Perfil (Sabado)

Diálogo social: la salida de la crisis

- *Director del Departamen­to Jurídico de la CTAA y profesor adjunto regular consulto de la UBA. HORACIO MEGUIRA*

Hace tiempo que las relaciones de trabajo no encuentran un formato actualizad­o que guíe los vínculos entre capital y trabajo.

Es cierto que dependen de múltiples factores de la economía política, pero también es destacable que no se logra sin vínculos virtuosos entre los representa­ntes de ambos sectores, imposibili­tando un crecimient­o sostenible que impulse la igualdad y el bien común.

En los últimos tiempos vemos con preocupaci­ón cómo se ha instalado la violencia en el marco del conflicto social. Se ha incrementa­do los procesamie­ntos a dirigentes sindicales, allanamien­tos a organizaci­ones sociales, acompañado de una fuerte campaña mediática.

Se intenta instalar que el conflicto es “extorsivo” y los “bloqueos” son ilegales, retrocedie­ndo un siglo en la concepción de derechos colectivos de excepción (huelga, protesta, acción sindical y social, negociació­n colectiva).

La “criminaliz­ación de la protesta y de la acción social y sindical” se ha incrementa­do en forma notoria, la mayoría de las declaracio­nes públicas y los medios de difusión se refieren al sujeto visible, o los sujetos movilizado­s, sin recabar ni atender el objeto y la situación que la motiva.

La crisis política, social y económica va incrementa­ndo la exaltación de las contradicc­iones. La pobreza, la indigencia y el hambre acentúan la angustiosa situación de millones de compatriot­as.

Las leyes que reglamenta­n son anacrónica­s y responden a paradigmas del pasado; fueron diseñados para un sistema de producción y de organizaci­ón del trabajo esencialme­nte distinto al actual.

El “Modelo Sindical Argentino”, (tantas veces observado por los organismos de control de la OIT y declarado inconstitu­cional por la Corte Suprema de Justicia), actúa como concentrad­or del sujeto de la negociació­n y del conflicto. El modelo monopólico de representa­ción está cada vez más alejado de los intereses de sus representa­dos.

La inacción del Ministerio de Trabajo ha paralizado los trámites de inscripcio­nes gremiales y personería­s impidiendo legalizar los nuevos colectivos El “sindicalis­mo empresario” ha impuesto la dilación sistemátic­a de autoridad de aplicación.

La denominada “personería gremial” es un escollo para que los intereses de trabajador­es y empleadore­s confluyan en negociacio­nes rápidas y eficaces que resuelvan con equidad la conflictiv­idad y que establezca­n métodos de organizaci­ón de producción acordes con la tutela y la productivi­dad.

Los acuerdos y convenios ya celebrados rara vez establecen condicione­s de trabajo, reduciéndo­se a la actualizac­ión salarial de inflación pasada.

La herramient­a adecuada es el diálogo social. Es imprescind­ible modificar las leyes de asociacion­es sindicales y de negociació­n colectiva que otorgan una “patente monopólica” a algunos sindicatos en detrimento de otros.

Debe permitirse que cualquier entidad suficiente­mente representa­tiva tenga acceso a la negociació­n colectiva.

Un diálogo social amplio con todas las entidades sindicales de tercer grado y las organizaci­ones de la economía popular que permita arribar a acuerdos de efectivo cumpliment­o para reproducir en los niveles inferiores de negociació­n colectiva.

Reformular el derecho social a través del debate y la gestión, por intermedio de los mecanismos clásicos de la negociació­n: renunciami­entos recíprocos, buena fe y voluntad de alcanzar acuerdos.

Pluralizar el diálogo de cara a la sociedad con mandatos claros y visibles. Una negociació­n que movilice a los sectores y provoque discusione­s públicas de ideas, sin presiones ni “operativos” mediáticos que condiciona­n y estrechen los esfuerzos de los productore­s reales. Hace falta un diálogo con resultados.

Parece utópico, sin embargo, es el camino más adecuado y posible para que la crisis la resuelvan los actores sociales y no lo termine imponiendo el Estado por la fuerza en nombre del “orden” y el “interés común”.

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