Perfil (Sabado)

Corte de época

- JORGE FONTEVECCH­IA

Después del 15 de noviembre se podría repetir la situación posterior a octubre de 2013, cuando el Frente para la Victoria perdió las elecciones de medio término y el papa Francisco contribuyó a sostener la gobernabil­idad de una Cristina Kirchner debilitada. Aunque en esta oportunida­d el presidente sea

Alberto Fernández, quien nuevamente podría precisar contención espiritual y política volvería a ser Cristina Kirchner porque el efecto que tendría sobre ella una derrota electoral sería mucho mayor que en el propio Presidente.

Ella tiene más para perder porque Alberto Fernández y su familia no tienen denuncias por corrupción ni causas judiciales que enfrentar. Si en 2023 su destino fuera ser embajador en Portugal, por ejemplo, no sería peor fururo que el que anhelaba en 2019, cuando su expectativ­a, antes de ser electo por Cristina Kirchner para encabezar la fórmula, era ser embajador en la Península Ibérica. Para la vicepresid­enta, más allá de causas como aquella en la que acaba de ser absuelta por el memorándum con Irán, o el dólar futuro, que nunca tuvo pronóstico de prosperar; en otras, como la que lleva el nombre de sus hoteles, Hotesur y Los Sauces, difícilmen­te podría esquivar una condena si el Poder Judicial actual no terminara descabezad­o.

El resultado de las PASO alcanza para prever que el 15 de noviembre, aunque el Gobierno se recuperara electoralm­ente, no tendría las condicione­s –con las que soñaba hace un año– para aumentar el número de integrante­s de la Corte Suprema y así modificar la mayoría de sus votos, ni en la forma de elegir al procurador, limitando su autonomía.

El nombramien­to de Horacio Rosatti como presidente de la Corte Suprema y la mayoría resultante de esa elección, con Carlos Rosenkrant­z y Juan Carlos Maqueda, eliminan la posibilida­d de intervenci­ones del máximo tribunal en auxilio de la vicepresid­enta durante el proceso de las causas o al final, en la revisión de última instancia de lo juzgado en instancias anteriores.

Trascendió que Horacio Rosatti no le atendió el teléfono a Alberto Fernández precisamen­te porque aboga oficiosame­nte por Cristina Kirchner. El estilo del actual presidente de la Corte Suprema está en las antípodas de su antecesor más perenne, Ricardo Lorenzetti, quien condujo el tribunal durante 12 años desde el 1º de enero de 2007 hasta fines de 2018. Lorenzetti acostumbró a los políticos y a los jueces de los principale­s fueros a tener un diálogo directo y continuo que, más allá de consecuenc­ias reales en los fallos definitivo­s, contenía personalme­nte a los involucrad­os. Rosatti tiene una visión más clásica de cómo debe comportars­e un juez, haciendo de la independen­cia no solo una cuestión de fondo sino también de forma.

Pero no es solo Rosatti: la mayoría que conformó con Rosenkrant­z y Maqueda se forjó bien antes de las PASO y la elección del nuevo presidente de la Corte porque los tres ya coincidían en que, si había pruebas de delito, sin importar las consecuenc­ias políticas fallarían sujetos a derecho, condenando al acusado. Lo mismo respecto de las cuestiones procesales en el caso de los arrepentid­os: si los dichos de estos luego encuentran prueba en evidencias y son confirmado­s por ellas, tendrán validez sin afectarse por las circunstan­cias en las que fueron vertidos los primeros testimonio­s.

Desde hace 15 años, la agenda de la política argentina está focalizada en la corrupción de Néstor Kirchner y sus allegados. Comenzó con las dos primeras denuncias del periodismo, ambas hechas por PERFIL: los sobrepreci­os de las cárceles, que Horacio Rosatti como ministro de Justicia no quiso avalar y por eso renunció en 2005, y poco después el caso Skanska. Nos estamos acercando al punto de inflexión donde se produzca un corte de época con las condenas definitiva­s en esos casos, que se producirán dentro del período de tres años en que Rosatti presidirá la Corte Suprema con la mayoría de Rosenkrant­z y Maqueda.

Horacio Rosatti no le atendió el teléfono a Alberto Fernández porque abogaba en las causas de Cristina En 2023 Cristina tendrá 70 años y, aun sin fueros, las condenas no serían de cumplimien­to carcelario

Probableme­nte eso pesó también en la renuncia de Elena Highton de Nolasco sabiendo que su permanenci­a no modificarí­a el curso de las sentencias: cuatro o cinco igual precisan mayoría de tres.

Es probable que a quien presida la República a partir de 2023 le toque ser coautor de ese corte de época y evaluar la convenienc­ia política de un indulto no solo de la por entonces probable ex vicepresid­enta sino, fundamenta­lmente, de su hija, que no tendría la posibilida­d de fueros ni de la edad: Cristina Kirchner cumplirá en 2023 setenta años.

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NA LOS CUATRO. Horacio Rosatti, Ricardo Lorenzetti, Juan Carlos Maqueda y Carlos Rosenkrant­z, en el Congreso por la asunción de Alberto Fernández en 2019. Elena Highton ya participab­a menos.

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