“La gente vuelve a las salas de cine”
El director habla sobre The Humans, una dramedia indie con nombres como Amy Schumer, Steven Yeun y la gran June Squibb.
The Humans es un pequeño drama indie norteamericano de Stephen Karam. Una ópera primera de grandes nombres, como Amy Schumer y Steven Yeun, que llegó a MUBI como parte de su lúcida propuesta curatorial. Karam habló con PERFIL.
—¿Qué historias te gusta contar a través del cine?
—Creo que aprendí que me encanta filmar historias auténticas, en medio de los géneros. Ese estar en medio del drama y de la comedia era algo que antes quizás podía molestarme, pero que he descubierto es un lugar donde puedo tranquilamente sentirme en casa. Está película es un drama pequeño: una familia teniendo su cena de Acción de Gracias, y es un drama y una especie de thriller casero, como Repulsión. Empezas a jugar con sustos que se corresponden más con el cine de medianoche, y empezas a generar formas no nuevas pero sí libres. Ahora estoy trabajando en dos películas, y una se siente tremendamente seria pero es también una enorme comedia, y otra siento que es una comedia, pero sigue apareciendo allí el cine de terror. No creo hoy en frenar esos impulsos y en las calificaciones. Es hacerse cargo de los impulsos de mi cine. No ver si es esto o aquello…el público es más aventurero que aquellos que venden cine. Que se confundan los streamers, no yo.
—¿Hay algo de The Humans que te sorprendió?
— No hay curva de aprendizaje tan grande como aquella generada cuando haces tu primera película. Cuando descubrís que aquello que siempre quisiste hacer no funciona tan bien como vos queres en pantalla. Aquí terminamos en planos muy cortos y planos muy grandes. Y eso me impresionó. Fue algo que me demostró que mucho lo descubres en el set en el mismo día. Sin hablar de improvisar. Que no queres una cámara muy ocupada pero que no sabe lo que quiere. Descubrí lo mucho que me gusta que la cámara recorra. Queres entender tu set, y desde ahí el cine. Y es algo más complicado de lo que uno cree. Sobre todo cuando uno dirige la mirada de otro, de aquel espectador futuro. Me gusta como el autor de una película es alguien con poder, que mueve miradas y que sabe dejarlas libres, o que se sientan libres.
—Vos sos un fanático del cine ¿qué cambió en tu carrera desde el estreno en el Festival de Toronto?
—Cuando estrenamos en Toronto, en una sala enorme, había cientos de personas. Y justo recién salimos de los modos del Covid que supimos conocer. Ese día, y esa experiencia comunal tan enorme, en esa oscuridad tan grande fue sentir que me enamoraba del cine otra vez. Entender cuán especial es, cuán difícil es reemplazar una experiencia así por otra. No es algo que dé por sentado. Entiendo se pueden ver de otra forma, en tu teléfono, mientras haces cosas, pero lo cierto es que cada vez que entro en una sala siento que todos se vuelven a enamorar del cine.
—¿Qué sentís te ha enamorado en el cine?
—Eso remite directamente a la primera película que vi, La tiendita del horror, el musical; pero la película que me enseñó un poco lo que era cine, en el sentido del camino de la cinefilia, fue 2001, de Stanley Kubrick. No entendía lo que estaba pasando, pero sí entendía que algo enorme estaba pasando enfrente mío. Me enseño mucho: me enseñó cuanto el cine puede quedarse en vos, y entender que puede hacer el cine, entender su capacidad de ser enorme. Estoy muy agradecido que una película de ese tamaño se haya cruzado en mi camino.