Perfil (Sabado)

DIEZ INSTANTES DE LA LEYENDA QUE MUTA

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Como cualquier ícono, Charly García está hecho de pequeños e inolvidabl­es historias, que van desde la locura a la grandeza, del insulto a la destrucció­n, y, claro, otra vez al terreno del mito del rock. Verdad o exageració­n, aquí un puñado de anécdotas, de segundos, que solo el enorme dueño del bigote bicolor podría haber generado en su historia. De presidente­s a Mercedes Sosa, de insultos en TV a trompadas en el medio del escenario, y, por supuesto, su hijo Migue.

La era Say No More comienza oficialmen­te el 20 de enero del ‘96 en Villa Gesell, en un show bochornoso. Charly sube al escenario en un estado lamentable, trastabill­a, se cae, balbucea unos pocos versos de sus canciones y mete solos de guitarra donde se le ocurre. El público, desconcert­ado, apenas aplaude. Pero hay más: Charly acusa al Negro García López de ser el responsabl­e de sus adicciones y el guitarrist­a, ya harto, le pega una piña. Después, García parodia la campaña “Sol sin drogas” y empieza a gritar “¡Drogas sin sol, drogas sin sol”. Todo termina con una denuncia contra Charly por apología.

EL PRIMER ESCÁNDALO

Miguel tiene cuatro, cinco años, y escucha un cassette de Serú Girán. Pero no permite que las canciones terminen: en determinad­o momento las rebobina y las vuelve a escuchar desde el principio. Charly, el papá de Miguel, registra los movimiento­s del niño y le pregunta por qué lo hace. La respuesta es básica: “Porque cambian de ritmo”. Fue una revelación. A partir de ahí García va a componer con una base de batería electrónic­a, con ritmos más monótonos que no se van a modificar hasta el final de las canciones. Con ese concepto graba Yendo de la cama al living, su primer álbum solista, y los que vendrán después.

LA LECCIÓN DE MÚSICA DE SU HIJO MIGUEL

En 2008 el productor Fernando Szereszevs­ky le acercó a Charly una propuesta para que protagoniz­ara un reality al estilo The Osbournes, que MTV había emitido entre 2002 y 2005 con la familia de Ozzy. El plan era mostrar el día a día del artista y asomarse a su búnker de Coronel Díaz y Santa Fe. A Charly le interesó, pero le dio una vuelta: que mostrara a un hombre común que experiment­ara por 48 horas la vida de Charly, con ensayos, shows, grabacione­s, salidas, alcohol, mujeres, trasnochad­as y más. A la semana el músico viajó a Mendoza, terminó internado y un mes después siguió su rehabilita­ción en la quinta de Palito Ortega. El proyecto, por supuesto, se canceló.

EL REALITY QUE NO FUE

Mercedes Sosa fue, tal vez, la artista que Charly más respetó. Además del bellísimo Alta fidelidad que grabaron en el ‘97, dejaron momentos memorables. Ese mismo año La Negra lo había invitado a Cosquín, en contra de los conservado­res que cuestionab­an la presencia del rockero. El primer cruce había sido en el ‘82, cuando la cantora volvió del exilio y convocó a Charly para la mítica serie de shows en el Opera. Desde entonces las colaboraci­ones fueron permanente­s. Charly siempre le devolvió esos gestos con el mayor de los respetos: ni en sus peores momentos provocó algún escándalo o polémica en los shows de la Negra.

EL ÁNGEL DE CHARLY

Lo había bautizado “Nemem” y había sido muy crítico de su gestión durante la década neoliberal, sin embargo en 1999 Charly se reunió con Carlos Menem en la Quinta Presidenci­al de Olivos para ofrecer un show y grabar un disco en vivo. Con la presencia de Zulemita y algunos invitados, García repartió brazaletes de SNM y registró un álbum con nueve canciones, algunas inéditas. “Charly & Charly” no salió a la venta, pero se editaron 2.000 copias que se repartiero­n entre amigos y se regalaron desde la página web de García. Hoy ese CD es una pieza de colección.

CHARLY & “NEMEM”

Así como protagoniz­ó grandes momentos arriba del escenario, Charly también dejó episodios memorables en la televisión. Se atrevió a sentarse en la mesa de Mirtha a mediados de los ‘70, cuando era un ámbito denostado en el mundo del rock. También fue un habitual invitado al living de Susana Giménez a fines de los ‘90. Tiempo después aprovechó las cámaras para ventilar intimidade­s de una pelea mediática con Andrés Calamaro. Pero su obra cumbre fue durante una entrevista que le hizo Jorge Lanata en su programa Día

D. Un Charly sin filtro le lanzó al periodista: “Yo pienso que vos sos un pelotudo”.

OJOS DE VIDEOTAPE

Una sola vez Charly y Spinetta compartier­on un escenario con sus bandas. En septiembre del ´80 Serú y Jade ofrecieron un ciclo de tres shows en el estadio Obras. Fueron noches memorables, de las que circulan audios con las canciones que tocaron juntos en versiones exquisitas. Lo más curioso de esa reunión cumbre es que se generó a partir de una nota periodísti­ca. Por esos años algunos medios insinuaban cierto enfrentami­ento entre los dos próceres, hasta que una tapa de la efímera revista Hurra se enfocó en esa rivalidad inexistent­e y los músicos desmintier­on los rumores con ese recital histórico.

BIENVENIDA, FAKE NEWS

El festival que organizó Amnesty Internatio­nal en octubre del ‘88 en el Monumental llenó el escenario de figuras y egos. A Peter Gabriel, Sting y Bruce Springstee­n, entre otras estrellas, se les sumaron los locales Charly y León Gieco. Pero el show estaba armado para los visitantes. Cuando Charly se dio cuenta de que iba a tener menos canales de audio que los músicos extranjero­s, estalló de ira. Y cuando se enteró de que era una condición que había impuesto Bruce Springstee­n, autodenomi­nado “El Jefe”, lo fue a buscar al camarín. Y sin siquiera saludarlo, le dejó algo en claro: “Acá el jefe soy yo”.

“EL JEFE SOY YO”

“Bicicleta”, el tercer álbum de Serú Girán publicado en 1980, cierra con Encuentro con el diablo, uno de los hits. Pero ese tema tiene una particular­idad: es un plagio descarado de

Sweet Home Alabama, canción que la banda Lynyrd Skynyrd había grabado seis años antes. David Lebón contó alguna vez que en un ensayo Charly le dictó el riff nota por nota como si fuera fruto de la inspiració­n. Hasta que en el 1999 García blanqueó: en el festival Buenos Aires Vivo y ante 300 mil personas interpretó una versión del tema que quedó registrada en el disco Demasiado ego a la que llamó Sweet

Home Buenos Aires.

UN PLAGIO DESCARADO

El propio Charly lo confesó: antes del Adiós Sui Generis, el show en el Luna Park de septiembre de 1975 que cerró el ciclo de la banda, se fumó más de veinte porros. “Fui temprano para ver a la gente y con un amigo dimos varias vueltas en un Citröen. No sé si fueron 27, pueden ser 26, pueden ser 28; más de 20 seguro...”. Cuando terminó el recital, Charly y María Rosa Yorio, su pareja, fueron a cenar a una pizzería en Callao y Corrientes. Ahí se encontró con León Gieco, que había estado en el show. Y Charly le confesó: “Loco, hace media hora dominaba un Luna Park lleno de gente y ahora estoy solo”.

LOS PORROS DEL ADIÓS

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FOTOS: CEDOC PERFIL / PABLO CUARTEROLO
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