Una civilización que se devora a sí misma
La obra que presentamos cuenta la historia de una pareja que está encerrada en un departamento discutiendo si la tortuga y el caracol son o no el mismo animal. Como si esto fuera poco, lo hacen en medio de explosiones y paredes que se caen. En el medio de una guerra. El problema taxonómico, por así decirle, rápidamente deriva en otros que emergen de la misma convivencia, de la imposibilidad para comunicarse y de la poca tolerancia con la otra persona. Mientras afuera están destruyendo la ciudad, adentro ellos comienzan a derrumbarse mientras se disputan, ¿quién tiene razón? Es un delirio, sin dudas. Pero, a la vez, está reflejando los absurdos e incoherencias que vivimos cotidianamente, donde discutimos barbaridades sin saber realmente qué estamos discutiendo. ¿Cuántas veces negamos lo que realmente está pasando y lo tapamos hablando de cosas que no tienen importancia alguna?
Lo extraordinario del autor, Eugène Ionesco, es el humor con el que nos cuenta esta historia. Nunca dramatiza, no exagera las formas en esa dirección. El tratamiento de la situación, la forma en que la expresa, como construye a esos personajes y sus conflictos, resulta, valga la redundancia, en un texto humorístico. Eso contribuye a generar una identificación entre los personajes sobre el escenario y las personas que ven el espectáculo. Se ven reflejados en esas discusiones y, en cierta medida, en las situaciones que atraviesan los personajes. Aunque claro, hay que tener cierta disponibilidad propia para reconocerse ahí, formando parte de esa lógica. Al teatro de Ionesco, entre otros, se lo denominó “teatro del absurdo” porque valiéndose del humor muestra descarnadamente la manera contradictoria, incoherente, que tenemos de pasar nuestros días, nuestras formas de relacionarnos y convivir.
La obra es de 1960, y sin hacer demasiadas especulaciones, el autor vivió en carne propia la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, me atrevería a decir que es atemporal. El conflicto bélico que ocurre afuera y la situación de encierro atraviesan transversalmente a los personajes y hoy lo vemos más cercano; podemos pensarlo como cualquier otra situación que hemos vivido como sociedad.
Sin ir muy lejos, nosotros empezamos a trabajar en este proyecto el año pasado y en el medio de nuestros ensayos estalló la guerra entre Rusia y Ucrania, una muestra lamentable del deterioro humano que hay en este momento en el mundo.
Desde la puesta en escena buscamos brindar una experiencia innovadora para quienes vienen a verla. Invita a los espectadores a estar inmersos en el mismo espacio que transitan los personajes. Desde el momento en el que se ingresa al teatro y, una vez dentro de la sala, la escenografía, las luces y el sonido refuerzan esta idea. El objetivo es generar la sensación de que al estar allí dentro también estás ahí, con ellos. Como decía antes, buscando consolidar ese proceso de identificación entre los personajes y el público.
En este espectáculo cuento con un equipo de trabajo de primera, extraordinario. Además de la pareja protagonista, hay otros personajes que intervienen y que hacen un trabajo atrás (y a veces no tan atrás) de escena que es muy importante. No sirven de decorado, por así decirlo, sino que hacen a la obra, y son un interesante elemento narrativo, porque el contexto bélico de afuera influye y afecta lo que acontece dentro. Es un círculo vicioso que tiende a la (auto) destrucción. Además, contamos con la colaboración de Alicia Gumá, en el diseño de vestuario, y Victor de Pilla, en el de escenografía, que hacen un trabajo magnífico que completan de forma integral la puesta de Deliro a dúo.
Pueden ir a vernos a El Jufré Teatro Bar (Jufré 444, CABA) los domingos a las 18:00 hs o a las 19:45 hs, hasta el 26 de junio, y a partir del 3 de julio a las 18:00 hs. Las entradas se consiguen en alternativateatral. com.
*Director, actor, maestro y entrenador de actores. Ganador de un premio ACE y un premio Moliere como Mejor Director.