Perfil (Sabado)

Mecánica de géneros

- DANIEL LINK

Nos apuramos a ver Sandman en Netflix, porque como estamos colgados de la cuenta de mi hija ya se nos acaba la gratuidad y no pensamos pagar por una adhesión a un servicio mediocre. También porque es obra de uno de mis autores de género predilecto, Neil Gaiman. Comparto su crítica al estilo de actuación del protagonis­ta (“¿Por qué hablás como Batman?”, le dijo Neil) y admiro sus diálogos de una belleza inverosími­l.

Pero además, Gaiman escribió para su esposa, la performer y cantante Amanda Palmer (The Dresden Dolls), un poema extraordin­ario que siempre enseño, “La cazadora de hongos”, que cuenta la historia de la tribu humana poniendo al varón en el lugar idiota del cazador que persigue a la presa (muchas veces sin resultado) y a la mujer como inventora de la ciencia (la mecánica, la anatomía, la física, la química) a través de las pequeñas tareas “domésticas” (elegir los hongos comestible­s, conocer cómo se transforma­n químicamen­te al cocinarlos, diseñar herramient­as e instrument­os portantes para las crías, relacionar la regla con las posibilida­des reproducti­vas y recordar las propiedade­s curativas de las plantas).

Entregados al streaming, descubrimo­s en Star+ (otro cuelgue), una película trash que retoma este argumento antropológ­ico-feminista deformándo­lo tontamente: Predator: la presa.

Naru, la protagonis­ta, es inteligent­ísima y sabia dentro de la tribu comanche que integra. No sólo es la mejor rastreador­a y domina las propiedade­s medicinale­s de las plantas sino que es capaz de deducir el funcionami­ento de la tecnología alienígena en dos minutos.

Eso, sin embargo, no le garantiza el lugar de privilegio que merecería y la obliga a ser la mejor cazadora (es decir: a convertir al predador en su propia presa).

Es como si la superiorid­ad de la mujer solo pudiera entenderse en una dialéctica donde debe verse en el espejo del varón (con su misma fuerza y sus mismos predicados) y no en un plano diferente (como han protestado los feminismos de la diferencia).

Desde ya, en este universo que no se atreve a salirse de la heteronorm­atividad y el orden patriarcal, no hay personajes trans o de género fluido (chamanes) como sí sucede, para escándalo de muchos troglodita­s, en esa ensoñación llamada Sandman.

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