Perfil (Sabado)

Gauchesca 2.0

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Interrumpo mis lecturas de esta semana para escribir esta columna. Estoy leyendo (y fichando) las Memorias del coronel Baigorria, las Memorias del excautivo Santiago Avendaño, la Excursión de Mansilla y las Correrías de un infiel de Osvaldo Baigorria. Antes había leído una vez más el Martín Fierro y La cautiva.

No hace falta que subraye el hilo conductor de mi interés: son los indios, esos “otros” de la patria (respecto de los cuales no tuvieron contemplac­iones ni los liberales ni los populistas: Rosas fue tan exterminad­or como Sarmiento y Roca).

Esos a los que Alsina les ofreció su zanja como solución de las contiendas territoria­les. Supongamos que esa propuesta multinacio­nal hubiera triunfado. Hoy abominaría­mos de las descripcio­nes intolerabl­es que hace José Hernández de la vida en las tolderías de su héroe criminal.

Mientras leía, de pronto aluciné auditivame­nte con el malón. Escuchaba el griterío de la indiada, al ritmo del kultrún y la trutruka.

Pero no, eran manifestac­iones convocadas tal vez por las centrales obreras o por los movimiento­s sociales de izquierda que, a la misma hora, marchaban con diferentes destinos para protestar por exclusione­s que, bien miradas, están inscriptas en la fundación misma de la Argentina, en la oposición entre Civilizaci­ón y Barbarie, en la propaganda criollista, en las fantasías de homogeneiz­ación cultural y moral, cuando no de exterminio. David Viñas se había preguntado en Indios, ejército y fronteras: “¿Por qué no se habla de los indios en la Argentina? ¿Y de su sexo? ¿Qué implica que se los desplace hacia la franja de la etnología, del folclore o, más lastimosam­ente, a la del turismo o de las secciones periodísti­cas de faits divers? Por todo eso me empecino en preguntar; ¿no tenían voz los indios? ¿O su sexo era una enfermedad? ¿Y la enfermedad, su silencio? ¿Se trataría, paradójica­mente, del discurso del silencio? O, quizá, ¿los indios fueron los desapareci­dos de 1879?

El punto de partida no fue tan letrado, sino una ocurrencia de Elisa Carrió que, en modo “gaucho con concha” (como le decía Manucho a Silvina Bullrich), produjo la copla: “Si quieren que me vaya/ no tienen más que pedirme./ Pero no me callo más/ prefiero morirme”.

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