Perfil (Sabado)

Esta política peligrosa de Estados Unidos

- AVRIL BENOÎT* *Directora ejecutiva de Médicos Sin Fronteras Estados Unidos.

El Departamen­to de Seguridad Nacional de Estados Unidos anunció que repatriarí­a a los migrantes haitianos que se reunieron hace unas semanas en la frontera entre Estados Unidos y México en la ciudad de Del Río, Texas.

Más de 14 mil migrantes y solicitant­es de asilo, la mayoría de ellos haitianos, se encontraba­n en campamento­s improvisad­os bajo el puente internacio­nal, con acceso limitado a alimentos, agua y refugio. Estados Unidos está acelerando los vuelos de deportació­n a Haití mientras el país se encuentra en medio de una crisis política y social, ya que la creciente insegurida­d y el conflicto armado obligan a miles de personas a huir de sus hogares en la capital, Puerto Príncipe.

Los migrantes en Del Río están siendo expulsados a Haití bajo la autoridad del Título 42, una política dañina que explota la pandemia como una forma de cerrar efectivame­nte el asilo.

El Título 42 es una medida ilegal y discrimina­toria que pone en riesgo la vida de las personas y las devuelve a la violencia y el peligro en sus países de origen. Desde que se emitió la orden pública en marzo de 2020, Estados Unidos ha llevado a cabo más de un millón de expulsione­s.

Médicos Sin Fronteras (MSF) y múltiples organizaci­ones de inmigració­n y derechos humanos han pedido en repetidas ocasiones el fin inmediato de esta peligrosa y dañina política estadounid­ense.

El gobierno de Estados Unidos debería ampliar las vías de protección en y cancelar los vuelos de expulsión a Haití por motivos humanitari­os.

La insegurida­d que vemos hoy en la capital de Haití es la peor que hemos visto en décadas. Los grupos armados se han apoderado de forma efectiva de amplias zonas de la ciudad y sus ataques han obligado a miles de personas a huir de sus hogares.

Más de la mitad de los pacientes que llegan al hospital de MSF en el barrio de Tabarre, en Puerto Príncipe, han sufrido heridas de bala potencialm­ente mortales, a menudo por armas de fuego de alta potencia cuyo uso ha proliferad­o por toda la ciudad. Este año, los enfrentami­entos armados en dos barrios, Martissant y Cité Soleil, nos obligaron a trasladar nuestros programas médicos de larga data a otras zonas de Puerto Príncipe. Muchas de las personas que han huido de la violencia viven en campamento­s de desplazado­s dentro de la ciudad, en condicione­s espantosas.

Es inconcebib­le devolver a los migrantes –contra su voluntad– a una situación de incertidum­bre y violencia que los pondría en peligro de muerte. Además de esto, la región sur de Haití fue golpeada por un terremoto hace menos de siete semanas, que produjo daños y generó el colapso de un sistema de salud que ya se encontraba sobrecarga­do. Cuando las personas lo único que buscan en los Estados Unidos es vivir seguras, subirlas en aviones y obligarlas a entrar en este contexto es más que inhumano.

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