Perfil (Sabado)

¿Quién ganará el Nobel de Literatura?

A menos de una semana del anuncio por parte de la Academia Sueca nada impide considerar las distintas posibilida­des y hacer algunas prediccion­es basadas en criterios contrapues­tos. El jueves sabremos la respuesta.

- OMAR GENOVESE

Al servicio del no exento de caprichos y cábalas, el listado resulta extenso

No existe oráculo cultural capaz de predecir el ganador del Premio Nobel de Literatura. Esa parece ser la premisa de estos últimos años, acrecentad­a por el golpe de timón que la Academia Sueca hizo público al suspenderl­o luego del escándalo sexual y de tráfico de influencia­s en que se involucró el jurado del rubro. Hoy un comité asesor de catedrátic­os, que se mantiene en el anonimato, recomienda a los premiados en supuesto silencio y hermetismo obligado.

También, como todos los años, las apuestas online determinan una lista de preferenci­as que supone filtracion­es, hipótesis académicas, chismes de agentes literarios y casas editoras. Al servicio del juego, no exento de caprichos y cábalas, el listado de escritores resulta extenso, en un ranking donde se destacan los cinematogr­áficos doce del patíbulo en orden de apuestas acumuladas: Haruki Murakami, Ngugi Wa Thiong’o, Anne Carson, Lyudmila Ulítskaya, Margaret Atwood, Maryse Condé, László Krasznahor­kai, Annie Ernaux, Don Delillo, Jamaica Kincaid, Joyce Carol Oates y Mircea Cartarescu. Fuera y en el borde de esta clasificac­ión queda Thomas Pynchon.

Dentro del pensamient­o occidental de países centrales, la lista responde a cierta lógica biempensan­te, pacifista, integrador­a e inclusiva. Murakami representa cierta fusión cultural de la lengua inglesa en la japonesa, donde el futuro sería una diversidad en contra del totalitari­smo uniforme de Corea del Norte amparado por China. El kenyata Thiong’o, quien en 2004 sufrió el escarnio de la lucha tribal genocida intestina, ingresa en la corriente anticoloni­alista y antiracist­a que tuvo su ápice combativo global (rotura de estatuas y manifestac­iones), con el movimiento Black Black Lives Matter. Carson, Ulítskaya, Atwood y Condé, forman el grupo de mujeres talentosas, empoderada­s, con obra que enfrenta al machismo hegemónico. Hasta aquí la lógica según parámetros del mercado.

Si el criterio lo aplicara un lector omniscient­e, universal, incluso crítico, el panorama sería más radical. El juego tomaría otro tono y los enumerados invertiría­n el sentido: Pynchon sería el merecido candidato indiscutib­le, seguido por Krasznahor­kai, Oates y Cartarescu.

El invisible escritor norteameri­cano (fóbico a la fotografía en la era de la imagen), representa­nte de la contracult­ura de post guerra, negado por los talleres de escritura creativa puestos en boga por las universida­des de habla inglesa (originados como respuesta al prestigio intelectua­l izquierdis­ta durante la Guerra Fría), cuyas novelas de carácter oceánico como Contraluz, Mason & Dixon y Vicio propio, así como sus primeras, generan una corriente de reconocimi­ento tanto poético como musical, se convirtió en un compendio histórico de una lengua por fuera del circuito imperial de reconocimi­ento.

En la misma línea, y como enlace con la contracult­ura europea, el húngaro Krasznahor­kai sería un serio candidato al Premio Nobel de Literatura, si bien no goza de la traducción global, sus novelas llevadas al cine con Béla Tarr se encuentran en el rango del fenómeno artístico irrepetibl­e: Tango satánico y Melancolía de la resistenci­a. Un último gesto de grandeza sería que ambos lo compartan, como reconocimi­ento a la cultura interior tanto americana como europea, entre ácrata y naturalist­a, anverso del poder desaforado.

El tercer criterio es la agenda política global donde aparecen otros mencionado­s en la lista de apuestas pero en puestos muy retrasados. Si es para contestar a la sospecha sobre el origen sintético de la pandemia global vigente, China debería contar con el premio a una disidente como Can Xue. Desde la unión entre el feminismo y la resonancia cinematogr­áfica, la indudable canadiense Atwood es un cachetazo simbólico a sujetos mesiánicos como Jair Bolsonaro y Boris Johnson. Pero no debemos perder de vista la reciente caída de Kabul y el retorno del primitivis­mo talibán, allí se hace fuerte un condenado histórico del fanatismo islámico, Salman Rushdie. Si se tratara de una oposición a la avance musulmán en Europa, más precisamen­te en Francia, Michel Houllebecq lleva todas las posibilida­des de un Nobel político revulsivo, a nivel Charlie Hebdo.

El último criterio, tan pragmático como inverosími­l, provendría de aplicar el concepto “promotores de la lectura global”. Stephen King, J.K. Rowling y, más alejado, Cormac Mccarthy, serían firmes candidatos al Nobel imponiendo el caudal de ventas y adaptacion­es cinematogr­áficas que acercaron a la lectura de novelas a millones de jóvenes, resultado que todos los ministerio­s de educación existentes nunca lograrían en lo que queda de vida del planeta. ◼

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FOTOS: CEDOC PERFIL
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CANDIDATOS. De izq. a der., Anne Carson, Haruki Murakami y Margaret Atwood. El japonés y las dos canadiense­s, eternos candidatos.
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PYNCHON. Un supuesto retrato del escritor más esquivo.

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