Perfil (Sabado)

Imágenes veladas

- MIGUEL ROIG* *Escritor y periodista.

Hace unos años fui a ver una exposición retrospect­iva de la obra de Andy Warhol en el museo Guggenheim de Bilbao. Con Warhol sucede que uno siente que conoce su obra a priori, ya que su estrategia es la reiteració­n, la copia y la reproducci­ón que ha sido vista ciento de veces en revistas, posters y anuncios publicitar­ios o teniendo en la mano los propios objetos escogidos por el artista: una botella de Coca-cola o una lata de sopa Campbell’s. Aquel día, en el museo, me topé en una de las salas con una pirámide montada con cajas de detergente Brillo. Algunos envases, recuerdo, estaban dispersos por la sala, para alertar, tal vez, de que no estábamos en un supermerca­do. El apunte era pertinente porque el desorden era lo que impedía construir esa escena. Ya advirtió Baudrillar­d que los objetos de Warhol no funcionan sin él significán­dolos en persona, señalándol­os: “La gente famosa va a la Factory a merodear a su alrededor, sin poder sacarle nada, pero intentando pasar a través de él como a través de un filtro fotográfic­o, que es en lo que se había convertido efectivame­nte”. Sin su mirada sobre el objeto este recupera su soledad; el bodegón adquiere su condición de naturaleza muerta, inanimada, fría.

En los años sesenta se instaló en Piedralave­s, una pequeña localidad de Ávila el artista argentino Alberto Greco. Allí, como antes en Madrid y en París, Greco puso en marcha su propuesta Vivo-dito que consistía, según su propia definición en enseñar “a ver no con el cuadro sino con el dedo”. Tiza en mano, Greco dibujaba un círculo alrededor de una anciana del pueblo para significar­la en tanto objeto artístico o hacía sostener a cualquier habitante carteles en los que se leía “Esto es un Alberto Greco”, “Obra de arte señalada por Alberto Greco” o, tan solo “Alberto Greco”. Una foto es el testimonio de cada una de estas intervenci­ones (en las que aparece el artista), imagen que algún familiar de los retratados guardará y puede que alguna vez desempolve no encontrand­o más que gracia en ese instante fugaz.

En la movida madrileña operaba el equipo Costus formado por los artistas Enrique Naya Igueravide y Juan Carrero Galofré. Costus, al igual que en el cine de la primera época de Pedro Almodóvar utilizaba en su obra el lenguaje del arte pop y del kitsch. En 1981 pintan la serie Paso Trascenden­tal del Diez Minutos al Hola donde Carmen Polo de Franco representa al semanario Diez Minutos, Cayetana de Alba a la revista Semana, Grace Kelly a Lecturas y el Sha Mohammad Reza Pahlevi y Farah Diba a ¡Hola!. Al señalar a figuras populares, famosos por relación, como la viuda de Francisco Franco o la Duquesa de Alba, Costus también hace una intervenci­ón a la manera de Vivo-dito.

Baudrillar­d piensa a Warhol como un posible guionista de una figuración perfecta, igual para todos: “Todas las imágenes son buenas, ya que ilusionan de igual manera. Todas las personas son formidable­s, y las imágenes que de ellas se toman son necesariam­ente buenas. Es la democracia universal de la figuración”. Pero ese efecto pierde eficacia cuando Warhol se ausenta del lugar de los hechos al igual que Greco al irse de Piedralave­s deja solos y aislados a sus campesinos.

Los cuadros de Costus, sus reproducci­ones, aparecen hoy solo en esporádica­s ocasiones, cuando alguna publicació­n rememora la movida. Si vivieran y asistieran, como es previsible, a los estrenos de las películas de Almodóvar puede que encarnaran ellos a sí mismos señalados por el director manchego.

Esa fugacidad, ese instante efímero, en el que se diluyen las mil reproducci­ones coloreadas de la figura de Mao que brotan de una fotocopiad­ora Rank Xerox o la copia solitaria con el rostro de Amalia Fortabat; el trazo de tiza de los círculos de Greco borrados con la primera lluvia.

Hoy esa galería de imágenes fulge unas horas en las fotografía­s de Instagram. Ya ni siquiera, como con Costus, sirven para señalar distintas categorías o posiciones clasistas en las revistas del corazón. Nadie las señala: las saca el propio usuario y su circulació­n tienen el recorrido de un parpadeo de Kim Kardashian o del cumpleaños de la mujer de un presidente.

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