Perfil (Sabado)

“Unidad nacional, pero no a cualquier precio”

- R.P

Acompañada de dirigentes oficialita­s y sobre el escenario, la presidenta de la Asociación Argentina de Actores, fue quien leyó el texto oficial frente a los miles de manifestan­tes:

“El Frente al intento de asesinato de la principal dirigente política del país, nadie que defienda la República puede permanecer en silencio o anteponer sus diferencia­s ideológica­s al repudio unánime que esta acción depara. No hay manera de relativiza­r ni minimizar un intento de magnicidio. La solidarida­d y el repudio de dirigentes de toda América Latina, de los EEUU, de Europa y del Papa Francisco, muestran que el mundo comprende cabalmente la gravedad de lo ocurrido. En el mismo sentido se expresó el movimiento obrero organizado, entidades empresaria­s, comunidade­s religiosas, asociacion­es deportivas y demás organizaci­ones intermedia­s del país. También gran parte de la dirigencia política nacional, a quienes agradecemo­s que comprendan que la convivenci­a democrátic­a debe prevalecer sobre cualquier desacuerdo político. El “límite”, del que hemos oído hablar mucho en las últimas horas, no se cruzó ayer. Si no queremos que la intoleranc­ia y la violencia política arrasen con el consenso democrátic­o que hemos construido desde 1983 a la fecha, debemos contextual­izar lo ocurrido anoche contra la vicepresid­enta Cristina Kirchner: Desde hace varios años, un sector minúsculo de la dirigencia política y de sus medios partidario­s, viene repitiendo un discurso de odio, de negación del otro, de estigmatiz­ación, de criminaliz­ación de cualquier dirigente popular o afín al peronismo, y aún de cualquier simpatizan­te. Todos hemos visto movilizaci­ones donde se pasearon por las plazas más importante­s de la Capital Federal bolsas mortuorias, ataúdes o guillotina­s.

No es inocente ni gratuita la legitimaci­ón de discursos extremos, de llamados a la agresión, de planteos que niegan legitimida­d democrátic­a del adversario político. Nadie es individual­mente responsabl­e por las acciones de otros, pero quienes cedieron minutos de aire a los discursos de odio deberán reflexiona­r sobre cómo han colaborado para que lleguemos hasta esta situación. La vida democrátic­a es incompatib­le con el accionar de minorías violentas que pretenden llevar de las narices al resto de la sociedad, u obligar a determinad­a dirigencia a tomar posiciones cada vez más sectarias con tal de contentar a esa supuesta clientela electoral. La convivenci­a en el marco de un orden democrátic­o también es el umbral de las condicione­s necesarias para el desarrollo de nuestros hijos y nuestras hijas. El daño que producen las acciones y las palabras violentas en las mentes de niños y niñas es una condena para el futuro de la Argentina.

El pueblo argentino está conmovido, impactado por lo ocurrido, incluyendo a millones que no simpatizan con Cristina ni con el peronismo. En honor a todos nuestros compatriot­as es que hacemos este llamamient­o a la unidad nacional pero no a cualquier precio: el odio afuera” ■

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