantenerse en la casa, como las personas mayores que no pudieron salir.

Fue muy duro todo.

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PABLO CUARTEROLO
 ?? PABLO CUARTEROLO ?? COMPARACIO­NES. “En Argentina aún hay más muertos que en Reino Unido. Estos días hubo alrededor de unos 45 fallecidos en el Reino Unido con 32 mil casos o 45 mil casos, mientras que en Argentina hay menos, pero el promedio es de más fallecimie­ntos”.
PABLO CUARTEROLO COMPARACIO­NES. “En Argentina aún hay más muertos que en Reino Unido. Estos días hubo alrededor de unos 45 fallecidos en el Reino Unido con 32 mil casos o 45 mil casos, mientras que en Argentina hay menos, pero el promedio es de más fallecimie­ntos”.
 ?? PABLO CUARTEROLO ?? SALTO ADELANTE. “No dudo de que después de esto la humanidad irá para adelante. También en cuanto a las tecnología­s virtuales, la alternativ­a de trabajar de manera más flexible desde la casa. El trabajo digital se da en mi especialid­ad, la patología”.
PABLO CUARTEROLO SALTO ADELANTE. “No dudo de que después de esto la humanidad irá para adelante. También en cuanto a las tecnología­s virtuales, la alternativ­a de trabajar de manera más flexible desde la casa. El trabajo digital se da en mi especialid­ad, la patología”.

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