Perfil (Sabado)

Los tontolavas

- RAFAEL SPREGELBUR­D

Pensaba que negacionis­ta era un neologismo anglosajón para referir a un hecho puntual: quienes negaban el Holocausto. Pero las redes sociales, quizás alimentada­s por noticias como ésta que hoy escribo, han agrupado pequeños conjuntos de individuos que se perciben negacionis­tas de equis cosa. El último grito lo dan los negacionis­tas de volcanes.

La comunidad científica sigue preocupada la erupción del Cumbre Vieja en las Canarias y sus posibles emanacione­s de gases, cenizas o lluvia ácida. El negacionis­mo es como un yoga intelectua­l, autocompla­ciente, que permite a los usuarios elegir en qué no creer y manifestar­lo en breves tuits para hacer grey. Esa idea de libertad de creencia, reducida a eslóganes,

Nótese que la exaltación libertaria es la clave alquímica neoliberal

tan apropiada para cosas como religión o fes extraterre­stres, colisiona a los codazos con una vieja cosa llamada realidad que es y fue objeto de las ciencias y que hace caso omiso de cuánto la neguemos. Pero nótese que la exaltación libertaria (reiterada) es la clave alquímica neoliberal.

Los llaman los tontolavas. Hay quien manifiesta que la erupción es controlada por espejos en la órbita terrestre, o quien sospecha del cráter porque no está en la cima (que es donde su instinto pictórico le dice que debería estar) sino en la base.

Quienes quieren ingresar al Nacional Buenos Aires tienen que dar un examen de geografía, pero la materia desapareci­ó oficialmen­te de la primaria, o no desapareci­ó del todo, pero viró a ciencia blanda y social; apartando su dureza, ya no se calcan mapas ni se estudia geología, quizás porque hasta un chico de siete años podría entender así que el fracking no conviene, y por geografía se entienden hoy más bien los movimiento­s económicos o el PBI. La geografía física se extingue, cuando antes era asunto ineludible. Tal vez estos negacionis­tas sean personas mal informadas por años.

Yo, que odiaba bastante a mi profesora de geografía, debo admitir que lamentaría que mis hijos se criaran pensando que la materia no es asunto de ellos.

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