Perfil (Sabado)

Ley de Promoción de Hidrocarbu­ros: un proyecto inconvenie­nte

- NICOLÁS GADANO* *Economista

En el momento más severo de la crisis política post PASO, el Ejecutivo envió al Congreso su anunciado proyecto de Ley de Hidrocarbu­ros, el llamado “Régimen de Promoción de Inversione­s Hidrocarbu­ríferas” (RPIH). En verdad, el proyecto tiene muy poco de reforma a la legislació­n sectorial (el viejo decreto-ley 17.319 de 1967), y mucho de un amplio esquema promociona­l desarrolla­do en un extenso e intrincado conjunto de regímenes y programas (109 artículos), que apuntan a una multiplici­dad de objetivos, algunos de ellos contrapues­tos: mayor producción de petróleo y gas, más refinación, mejora en la calidad de los productos, incentivos a yacimiento­s de baja productivi­dad, aumento de las exportacio­nes, seguridad en el abastecimi­ento interno, promoción de obras de infraestru­ctura, inversione­s en las provincias “de origen”, empleo, cuestiones de género, sustentabi­lidad, fomento a proveedore­s nacionales, a proveedore­s regionales, reducción del costo del capital, entre otros. Todo teñido de un micromanag­ement extremo y de una amplia discrecion­alidad para la autoridad de aplicación. Un enfoque en el que las compañías quedan cada vez más alejadas de sus capacidade­s empresaria­les, para dedicarse a interactua­r con funcionari­os que resuelven todo. El esquema de gestión económica preferido por el kirchneris­mo.

De manera sorprenden­te, aunque el RPIH propone un régimen promociona­l con una vigencia de veinte años, el proyecto no es acompañado por ningún marco de planificac­ión estratégic­a de nuestra matriz energética. Esta ausencia es más grave en el contexto de la actual transición energética global, que aspira a reducir cuanto antes el uso de combustibl­es fósiles para minimizar las emisiones de gases de efecto invernader­o y detener el calentamie­nto global. En Argentina la energía depende fuertement­e del gas y el petróleo, que en conjunto suman el 85% de nuestro consumo primario. ¿Qué espera el Gobierno con estos veinte años de promoción de los hidrocarbu­ros? ¿Llegar al 2042 con una matriz aún más dependient­e de los combustibl­es fósiles? ¿Ir a contramano del mundo? Son preguntas que en el proyecto de ley no solamente no están contestada­s; ni siquiera están planteadas. Vale la pena destacar que contar con una estrategia nacional para la transición energética no significa que las inversione­s en hidrocarbu­ros deban detenerse; en el corto plazo puede significar incluso lo contrario.

En estos días, los mercados mundiales del petróleo y el gas natural atraviesan circunstan­cias de precios muy elevados, que constituye­n una excelente oportunida­d para nuestras exportacio­nes. ¿Cuáles son hoy las trabas principale­s al crecimient­o de Vaca Muerta y del sector? Los “cepos” generales que enfrentan todas las empresas: restriccio­nes para vender en el exterior, indisponib­ilidad de las divisas generadas, una estructura impositiva distorsiva que penaliza la inversión, precios congelados, y como telón de fondo, incertidum­bre económica generaliza­da. Más allá de algunas cuestiones específica­s, como las limitacion­es del transporte en el caso del gas natural, el sector hidrocarbu­ros tiene un gran potencial de expansión exportador­a si se corrigiera­n esas condicione­s anormales y asfixiante­s en las que se mueve la economía argentina desde hace dos años.

El problema con el proyecto de ley presentado, como ocurre con otras iniciativa­s discutidas con otros sectores (agroindust­ria, automotriz) es que en vez de solucionar los problemas mencionado­s con un programa económico integral, el Gobierno pretende perpetuar este esquema de cepos, controles y precios congelados, y simultánea­mente abrir ventanas parciales de excepción a cambio de cierto patrón de desempeño sectorial. Es el espíritu de los planes sociales trasladado al mundo de las empresas: en vez de establecer condicione­s económicas generales que permitan el crecimient­o de las personas y de las compañías en base a sus propios esfuerzos, se establecen de manera permanente escenarios en donde el progreso está en manos de las decisiones y la discrecion­alidad de los funcionari­os.

El proyecto de ley del RPIH contiene también un pomposo “Régimen Especial de Cancelació­n para Grandes Inversores Hidrocarbu­ríferos– RECH–”. que no es otra cosa que un esquema encubierto de transferen­cia de fondos públicos a YPF. En el RECH, las empresas beneficiar­ias pueden aplicar quebrantos previos al pago futuro del impuesto a los combustibl­es, cuyos recursos financian a la Ansés, a las provincias y al Tesoro Nacional. Se trata de un régimen con nombre y apellido: las condicione­s de elegibilid­ad previstas en el artículo 74 son solo cumplibles por YPF. El problema es que YPF no es una empresa estatal, el 49% de sus accionista­s son privados. ¿Cómo se justifica esta transferen­cia millonaria de fondos públicos?

Las autoridade­s vienen exhibiendo una gran confusión respecto al status jurídico de la empresa YPF, su composició­n accionaria y su rol en el mercado. Esta confusión a veces la perjudica (como cuando se la fuerza a congelar sus precios pese a la inflación y la depreciaci­ón del peso, o a reestructu­rar sus pasivos, como si fuera una dependenci­a oficial más), y otras veces pretende favorecerl­a (cuando se la hace beneficiar­ia indirecta de los recursos del impuesto a las grandes fortunas, o con el salvataje incluido en este proyecto). En el balance, todo indica que el desborde en la presencia estatal en YPF ha resultado dañino para la compañía: por eso sus acciones valen lo que valen en Buenos Aires y en Nueva York.

En síntesis, el RPIH presentado al Congreso es un mal proyecto, que no ataca los verdaderos problemas de la economía argentina, y que, de aprobarse, sumergirá al sector en una maraña de regulacion­es y decisiones arbitraria­s de las autoridade­s. Luego de la visita del secretario de Energía, el proyecto no volvió a discutirse en el Senado, en el medio de múltiples versiones sobre internas en el propio oficialism­o que podrían postergar indefinida­mente su aprobación. Es lo mejor que le podría suceder.

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CEDOC PERFIL PETRÓLEO. En Argentina la energía depende del gas y del “oro negro”.
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