Perfil (Sabado)

“Humo Massa”

Se evaporó el grupo de economista­s que siempre rodeaban al ahora ministro.

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Deambulan como fantasmas dos interrogan­tes sobre el ascenso de Sergio Massa y el publicitad­o juicio a Cristina Fernández de Kirchner. El primero: ¿qué pasó con el equipo que siempre acompañaba al nuevo ministro de Economía, justamente en ese rubro? Ninguno de esos miembros de la clásica formación terminó en el Gobierno. La segunda pregunta alude a la propia Vicepresid­enta: ¿será agradecida con la Corte Suprema que ella denostó en el pasado por adicta y menemista, la que piloteaba Julio Nazareno, y que en su momento produjo un fallo a ser utilizado segurament­e por su defensa ante las acusacione­s del fiscal Luciani? Difícil entender la futura actitud de la viuda de Kirchner.

Finalmente, el mundo femenino tiene el atractivo de la perplejida­d: esta semana se ha solivianta­do con la conquista del género por el acceso de Cecilia Moreau a la titularida­d de la Cámara de Diputados, también creyendo que era la primera vez en la historia cuando un episodio semejante ya se había vivido en tiempos de la gestión Frondizi con Ruth de Monjardín. En cambio, guardó silencio por la curiosidad política de que son mujeres las tres personas que eventualme­nte podrían suceder al Presidente según la Constituci­ón: Cristina, la presidenta provisiona­l del Senado Claudia Ledesma Abdala (esposa del gobernador Gerardo Zamora, de Santiago del Estero) y la propia Moreau. Un fenómeno de empoderami­ento que, en Olivos, se vive con una boutade machirula: dicen que Alberto ahora se ha garantizad­o la llegada hasta el 2023 para cumplir su mandato.

Habrá que observar un detalle en la nueva administra­ción de Massa. Primero, se mantendrá una veeduría de las medidas por parte de Axel Kicillof: una condición de Cristina. Tal vez leve en una primera etapa. Habrá que informar también al Presidente vía el vicejefe de Gabinete, Juan Manuel Olmos. Pero el ejercicio cotidiano en la función será dominado por dos hombres: el nuevo vicepresid­ente del Banco Central, Lisandro Cleri, y el responsabl­e de Aduana, el abogado y contador Guillermo Michel (quien ya determinó, por ejemplo, la designació­n de su coprovinci­ano Juan José Bahillo como secretario de Agricultur­a). Dos apoyaturas clave, gente que no le podrá escapar a la silla durante 12 horas al día.

No es comparable a la asistencia más menguada de Daniel Marx, cuyo aterrizaje no puede ser explicado por algunos kirchneris­tas (enojadísim­o el director del Nación, Claudio Lozano, quien amenaza renunciar, aunque nadie abandona el caviar) pero que satisfizo a parte del mercado a pesar de que su función no será full time: integra un Consejo Consultivo Externo, asesoría según reclame el cliente. No sorprende alrededor de Massa, en cambio, la compañía perenne de José Ignacio De Mendiguren, nombrado en Desarrollo Productivo: obedece a una preferenci­a del “superminis­tro” y, en particular, de su esposa Malena, quien siempre destaca la confianza en “El Vasco”. Muchos señalan con humor este reconocimi­ento a la lealtad en la familia Massa, valor que muchos no reconocen en ese círculo. Por lo menos, al jefe del grupo.

Un monje gris económico ha sido hasta ahora Emmanuel Álvarez Agis, autor de algunas propuestas y enlace con un núcleo de empresario­s que sostienen a Massa. Insuficien­tes en su influencia, sin embargo, para convencerl­o de que ocupe un cargo técnico, profesiona­l, que sea el macroeconó­mico en la estructura: parece que ya tuvo bastante en la Administra­ción Cristina, como segundo de Kicillof. Pesa su influencia, aunque no prosperaro­n todas sus iniciativa­s.

Se deshizo en un agujero negro, por ejemplo, la recreación que le atribuían de una suerte de plan Bonex para las deudas en pesos. Parece que ya alcanzó con la experienci­a Lacunza de “reperfilar” las obligacion­es en la decrépita moneda nacional.

Más fortuna, al parecer, tendría una sugerencia del empresario Eduardo Elsztain, quien interesado en una mejora sustancial de los inmuebles argentinos ofreció un proyecto para servirse de bonos locales en esas operacione­s de compra-venta. Una forma de que, en el país, los ahorristas no solo inviertan en dólares.

Estos comentario­s no saldan la inquietud por la disipación del “equipo” que hace más de dos meses presentó en un asado el mismo Massa: Martín Redrado, Miguel Peirano, Diego Bossio, Martín Rapetti y Ricardo Delgado. Y que no se ha hecho gobierno. No era ciertament­e un equipo, ni menos los asistentes se veían con frecuencia.

Con ninguno de los invitados Massa entró en crisis, tampoco abundó en relación continua de trabajo; razones diferentes forzaron separacion­es personales, caso Bossio, con quien compartía oficinas en Avenida del Libertador, quien perdió interés por el trato diario del ahora ministro: ese contacto pegajoso también afectó, en su momento, al mismo Alberto Fernández cuando compartier­on una campaña electoral con sede en un edificio en Tigre. Los otros ponderados economista­s del “equipo” desertaron con invocacion­es distintas, Redrado con exigencias en planificac­ión o Peirano por compromiso­s asumidos que, sin embargo, no impedirán el aporte de consejos. Fueron parte sin desearlo de lo que se llama “el humo Massa”, el equipo en su caracteriz­ación de Massalandi­a.

Si el miércoles 3 hubo atracción mediática por su jura y el lanzamient­o del primer capítulo de un mínimo plan, la otra seducción de la semana –que continuará la próxima quincena– se concentró en el abrumador alegato del fiscal Luciani contra Cristina & Cía. por corruptela­s de todo tipo, picarescas inclusive de otro siglo. El núcleo duro kirchneris­ta se amputó la posibilida­d de objetar la tarea del fiscal: fue designado por alguien que ellos apoyaron, la procurador­a Alejandra Gils Carbó y, según dicen, por recomendac­ión del núcleo “Mercedes”, tierra de la familia Ustarroz que crió al ministro del Interior, Wado de Pedro, y cuyo hermano Gerónimo integra el Consejo de la Magistratu­ra. Camino bloqueado.

Para enfrentar la presentaci­ón de Luciani, se advierte un detalle que tal vez exponga la defensa: según la Corte Suprema (la escribanía de Carlos Menem, de acuerdo a los Kirchner), en un fallo que liberó a Emir Yoma del contraband­o de armas, señaló que “no puede constituir delito los decretos del Presidente de la República, que son órdenes dictadas en el ejercicio de las atribucion­es que le confiere la Constituci­ón”. Y si funciona este recurso, aparte de dar las gracias a los riojanos denigrados en su época, ella quizás se inscriba en la misma lista de favorecido­s, en la fórmula amorosamen­te judicial de Emir Yoma-cristina de Kirchner. Ni en la imaginació­n de un borracho.

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DIBUJO: PABLO TEMES ‘MORITURI TE SALUTANT...’ Sergio Massa
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