La gran manzana vuelve a ver el mejor cine
La edición 59 del clásico evento celebra lo mejor del 2021 con nombres como Joel Coen, Jane Campion y Gaspar Nóe.
El festival regresa aprovechando lo mejor visto en otros eventos de 2020 y 2021.
Apunto de entrar en su sexta década el New York Film Festival se ha convertido en un festival que entiende, y que puede ejecutarlo, el concepto de ser un festival de festivales. Al fin y al cabo ¿quién no quiere ir a New York una vez en su vida? El evento que ahora está bajo la dirección de Eugene Hernandez es, decíamos, un “festival de festivales”, un evento que sabe generar la perfecta aglomeración de películas que han definido lo que algunos definen como el circuito principal de films que han pasado por festivales anteriores (de Cannes al vecino Telluride y el primo Toronto). Es decir, un evento que contiene los “greatest hits” de la época, y con suerte, algunas gemas propias.
El NYCC viene de una siesta enorme: hizo una edición virtual en 2020, bastante tranquila (bastante vinculada con la dependencia del evento en la programación de Cannes). La nueva edición tiene lugar en las sedes de Manhattan, Brooklyn y Pleasantville. Por supuesto, viene con protocolo que obliga a barbijos y prueba de vacunación. El regreso del circuito previo, de los festivales grandes, ha permitido que la programación sea bastante florida. Por ejemplo, dos tercios de la programación son películas que fueron estrenadas en Cannes. Eso ha permitido que en la acumulación, la programación del evento quede bastante poderosa. Hay una virtud del NYFF: siempre ha sabido seducir a su público; es un festival que no cede a las mayors, que ha dedicado su espacio al cine de autor, aunque claro que esos autores se acercan más a Pedro Almódovar que jóvenes debutantes que lanzan al mundo su película allí. Quizás en ese aspecto lo que sí podía ofrecer el NYFF es poner todo a un mismo nivel, darle una chance a directores no tan obvios, a sorpresas, a nuevas formas, a la medianoche, a los niños: jugar con más posibilidades del cine. Nadie puede culpar al festival por simplemente querer jugar a las grandes ligas, pero uno imagina que un festival de semejante ciudad podría aprovechar más su gran cantidad de programadores y dialogar más con su ciudad.
Lo que sí: lo que el NYFF hace bien es mucho, y tiene que ver con estirar el espíritu del Lincoln Center, casi su nave nodriza. El festival es parte de un plan anual, pero sus logros a la hora de invitados, de nombres enormes y de películas que sí o sí hay que ver son innegables. La película de apertura, The Tragedy of Macbeth, con Denzel Washington y Frances Mcdormand fue celebrada por gran parte de la crítica. Es la primera película de uno de los hermanos Coen realmente filmada en singular. The Power of Dog de Jane Campion es una de las grandes esperadas del festival: es la wester de época que parece podrá conseguirle a Benedict Cumberbatch su primer Oscar. Entre los grandes éxitos europeos aparece varios títulos que pronto llegarán a festivales locales o la pantalla de nuestros cines. Por ejemplo, Petite Maman,
la nueva película de Céline Sciamma, Vortex de Gaspar Noé, el documental Jane by Charlotte, donde Charlotte Gainsbourg cuenta la vida de su madre, Jane Birkin. Se suma a esa lista el animé Belle
y la ya polémica Benedetta,
del director Paul Verhoeve y que se ha hecho famosa por meterse en la Iglesia.