Perfil (Sabado)

JAPÓN Y PAREJA

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A.M. —¿Cómo surgió el intercambi­o con Japón, donde diste conciertos y grabaste el disco Kiseki? —Nosotros teníamos a Shogo Komiyama, uno de nuestros mejores amigos, viviendo en Japón. Se hizo productor de música y de rock, y lleva música latinoamer­icana a Japón. La primera vez que fuimos fue en 2012; después estuvimos en 2013 porque quedamos encantadís­imos; grabamos un disco e hicimos parte de una gira. Después también volvimos en 2017. Fue muy interesant­e: eso sí que es estar en otro lugar, en otra cultura muy distinta. No hay carteles que tú vayas a entender; solo en la capital, puede ser que veas algunas cosas en inglés. Había una banda que ya conocía todas nuestras canciones, Ishikawa Michihisa Sessions. A través de la música, se pueden hacer estas cosas: es un lenguaje propio. Estos músicos hacían rock y reggae, y se aprendiero­n unas canciones en las versiones en vivo. Cuando llegamos, hicimos un ensayo y nos morimos, porque no podíamos creer que nos mirábamos y nos reíamos y lo disfrutába­mos, pero no nos podíamos hablar. El lenguaje era simplement­e musical. Una maravilla. —¿Cómo es la dupla con Sergio? —Somos muy intensos los dos y por suerte nos reímos, que es lo más importante. Tenemos química en la música, intereses en común y, después, cada uno tiene sus propios vuelos. Por eso ahora él está más como productor e invitado de Mimí Maura, no está fijo en todas las canciones en el show en vivo. No es que nos estamos separando, nos estamos expandiend­o. No sé si todas las personas que están juntas quieren trabajar con la otra persona. Como toda pareja, tenemos una negociació­n; vamos diciendo lo que queremos y vemos en qué nos ponemos de acuerdo.

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